ZEPPELIN ROCK: Crítica de "Los tres días del cóndor" (Sydney Pollack, 1975)

martes, 18 de septiembre de 2018

Crítica de "Los tres días del cóndor" (Sydney Pollack, 1975)


por Möbius el Crononauta



En 1991 demandaba el director Sidney Pollack a una cadena de televisión danesa por emitir su Three Days of the Condor (Los tres días del Cóndor) en el sistema pan and scan, ese sistema que consiste en recortar los bordes de la imagen para que una peli en pantalla panorámica se ajuste a los televisores de andar por casa. Esto sobre todo cuando en las casas no había plasmas, ni HDs, ni televisores finitos y alargados, ni nada de eso. Pollack perdió por un tecnicismo, pero el tribunal en cuestión le dio la razón: recortar una película de esa manera era un atentado contra el arte. Como creo que comentaban al caso (o a lo mejor no lo comentaban... ah, neuronas, ¿para qué os quiero?) en un documental cuyo nombre no recuerdo (pero si algún día lo hago os hablaré de él, estaba interesante), utilizar el pan and scan era como ir a un museo y echar brochazos a Las meninas o algo parecido. Y sin embargo, se hace continuamente. Y es que, al fin y al cabo, las bandas negras son nuestras amigas. Como ya dijo Chuck D.



Todo esto viene a que es una lástima que un film tan excelente como Los tres días del Cóndor se contemple cercenado y en formato raruno. La verdad es que recuerdo casos que eran realmente alarmantes, con personajes que cogían cosas fuera de plano, y que hablaban a media cara de un tipo, y otras escenas delirantes. Normalmente el recorte no se hacía tan a lo bestia, pero recuerdo casos, los recuerdo. De todas formas están ustedes leyendo un blog escrito por un tipo que se crió con pelis sabáticas en los mil y un formatos, con pelis setenteras que cambian de doblaje cada dos o tres secuencias, y con héroes patilludos que parecían hablarle a un jarrón. ¿Cinéfilo? Seh, pero con el culo pelado. No lloraré si a Robert Redford no se le ve el Rolex. Ya lo hará el gafapasta Subotai por mí.




Bueno, entrando en materia, Los tres días del Cóndor es uno de los mejores y más entretenidos thrillers de los año 70, y eso, teniendo en cuenta que aquella década fue prácticamente la era dorada de los thrillers con aires políticos, es decir mucho. La trama de partida (Six Days of the Condor, una novela de suspense y espías hija de Vietnam y el Watergate) ya era excelente. A diferencia de la mayoría de thrillers actuales, en aquella década se combinaba perfectamente acción con historias sucias de gobiernos tramposos, democracias secuestradas por poderes ocultos y conspiraciones de agencias gubernamentales. Vamos, que el bueno podía pegar tiros o escaparse de los malos mientras en el trasfondo de la historia Nixon se meaba en los Padres Fundadores.




Y Los tres días del Cóndor encaja dentro de esos parámetros. El prota, un tal Joseph Turner (por supuesto, Robert Redford, las patillas más políticas del cine de aquellos días), trabaja en una curiosa división de la CIA: un grupo de intelectuales que leen novelas de espías, policíacas y demás para pergeñar teorías y conspiraciones que puedan hacer daño al Tío Sam, para luego compulsarlas con un ordenador y enviar sus conclusiones a los jefazos de la agencia de información. Pero el pobre Turner hilará demasiado fino con una de sus teorías, y eso le meterá en problemas. Comienza el juego del gato y el ratón. Su única aliada será una tipa a la que secuestra por la calle, Kathy (Faye "pómulos de acero" Dunaway).




No es que la filmografía de Sydney Pollack esté construida a prueba de bombas (¿la de que director lo está?), pero como si hubiera querido contrarrestar un remake innecesario (Sabrina), el paisano de Axl Rose (sí, ¡ambos son de Lafayette, Indiana!) dejó unas cuantas perlas del cine norteamericano de las últimas décadas: Danzad, danzad malditos, el romance-de-poder-atómico Tal como éramos, Tootsie, Memorias de África... y algunos más. OK, no he visto Tal como éramos, pero es un título importante en la filmografía de este señor, aunque contemplar un romance entre Redford y Barbra Streisand no está entre mis prioridades. Aunque si hubiera de elegir un solo título de Pollack, creo que tendría pocas dudas: Los tres días del Cóndor es su película definitiva.




El trabajo de Pollack (y el de su montador, imagino) es impecable. El ritmo no decae desde que la trama entra en el meollo del asunto; es de esos montajes que convierten casi dos horas de film en un suspiro de puro entretenimiento. Con unas pocas secuencias dedicadas a un inevitable romance, en Los tres días del Cóndor solo hay espacio para tramas políticas, carreras, trampas a sortear, juegos de ingenio... y conversaciones, tan bien llevadas que valen por escenas de tiros y persecuciones en coche. Hay secuencias para ser analizadas plano a plano, como la excitante pelea entre Redford y cierto empleado del gobierno que no es lo que parece. Es una pelea agitada, no demasiado cruda, pero magnificada por un excelente montaje. Puñetazo, mirada, plano de pistola... y un largo etcétera.




Pero cuestiones técnicas aparte, Los tres días del Cóndor no deja de ser lo que ya he mencionado: un entretenidísimo film de intrigas políticas y cánones del thriller 70s llevados a su máxima expresión, con un Redford tan en su sitio como siempre u una actriz cuyo talento se equiparaba a su temperamento y su bello y cincelado rostro, Faye Dunaway. ¿Hubo actriz que supiera llevar tan bien gorras, gorros y sombreros? No muchas, desde luego. Ella es la reina 70s de los complementos. Y por último, pero no por ello menos importante, Max Von Sydow, el hombre surgido del frío de Ingmar Bergman, que como siempre, cuando puede o le dejan, hace una caracterización pulcra, sencilla y fascinante. Grandísimo actor. Su habitual estilo parsimonioso nunca hará que se le cite junto a las grandes estrellas del Método, pero para mí este hombre es Dios. Y no splo su hijo (es un guiño cinéfilo, esto).




Ya sabéis, hubo una época en que con películas como Los tres días del Cóndor las tardes aburridas de sábado no existían.



1 comentario:

  1. Películón, una de mis películas miticas de los setenta cuando se hacía un cine de intriga política muy interesante. Yo también crecí con SESIÓN DE TARDE, las pelis de la noche del sábado y los peliculones de LA CLAVE con Balbín. Me ha hecho gracia eso del doblaje que cambiaba dependiendo de la secuencia jajajaja... pero es que es cierto! Muy buena entrada. Saludos.

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