ZEPPELIN ROCK: MONKS - Black Monk Time (1966): CRÍTICA Review

martes, 21 de diciembre de 2021

MONKS - Black Monk Time (1966): CRÍTICA Review

 


 por JLBM



Pasada la Segunda Guerra Mundial el ejército estadounidense fue uno de los poderes de ocupación en la Alemania de post guerra. El auge de la Guerra Fría convirtió la presencia militar norteamericana en parte integral de la sociedad de Alemania Occidental.


Es a mediados de los 60 cuando cinco militares estadounidenses destinados en Alemania decidieron formar una banda que aunase de manera integrada la música de Chuck Berry con los nuevos sonidos llegados con la Invasión Británica. Pero aquello se les fue de las manos.

Aquellos cinco tipos decidieron llamarse The Monks y recorrieron los mismos tugurios de Hamburgo que los Beatles habían frecuentado pocos años antes, al tiempo que en base a la experimentación iban definiendo su sonido y su imagen.

Cuando los integrantes de los Monks se licenciaron decidieron permanecer en Alemania en lugar de regresar a su país, comenzando una leyenda que les convirtió por derecho propio en una banda de culto.

Dave Day, la guitarra rítmica que se convirtió en banjo rítmico, Larry Clark, el organista directamente salido del coro de una iglesia, Roger Johnston, el baterista de las baquetas endiabladas, Gary Burger, el guitarrista y vocalista que cantaba lo que otros negaban, y Eddie Shaw, el guitarrista reconvertido en bajista, eran los cinco miembros originales de los Monks, una banda de la que puede decirse que realmente se adelantó a su tiempo.

En marzo de 1965 Polydor publicaba el primer y último álbum de The Monks. Black Monk Time no gozó de repercusión mediática ni comercial, pero con el paso de los años mejoró su reputación, su influencia y su importancia y llegó a ser considerado como uno de los primeros, por no decir el primero, álbumes punk de la historia. Sin entrar a catalogar o a generalizar, algo realmente complicado con la música de estos tíos, lo verdaderamente cierto es que la primera escucha del Black Monk Time deja al oyente absolutamente alucinado.

Black Monk Time es sin duda un artefacto que fusiona la música del pasado con la del futuro y que realmente no llega a sonar como nada hasta ese momento catalogado, algo que ni siquiera en la actualidad consigue. Los soldados habían rapado sus cabezas y vestían túnicas. Una llamada de atención que no hubiese significado nada si su música resultase inocua, pero es sabido que ha nadie que la escuchase dejó indiferente.



Definir el sonido de Black Monk Time puede resultar complicado, pero se sintetiza si pensamos en un vocalista histérico y arrogante, ritmos tribales rodeados de distorsión en guitarra, bajo y órgano y un extraño y sorprendente banjo amplificado que los Monks usan únicamente como instrumento rítmico. Podría sonar a garage sesentero, podría sonar a Invasión Británica, podría sonar a proto punk, pero suena a la vez como todos ellos y como ninguno, adquiriendo una personalidad propia y arrebatadora impregnada de una locura ancestral que dota al álbum de un encanto incuestionable. Cualquiera que sea la etiqueta con la que se quiera encasillar Black Monk Time no describirá exactamente el sonido de este disco, un trabajo gloriosamente original que hay que reivindicar. Un trabajo pensado sin ningún tipo de afán comercial y que debió dejar alucinados a los pocos alemanes que lo escucharon tras su publicación en 1966, y se puede decir que no hubo nada similar hasta la aparición años más tarde de los Pretty Things.

Black Monk Time es un álbum lleno de angustia política y una emoción impulsada por un poderoso y crudo rock and roll. Una intensidad y un desparpajo que no volverían a ser vistos hasta pasados diez años. Un álbum cuyo sonido duro, oscuro, cáustico, completamente sin sentido y lleno de energía le convierten en ese clásico fundamental que es hoy en día. Rock and roll primitivo en su versión más cruda.

Temas como "Complication", citado a menudo como su pieza maestra, o la trilogía sin sentido compuesta por "Higgle-Dy-Piggle-Dy", la icónica "I Hate You" o "Oh How To Do Now", cuyo estribillo suena 49 veces, ni una más, ni una menos, son la muestra perfecta del tipo de sonido que los Monks ¿inventaron? Aquellas guitarras distorsionadas, ese bajo sobre amplificado, el órgano eclesiástico elevado a la enésima potencia, la voz histriónica de Burger y el añadido extra de ese banjo eléctrico de seis cuerdas definen una música que temas como "Blast Off", "Monk Time" y "Shut Up" apenas pueden explicar en esta amalgama de lírica anti belicista y de odio a la novia propia, precisamente cuando todos cantaban al amor.

Una interesantísima historia la de los Monks, fabulosamente recogida en Black Monk Time, el libro que escribía Eddie Shaw, el bajista de la banda. Un disco único de una banda única que merece ser tenido en consideración por su importancia ¿histórica?. Tal vez si en vez de en Alemania se hubiese publicado en otros lares estaríamos hablando de otra cosa.

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