En 1988 unió fuerzas con Mariano García, histórico personaje de la movida heavy rock madrileña, director y presentador de uno de los programas radiofónicos punteros, Discocross, empresario de la noche (Barrabás, Canciller), promotor, representante y hasta productor. Labor que ejerció en este caso con el trabajo de Ñu que hoy traemos, este Vamos al lío!!. La verdad, las sesiones de grabación debieron ser, cuando menos, curiosas.
No se puede negar que este álbum de Ñu tiene un sonido «de época», es decir, digno del año en que fue grabado: baterías y bajo programados o sintetizados, presencia de teclados por doquier, cuidadosos arreglos y armonías, canciones sencillas, alejadas de experiencias anteriores de Molina. Un artefacto pensado para agradar a los oídos en las emisoras de radiofórmula, vaya. Lo bueno es que contaron con músicos de lujo: Eduardo Pinilla a las guitarras, Miguel Ángel Collado a los teclados y la programación, Enrique Ballesteros a la batería y José Luis Rodríguez al bajo (colabora el violinista Enrique Valiño). José Carlos Molina se encargó de flauta, programación, teclados, armónica y otros desmanes.
Comienza a mostrar sus cartas con No te dejes ganar, donde teclados y guitarras cobran protagonismo y la flauta no se oye; arreglos cercanos al hard comercial de la época y un estribillo muy pegadizo. Tras el breve instrumental Fuga… sin modales (pedazo guitarra de Pinilla), Molina se luce, por fin, en Que alguien nos pare, con la flauta sobre un buen riff de guitarra; la letra, sin desperdicio: «que alguien nos pare, queremos estar dentro de la ley». Fuera de juego suena a los Ñu de discos anteriores, más duro, más centrado en la melodía de su flauta. Además, escuchamos uno de los mejores solos de guitarra del álbum.
Es Yo para ti, a mi entender, una rareza en la discografía de la banda hasta entonces: una canción con un tempo lento en las que teclas y voz ocupan el espectro evolucionando hacia una melodía poprock extraña, con demasiado protagonismo del teclado y violines. Lo raro es que el estribillo funciona y el final de la canción resulta más que interesante. El solo de guitarra no pega nada. En El tren azul, Molina y compañía se marcan una versión del viejo tema que compusiera el flautista con Rosendo y que hiciera famoso Leño. En el conjunto global, los teclados y los sonidos electrónicas desentonan un poco (aunque, cuestión de gustos), pero la flauta y la interpretación de José Carlos rayan a buen nivel.
La antigua cara B comenzaba con el tema estrella, La granja del loco: buena melodía basada en la flauta, línea vocal made in Molina, letra visceral y crítica y tema muy bien arreglado. La siguiente El mejor no puede ser más sencilla: un ritmo clásico, una melodía de voz y guitarra accesible y un tema bailón. Trovador de ciudad nos devuelve a los Ñu que me gustan. En Nada me detendrá, Pinilla borda con su guitarra un tema con buena estructura y un estribillo bien conseguido; el arreglo de violín sobra un poco, pero el impass de teclado y guitarra está muy bien. Para cerrar, mi favorita: Tocaba correr, tema que vale por todo un álbum: buena letra, interpretación genial de José Carlos, bien arreglada. La versión de La taberna encantada (1997) es otra pasada.
Quizá no sea un imprescindible de Ñu pero, sin duda, uno de los grandes discos de finales de los ochenta, que no es poco, y uno de los trabajos más desenfadados de José Carlos Molina, artistazo para bien y para mal. A disfrutarlo.
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