Huida
LO peor de casarse con el simpático solterón fue soportar sus manías, sus costumbres asentadas, fraguadas por días caudales de cíclico empeño sin fuga. En realidad, nada que no se pudiera solucionar con un divorcio prematuro o urgente (también algo triste) y el abandono definitivo y aliviante de aquella casa o museo del horror, casa de horas fijas, de fotografías de antepasados calladísimos y de enfermizos visitantes nocturnos que fueron acudiendo a sus sueños como huéspedes inesperados e inoportunos.
Ángel Carrasco Sotos
Eso lo pensé yo varias veces... qué llevo con novias fuera 12 años, menos 2 intermedios...
ResponderEliminarA ver si mañana publico yo mi relato corto! juju