ZEPPELIN ROCK: TEARS FOR FEARS - Songs from the Big Chair (1985): CRÍTICA Review

jueves, 5 de octubre de 2023

TEARS FOR FEARS - Songs from the Big Chair (1985): CRÍTICA Review

por Dani Matute (@dmatuteb)




Hoy os voy a hablar de este disco de Tears for Fears, que lleva por título Songs from the Big Chair. Recuerdo ponerme una y otra vez los videos musicales de sus tres principales temas. Posiblemente son las canciones que más veces escuché por voluntad propia entre los 12 y los 15 años. También me tragué un documental ad hoc que hicieron para promocionar el disco, Scenes from the Big Chair. Y vi los clips en tantas oportunidades que me quedaron secuelas de las que no tuve consciencia hasta mucho más tarde: mirando fotos de mis 18 años, me di cuenta de que, durante esa época, llevé un peinado bastante parecido al de Roland Orzabal. Yo, que siempre creí que me lo dejé largo por la típica rebeldía de juventud y ascendencia rockera. Y no. En serio, esas fotos me recuerdan más a Orzabal que a Morrison, que sería mi intención primigenia de ir de guay (las fotos por privado jeje).



Bromas aparte, Songs from the Big Chair es uno de los álbumes grandes de los 80. Ya lo consideremos solo pop, poprock, progresivo…Lo que podemos asegurar es que fue un éxito y, además, uno de los primeros discos donde se usaron técnicas modernas de grabación que luego serían muy normales: programaciones MIDI, drumulator y toda esa mandanga. Grabado a caballo de lo analógico y lo digital. Por eso, como explicaban en el documental, fue muy difícil llevar al directo aquel disco. Y más teniendo en cuenta que no se esperaban el tremendo éxito que tuvieron y que les obligó a embarcarse en una gira mundial.

El vinilo que tengo yo debe ser una segunda edición española. He buscado en discogs y no aparece por la referencia. Es una versión cutre a nivel artístico: se ahorraron la funda interior que debía venir con fotos, letras e información. Es raro porque debe llevar, mínimo, 30 años en mi pequeña colección, es decir, no es de segunda mano ni reedición moderna. Fue comprado en el mítico Madrid Rock, como atestigua el plástico exterior que aún conserva, en una de mis muchas visitas a aquel templo de la música. Es más, juraría que este LP y el trabajo anterior del grupo, The Hurting, los compré todavía en la tienda de la calle Mayor en la misma excursión. Con el tiempo, también me lo pillé en versión CD donde sí viene el arte interior.



El disco consta de ocho temas. Su título viene de una película llamada Sybil, que iba de una chica que tenía 14 personalidades distintas y solía sentarse en una gran silla cuando cambiaba y hablaba con su terapeuta. Ellos decidieron que sus 8 canciones eran tan distintas entre sí que encajaba el título a la perfección. Aunque en la portada sólo aparecen Roland Orzabal (voces, guitarra y teclados) y Curt Smith (voces y bajo) en este disco también aparecen en nómina el teclista Ian Stanley y el batería Manny Elias. La mayoría de las canciones están firmadas por Orzabal y, acompañado según el caso por algún otro miembro de la banda. Está producido por Chris Hughes, que era el batería de Adam and the Ants. Y su pasado a las baquetas se nota en el trabajazo de la percusión y de la base rítmica en todo el disco. Tras este pelotazo trabajaría con Robert Plant, Paul McCartney, Peter Gabriel, Jon Bon Jovi, Ric Ocasek



¿A vosotros también os pasa que ponéis banda sonora a ciertos lugares recurrentes? Por ejemplo, cuando veo acantilados, suena en mi cabeza el primer corte de la cara A: “Shout”. Sí, claro, en mi caso la culpa es del clip de esta canción, ambientado en la Costa Jurásica de Inglaterra. Temarraco, como dicen algunos por este blog, de proporciones bíblicas. Cómo suena esa batería (tocada en este caso por el productor Chris Hughes), cómo nos incita a gritar Orzabal, cómo nos mueve el solo de bajo de Smith y el solo de guitarra de Orzabal. La verdad es que el tema suena muy pesado (me imagino que eso lo intenta aprovechar David Draiman en su versión con los Disturbed). Llegó al número 1 en USA. El siguiente tema, “The working hour” es muy diferente, mucho más pausada, con el saxo como protagonista.

Como tercer corte encontramos otro de esos monumentos musicales conocidos por todos, da igual el estilo de música que prefieras: “Everybody wants to rule the world”, también número 1 y versioneado hasta el cansancio. Si se tuviese que elegir un solo tema para ilustrar la música de los 80, este es el tema. Los que saben de música me dicen que es un caso extraño de éxito con un compás 3 por 4 cuando lo normal suele ser un 4/4. Lástima que no tenga ni idea de música para poder apreciar bien la diferencia. Por ejemplo, Michael Jackson intentó hacerlo en el Bad con “The way you make me feel”. 

Cierra la cara A el tema que se extrajo como single adelanto del disco, “Mother’s talk” una canción de tintes nucleares y apocalípticos: en aquellos días se instalaron en Inglaterra silos de misiles americanos. De nuevo la base rítmica brilla.



Abre la cara B con “I believe”. Mucho más atmosférica, más cercana al jazz, al soul, muy al estilo de los que harían en su siguiente larga duración. Sin transición, llega “Broken”, prácticamente instrumental, muy progresivo, que suena a una jam session de los Yes con los Asia y que parece una mezcla de dos canciones. De hecho, es así, como lo demuestra el siguiente corte “Head over heles/Broken”. Y esta melodía suena en mi mente cuando entro en una biblioteca (bueno, otras veces me suena el Aria para la cuerda de Sol, de Bach, en este caso culpa de la película Seven). Como ya estaréis imaginando, resulta que el clip de la canción está ambientado en una típica biblioteca británica.

Para cerrar, “Listen”, casi un instrumental donde colabora Marilyn Davis en las voces muy al estilo Great Gig in the Sky, de los Pink Floyd.

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