El libro viene precedido de enormes elogios de fuentes dispares, lo cual suele prepararme en contra. No suelo acertar con el gusto común, prefiero las minorías, la basurilla, lo raro. Pero Zanes se ha marcado un gran relato. Lo divide en tres partes asociadas a tres momentos de su relación con Petty: cuando escuchó su música por primera vez en la radio, cuando en una fiesta en su casa le presentó a Jeff Lynne y George Harrison justo en mitad del plan maestro para formar The Traveling Wilburys y el día que hablaron de escribir una biografía. En medio, narra de manera apasionada, concreta, engarzando la parte artística con la personal con delicadeza, sin sangre, eso sí, no sea que no nos autoricen el libro al final, pero sin callar lo esencial. Las páginas vuelan, las canciones vuelan. La edición, bien encuadernada, incluye una parte central con fotografías de diferentes épocas y un índice onomástico que hace fácil la consulta.
Así que si no eres fan de Tom Petty y The Heartbreakers no leas este libro, sálvate. Y si eres fan y aún no lo tienes, aparta de la iglesia del santo Tom y deja tu sitio a los nuevos fieles.
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