ZEPPELIN ROCK: CRÍTICA del disco de BAD COMPANY "Bad Company" (1974): Reseña

sábado, 15 de enero de 2022

CRÍTICA del disco de BAD COMPANY "Bad Company" (1974): Reseña

 

por Rockología (@RockologiaTwit)

del blog Rockologia

¿Quién duda a estas alturas de que Paul Rodgers es uno de los cantantes más carismáticos y particulares de la Historia del rock? Desde luego es uno de mis favoritos,como componente de dos bandas imprescindibles como Free o Bad Company (y si es necesario, os recordamos su paso por Queen). Este primer álbum homónimo de Bad Company se fraguó en el otoño de 1973 de la unión de Paul y Simon Kirke (batería y compañero en Free) con Mick Ralphs (guitarrista tremendo que tocara en Mott the Hoople) y Boz Burrell (bajista, entre otros, de King Crimson). Un buen cuarteto, una reunión de genios rebotados de otras aventuras.


La banda contó con la ayuda de Ron Nevison en la grabación y las mezclas, que se hicieron en los estudios Headley Grange en Hampshire con la unidad móvil de Ronnie Lane. El artwork lo realizó Hypgnosis. Con este cuadro, solo faltaban unas buenas canciones para triunfar. Al fin y al cabo, estamos hablando de música.

Pocas canciones tan míticas como I can’t get enough, de reconocible riff, grandioso solo y gran estribillo, un clasicazo rock donde la magia de Ralphs y Kirke se mantiene imperecedera más de cuarenta años después. El feeling blues se cuela en Rock steady, con una fantástica interpretación de Rodgers. La figura de guitarra se repite a lo largo de toda la canción apoyada en otra buena batería. Brutal final. Ready for love trae una calmada tonada a lo largo de un medio tiempo de energía contenida. Burrell destaca en el conjunto y el piano que va y viene a lo largo del corte marca un punto melódico y rítmico interesante. La canción fue rescatada por Ralphs del All the young dudes (1972) de Mott the Hoople, consiguiendo darle una nueva vida, otro de los grandes de este álbum. No puedo dejar de acordarme de The Beatles en Don’t let me down. Quizá por el parecido al corte de mismo título de los de Liverpool, quizá por los arreglos melódicos. Sorprende el saxo en el interludio tras el primer estribillo, efectivo, seguido de un sentido solo de Ralphs.



Otro de los puntos fuertes abría la cara B del vinilo, este Bad Company. La mejor interpretación de Rodgers, sobresaliendo en un corte con mucha tensión, lleno de detalles (el piano, los adornos de batería, el toque preciso del bajo, los cambios de tempo) y rematado con otro estupendo solo de Ralphs, el rey de este disco. Una de las grandezas de Bad Company radica en los cambios que protagonizan cortes como The way I choose, otra balada arrastrada por el fango blues (por momentos parece un vals), muy emocional, donde su aparente sencillez agarra nuestra atención con el ritmo, un delicado puente y un largo estribillo, y otro acertado arreglo de viento. Tras la calma otra tormenta rítmica con Movin’ on, de mis favoritos. Esa batería alucinante, el riff machacón, el puente y el estribillo, otra historia de vida en la carretera, genialidad la parte central con Burrel muy inspirado también. Y cerramos con otra joya acústica. Seagull mantiene una sencillez melódica base sobre la que Rodgers se sale, por técnica y sentimiento: «here is a man asking the question/is this really the end of the world». Un toque folk para cerrar esta obra maestra.

Alcanzó el número uno en Estados Unidos y despachó un millón de copias en poco tiempo, gracias a dos singles tan exitosos como Can’t get enough y Movin on (ambas compuestas por Ralphs). Desde entonces ha recibido cinco discos de platino en el mercado yanqui y se calcula que ha despachado otros tantos en el resto del planeta. Una burrada bien merecida, un clásico, una obra maestra del género.

1 comentario:

  1. Grandisima reseña a uno de mis albums top de mi discografica personal.Fan incondicional de Free,Bad Company y de mi idolo Paul Rodgers.Graciasss

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