ZEPPELIN ROCK: CRÍTICA de la película JACK FALLS (Paul Tanter, Alexander Williams, 2011): Reseña

viernes, 8 de octubre de 2021

CRÍTICA de la película JACK FALLS (Paul Tanter, Alexander Williams, 2011): Reseña

 


by King Piltrafilla (@KingPiltrafilla)



Jack Falls es una película británica que nos cuenta cómo el expolicía Jack Adleth, un agente veterano de diversas operaciones encubiertas, sobrevive tras un intento de asesinato en Amsterdam y regresa a Londres para vengarse de los que le han querido quitar de en medio. Sin embargo, su regreso a casa va a ser de todo menos placentero ya que va a hacerle enfrentar a su pasado, el hampa y algunos de sus antiguos compañeros en la policía que también quieren verle muerto. En su lucha tendrá la inestimable ayuda de Natasha –la hija y heredera de un imperio del crimen- y la compañía de algunas alucinaciones, -producto del tiempo que estuvo sin respirar tras recibir el disparo- que como manifestaciones personificadas de su sexto sentido le salvarán la vida en más de una ocasión y le atormentarán en otras. 





Amiguitos, resulta que Jack Falls finaliza la trilogía iniciada por Jack Says (2008) y Jack Said (2009) y está basada en una novela gráfica de Paul Tanter, algo de lo que –sinceramente- no tenía ni idea. Su grafismo, el blanco y negro –con ligeros toques de color- en que está rodada y su origen en el papel juega en su contra ya que –al menos en mi caso- remite demasiado a la estética de la milleriana Sin City y aunque a alguien le sirva como reclamo, también puede provocar la desidia entre los posibles espectadores al hecerles creer que se van a encontrar a una burda copia de la cinta dirigida por Miller y Rodríguez. Sin embargo o puedo decir que ahí acaban las similitudes ya que se trata un producto diferente y –salvando las distancias entre una y otra- interesante hasta cierto punto. Además, tengo debilidad por los bajos fondos londinenses, tanto o más cinematográficos que los de Los Angeles, Nueva York o Chicago, a los que el público en general está más acostumbrado. 

En resumen, que sin ser nada del otro mundo amiguitos es un divertimento palomitero sin demasiadas pretensiones, ameno y de calidad aceptable, palabra de King. Ah, y para los que seáis de mi edad, deciros que aparece Martin Kemp -bajista de los otrora célebres Spandau Ballet reconvertido en actor de cine y televisión- en un brevísimo papel. Hace gracia ver que los demás también envejecen como nosotros.

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