ZEPPELIN ROCK: Crítica de "El enigma de otro mundo" (Christian Nyby, 1951): Reseña

martes, 13 de noviembre de 2018

Crítica de "El enigma de otro mundo" (Christian Nyby, 1951): Reseña


por Möbius el Crononauta



Vigilad el cielo, no os descuidéis. Vigilad. ¡Seguid vigilando el cielo!

Esa que acabáis de leer es una de las frases míticas por excelencia de la ciencia ficción cinematográfica. No hay mejor manera de acabar un sci-fi 50s que con una escena apocalíptica y un aviso paranoico. El enigma... de otro mundo suele ser citada para referirse al famoso remake de John Carpenter (¿la obra maestra de Carpenter? Yo desde luego es lo mejor que le he visto) o como una de las veladas influencias para la trama de Alien, el octavo pasajero. Pero El enigma... de otro mundo tiene sus méritos propios, aunque, sin que sirva de precedente, y como suelen afirmar los que han visto ambas versiones, el remake de Carpenter sea superior.




El enigma... de otro mundo fue obra de la productora de Howard Hawks para la RKO. Recién fundada por el veterano productor y director, la Winchester Pictures Corporation no duraría mucho, pero dejó para el recuerdo este clásico de la ciencia ficción, que bebía de los arquetipos del cine de terror. La verdad es que a veces sorprende ver el nombre de Hawks asociado al de un viejo film de ciencia ficción, pero en definitiva, este hombre hizo y rodó de todo durante su carrera.




Aparte del bicho del espacio exterior, el otro enigma que acompaña a este título es el grado de participación que Hawks tuvo en la dirección del film. Hawks siempre negó cualquier responsabilidad más allá de sus labores de productor, apoyando así al director acreditado, Christian Nyby, verdadero autor del film, según la versión de Hawks, aunque por supuesto discutieran aspectos técnicos como harían cualquier productor y director. James Arness, el actor que se enfundó en el disfraz de la remolacha espacial, confirmó esta versión, sin embargo otros miembros del equipo técnico afirmaron que Hawks pasaba más tiempo en el plató que fuera, mirando por encima del hombro de Nyby y ejerciendo de director en la sombra. Imagino que atribuirle todo el mérito de la dirección a Hawks sería exagerado, y lo más probable es que el afamado director tan sólo dictara las directrices para alguna que otra escena, o lograra influir en la opinión de Nyby. Supongo que es imposible saberlo, por tanto, que cada cual piense lo que quiera.




Otro rumor apunta a que tras el guión de Charles Lederer (basado en un relato corto) se esconden la colaboración del prestigioso guionista Ben Hecht y de todo un William Faulkner, ambos amigos de Hawks. Aunque puedo creerme lo de Hecht, me cuesta imaginarme a Faulkner discurriendo sobre alienígenas matones e invencibles. ¡Aunque en Hollywood todo es posible!

El gran acierto de El enigma... de otro mundo fue traspasar el arquetipo argumental del grupo de personas encerrados en una casa enfrentados a una fuerza maligna, típico del cine de terror, al género de la ciencia ficción. Es una fórmula sencilla pero muy efectiva, como demostraría años más tarde la cinta de Ridley Scott. En este caso, en lugar de un vampiro, una creación de un médico de Centroeuropa o un zombie teníamos a un ser del espacio exterior, que en su aspecto final en el film recuerda, ciertamente, al mítico monstruo del doctor Frankenstein.




Y es que el maquillaje y el aspecto visual del alienígena fue lo que dio verdaderos quebraderos de cabeza a Lee Greenway, el jefe de maquillaje, para dar con una fórmula que gustara a Howard Hawks. Tras muchos intentos Hawks finalmente le pidió a Greenway que ideara una cabeza en la línea del viejo maquillaje del monstruo de Frankenstein. Los resultados fueron aceptables, pero en opinión del cuerpo técnico los primeros planos arruinarían la fantasía. Por lo tanto el monstruo fue filmado lo menos posible hasta el desenlace final, y si aparecía en pantalla nunca tenía un primer plano, lo que redundó en beneficio de la historia. Y es que la vieja teoría que esgrimían los productores de Cautivos del mal era tan correcta entonces como ahora, y años después del estreno de esta cinta, Spielberg pudo comprobar, debido a otros problemas técnicos distintos al maquillaje, esta gran verdad.




El enigma... de otro mundo parte, por tanto, de una trama muy sugestiva, y que a lo largo del film es llevada con acierto por Nyby, Hawks o el Espíritu Santo. El guión es consistente, deja respirar a la historia, llevada a su propio ritmo, sin que aparezcan alienígenas a los cinco minutos. En muchos sentidos El enigma... de otro mundo se parece a otros films míticos del género en aquella época como Planeta prohibido o Ultimátum a la Tierra al no seguir la fórmula establecida por las películas de ciencia ficción de la época. La cinta de Nyby es inferior a los títulos citados, pero sobresale por encima de las demás gracias a su original planteamiento (hoy ya manido, pero no en 1951) y a unos arquetipos (como la inevitable chica del prota) que quedan en segundo plano. Seguramente lo que más pueda rechinar de la película, vista hoy en día, es el personaje del científico jefe, retratado de forma casi maniquea y cuyas acciones en el film van más allá de la lógica. Pero ese tierno dislate sirve como contrapunto al protagonista y los personajes que le rodean, ayudando además a crear algo de tensión y sorpresivos sustos del guion.




El enigma... de otro mundo no es La cosa o la citada Alien, pero no sólo se estreno mucho antes que éstas, sino que además es un buen film de ciencia ficción. No tan bueno como otros, pero cumple su función, que es entretenernos durante hora y pico. Y tiene unas escenas con doble (ya sabe, esos que se juegan el pellejo) ardiendo que son tan espectaculares hoy en día como entonces. Y tienen, además, el mérito de que entonces la técnica para prender fuego a las personas no estaba establecida como ahora. No sé si en plena era del CGI ver a tipos ardiendo se puede considerar espectacular, pero por suerte para mí cuando vi esta peli por primera vez, hace ya mucho, tenía la mente inocente y pura de un adolescente yanqui con granos en los primeros 50.



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