ZEPPELIN ROCK: CRÍTICA de la película ROCKTOBER BLOOD (Beverly Sebastian, 1984): Review

domingo, 25 de julio de 2021

CRÍTICA de la película ROCKTOBER BLOOD (Beverly Sebastian, 1984): Review

 


by King Piltrafilla (@KingPiltrafilla)


He aquí, amiguitos, la friki, bizarra a la vez que infumable cinta de 1984 titulada Rocktober Blood, que también tuvo títulos como Rockill, Concierto sangriento o Terror en el concierto. Lo cierto es que no tenía ni idea de su existencia y ni tan sólo la buscaba, pero al encontrarme por casualidad con el póster –con ese tipo con una careta mezcla de Eddie The head y el Ghostface de Scream llevándose a una chica en ropa interior- y enterarme de que se trataba de un slasher cuya acción transcurría en el mundo de la música rock no me pude resistir a conseguir una copia de esa película. La historia comienza de madrugada, en un estudio de grabación en el que Billy Eye está grabando las voces de un tema mientras sus compañeros –entre los que está Lynn, la chica de los coros- charlan en una sala anexa. Después de que todos se hayan ido, alguien asesina al ingeniero de sonido y a su asistente mientras Lynn está tomando un baño en el jacuzzi, lo que no impide que Billy dé con ella e intente también matarla. Pero Lynn se escapa –aunque no se sabe cómo- y la acción se traslada a dos años después, a la presentación ante la prensa del Rocktober Blood Tour, la nueva gira de Head Mistress, la banda de Lynn de quien ya sabemos a estas alturas que es la única superviviente de las más de veinte víctimas de Billy y el testimonio de la cual propició la ejecución de aquel. Cuando Lynn cree ver como Billy se le aparece, su productor la envía a pasar un tiempo en el campo para que se relaje y pueda ensayar tranquila. Como podéis suponer, la pesadilla no ha hecho más que empezar.





Piltrafillas, sabéis que siempre soy sincero y –aunque os hable de una cinta casposa- si os digo que una película es genial, señal de que lo es al menos para mí. Así pues no os quiero engañar, Rocktober Blood es una infame película de serie B con un guion patético, unos personajes sin profundidad, una fotografía de lo peorcito que he visto –si fuese más oscura sería como mirar la portada del Black Album de Metallica- e interpretaciones de pena, amén de una estética eighties de lo más cutre que sólo se salva por la música –y si en los 80 no erais hard rockers, ni eso- y por algunas escenas pretendidamente gore que de lo mal hechas que están provocan hilaridad. Aun así, si la disfrutamos en grupo, rodeados de nuestros mejores amigos rockeros –a poder ser cincuentones, por lo de la nostalgia-, con ganas de reír y pasarlo bien gracias a unas cuantas cervezas frías, el resultado puede ser una tarde de lo más agradable. Curiosa, cuando menos.

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