ZEPPELIN ROCK: THE BYRDS - The Preflyte Sessions (2023): CRÍTICA Review

martes, 3 de octubre de 2023

THE BYRDS - The Preflyte Sessions (2023): CRÍTICA Review

 

The Hunter



Era un niño que nació y creció rodeado de un ambiente culto y bohemio enamorado del folk; en cierto modo, un introvertido chico de campo, hipersensible y bipolar; el hijo, en fin, de una familia californiana acomodada de difícil personalidad; un músico, también, curtido en el bluegrass que nunca había tocado el instrumento por el que sería reconocido; un doble, por decirlo de algún modo, de Brian Jones "reclutado" para atraer a las chicas. Y cómo acabó este disfuncional conjunto siendo una de las bandas más influyentes de la historia es un misterio, ¿o no?



Porque -hay que decirlo- ese enamorado del folk, Jim McGuinn, claro, era alguien con una visión muy clara que le había llegado en forma de single de una banda de Liverpool; ese chicarrón de Kansas que respondía al nombre de Gene Clark resultaría un prolífico y mágico compositor, el secreto mejor guardado de los 60; el tal David Crosby, con su talento para las armonías estaba destinado a hacer historia; si Chris Hillman dominaba la mandolina, ¿por qué no iba a hacerlo con el bajo?, ¿y por qué no iba a tener a buen recaudo el tarro de las esencias para cuando hiciese falta? (que me aspen si las mejores canciones del superlativo Younger Than Yesterday no son las suyas); y Michael Clarke, al que conocieron tocando los bongos en la playa, no sería el mejor baterista de la historia pero compartir banqueta con reputados músicos de sesión como Hal Blaine y no notar la diferencia algo querría decir. Aunque puede que todo esto no significase nada si no fuera por Jim Dickson que al abrirle las puertas de los World Pacific Studios los cinco músicos pudieron aprender a base de ensayos lo que significaba convertirse en una banda.



Durante esos ensayos grabados, verían la luz varios de los temas que conformarían su debut de 1965 y, lo que es más importante, vería la luz su sonido característico; ese sonido claro, preciso, a la par que denso y complejo, donde las melodías de Clark eran cinceladas por la guitarra de McGuinn y pulidas por las armonías de Crosby. Además de "I Knew I´d Want You", "It´s Not Use" o "You Won´t Have To Cry" adentrarse en estas cintas del sótano de los Byrds nos da la oportunidad de conocer gemas que no se incluirían en ninguno de sus trabajos. Piezas de incalculable valor, me refiero, como el pildorazo beat de "You Movin", que nos traslada de inmediato a la pista de baile del Ciro´s, la más garajera "Boston", la moderna elegancia jazzística de "The Airport Song" (The Byrds volando ya a ocho millas del suelo) o la melancólica belleza impregnada de lirismo de "You Showed Me", "For Me Again" y "The Reason Why". Como subir a lo alto de una colina a esperar el amanecer de una nueva jingle-jangle morning.

No hay comentarios:

Publicar un comentario