por Alberto Iniesta (@Radiorock70)
del blog Discos
El amor por la música es una de esas cosas en la vida que va en aumento y, lejos de concluir, siempre está ahí. Dejando a un lado a los siempre complicados y personales gustos, para mí amar la música supone emocionarse con las voces de Sam Cooke o Janis Joplin, pero también degustar a fuego lento una canción de Lucinda Williams o Bruce Springsteen; es disfrutar con los tres acordes de los Clash y maravillarse con los discos de King Crimson; llorar con la voz de Emmylou Harris, pero también digerir una letra directa al corazón de Joaquín Sabina; es quedarse colgado de cierta canción de Ray Davies para, después, perderse entre nocturnos de Chopin.
Y, como no podía ser de otra manera, amar la música no se entiende sin amar el jazz. Los cinco discos que propongo a continuación no son ni los mejores ni los más conocidos de los enormes músicos que en su día los firmaron; he preferido optar, en su defecto, por otros que reúnen magníficamente las mejores virtudes de sus creadores, y que pueden ser una opción maravillosa para introducirse en un mundo sin reglas y repleto de swing como es el jazz. Digamos que, en caso de volver a empezar con el jazz, me encantaría tener estos cinco LPs a modo de dulce introducción. Vamos allá:
Pithecanthropus Erectus, de Charles Mingus
Tiene discos más conocidos por el gran público, pero este en concreto me parece un álbum irrepetible hoy en día por varios motivos. El principal: Mingus les enseñó los arreglos de este enorme álbum a los músicos que grabaron con él de oído, sin partituras de por medio. Un disco imperfecto, pero cómo no amarlo.
Lady Sings The Blues, de Billie Holiday
Seguramente sea, junto a Chet Baker, mi voz jazz favorita. En este disco Billie Holiday no canta, acaricia las canciones de una manera única. No es un disco fácil, pero es de los que una vez traza el camino hacia tu corazón, no vuelve atrás. Maravilloso.
In A Silent Way, de Miles Davis
Miles Davis es uno de los nombres esenciales a la hora de hablar de jazz, pero los discos donde cuenta con la ayuda de John McLaughlin a la guitarra son mis favoritos. Este en concreto marca el inicio de su etapa más eléctrica, donde prácticamente podríamos decir que reinventa el jazz.
Tender Moments, de McCoy Tyner
Uno de los pianistas imprescindibles del jazz, con un estilo particular que enamoró a algunos de los más grandes del género y que en este disco demuestra lo que era un secreto a voces: que le sobraba talento para volar solo. Lo peor: que sigue sin ser la mitad de reconocido en comparación a su habilidad a las teclas.
My Favorite Things, de John Coltrane
Una de las primeras ideas que se me vienen a la cabeza cuando pienso en jazz es en ese solo maravilloso de la canción que abre este disco. A cada nuevo movimiento, se regodea con una nota diferente o juega con el compás con una maestría y un dominio del instrumento como solo un genio podría. Señoras y señores, John Coltrane.
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