Pocas son las novedades editoriales que cayeron, aunque algunas hay. Suelo tirar últimamente de viejo, de libros comprados y almacenados, de otros que tengo pendientes y que, hoy en día, uno puede encontrar a muy buen precio por la Red. En fin, creo además que este próximo año voy a seguir la misma técnica, que no es otra cosa que leer más que aquello que de verdad me interesa o lo que me aconsejan los buenos amigos aunque a veces se equivoquen. Pocos best-sellers vais a ver por aquí. Quizá leí algunos más, escolares o estudios de otro tipo que no vienen al caso pues para mí solo sirvieron de herramienta para mis trabajos. Lo de aquí abajo creo que no me disgustaron para nada, y prueba de ello es que los terminé. Sí, desde hace un tiempo no termino algunos libros. Si después de 100 o 150 páginas no me llegan a enganchar, pues marchan al depósito de cadáveres, aunque algunos los escabecho y los conservo como en un limbo (o quizá mejor fuera decir un purgatorio) del cual quizá salgan algún día como segunda oportunidad que les dé uno. ¿Quién sabe si no pasará con el voluminoso Vida y destino de Vasili Grossman que con tanto ímpetu me aconsejaron, o con ese otro, la colección de cuentos de Juan Eduardo Zúñiga titulada Largo noviembre de Madrid cuyo progreso en la lectura se me terminó resistiendo. Como esto de listar los libros leídos es la primera vez que lo hago, no sé tampoco si los memorables Auto de fe, de Carlos Rojas y Música para camaleones, de Truman Capote, me los leí al principio de este año o a finales del anterior. En fin, me pasa esto por no dejar registrado también tales datos sobre las lecturas que uno hace, que, imagino, a pocos excepto a mí interesan (no, a mi familia tampoco, ¿qué os pensáis? Aquí cada uno lee lo suyo y no se mete en lo que el otro tiene en sus manos).