by King Piltrafilla (@KingPiltrafilla)
La aparición de Sancho Gracia, Terele Pávez, Santiago Segura, Carlos Areces, Antonio De la Torre o Luis Varela –todos ellos con experiencia a las órdenes del realizador- en el centro de un reparto múltiple y berlanguiano, y el haber prescindido de su alter ego, su eterno colaborador el guionista Jorge Guerricaechevarría –algo que para muchos críticos ha privado a la cinta de la oportunidad de ser la obra maestra que pretendía- para afrontar en solitario la autoría del texto me hace pensar que con esta película, Álex ha querido llevar a cabo su obra más personal, una criatura de la que de principio a fin –para lo bueno y para lo malo- ha querido ser único progenitor. No soy un cinéfilo redomado para analizar el tema en profundidad, pero opino que en Balada triste de trompeta el realizador vasco ha querido volcar todo lo que tenía dentro a modo de legado –incluso ha intercalado en los títulos de crédito una escena de Fumanchú, la obra que tras varios años de trabajo dejó encerrada en el cajón de las decepciones por culpa de los recortes presupuestarios y le ha dado a su pareja un papel co-protagonista-, como si quisiera cerrar un ciclo, la etapa que comenzó con Acción Mutante y termina con su dimisión como presidente de la Academia de Cine española. Diversos chistes efectivos pero poco novedosos –como el del bebé nacido muerto o el de “¿y si nos quitan lo bailado?”- y variados gags visuales de mayor o menor enjundia jalonan esta cinta. Uno de ellos –que da una idea de la postura política del director y que me ha gustado particularmente- es el de Javier dirigiéndose al comando de ETA que acaba de perpetrar el atentado contra el almirante Carrero Blanco y preguntándoles de qué circo son. Original como poco. En fin, debo confesaros que con De la Iglesia no soy objetivo amiguitos. He visto la práctica totalidad de sus películas, desde Acción mutante y El día de la bestia –la primera película a la que invité a la que hoy es mi mujer (quien inexplicablemente no me dejó en ese mismo momento) y que vimos la noche del 24 de diciembre de 1995, justo la misma en la que tiene lugar la acción de la cinta- a Los Crímenes de Oxford, pasando por Perdita Durango, Crimen ferpecto y la magistral La Comunidad y sus referentes estéticos, culturales e históricos –él tiene 45 años y yo voy a cumplir esta semana 44- son los míos, piltrafillas. Por todo ello no debéis hacer mucho caso de mi recomendación de hoy, ya que está claro que soy el típico ejemplo de fan cautivo y va a ser de todo menos objetiva. Aún así no puedo deciros otra cosa y quiero que me creáis, Balada triste de trompeta quizás no sea redonda pero es una gran película que no os debéis perder. Atención al abrupto final -envuelto en una música de Roque Baños que encoge el alma- y la presencia de Fernando Chinarro, un actor al que los de mi generación recordaréis como protagonistas de las historias cortas que entre actuación y actuación nos ofrecían cada sábado por la tarde Gaby, Miliki y Fofó en su programa de televisión.
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