Hormiga Trade Center
La hormiga ha llegado hasta el bordillo de la acera y ha trepado por ese acantilado sin ninguna dificultad. Enseguida, sorteando un mar de probabilísimos pisotones, avanza a buen ritmo hasta toparse, triunfal, con la pared del edificio. Lo encara soberbia y acomete el ascenso osadamente, acometiéndolo por el borde de la esquina como quien se desliza por un tobogán. Mueve sus patitas nerviosas por la misma encía del prisma, balanceando a uno y otro lado sus diminutas antenas. Imagino que podéis verla y seguirla con la mirada, como siguen los ojos el coqueto y desdeñoso caminar de una colegiala.
Ella no sabe que escala uno de los ochomiles de nuestra modernidad urbanística, una de la Torres Gemelas del World Trade Center. No parece preocuparse por la altura de esa descomunal y diamantina masa de hormigón en la que el sol pega de lleno a esa hora del mediodía. A velocidad crucero (sin pausa y con prisa), se aleja peligrosamente de su incógnito hogar. La mueve, al parecer, un instinto superior que la empuja hacia el cielo.
Cuando lleva un tiempo incalculable ascendiendo, un avión ha venido a estrellarse contra el edificio, similar y contiguo, a aquel en el que ella anda encaramada. Se para durante no más de un par de segundos, alza la cabeza y, sin pensarlo demasiado, continúa su camino eterno hacia la cumbre. Quizá en unos 18 minutos haya alcanzado la terraza para coger ese granito de trigo que allí espera.
©Ángel Carrasco Sotos
Es el retrato de lo inútil de algunas gestas. La desgraciada no tiene futuro. Más le hubiese valido no subir el bordillo.
ResponderEliminarYo lo que usted diga. Si lo piensa usted bien sí que tiene futuro, pues nunca la veremos llegar al encuentro con ese grado de trigo: un futuro algo inmóvil, pero eterno.
EliminarAh, no, no... que hace unas semanas nos las tuvimos. Yo, lo que usted diga. Si dice que tiene un futuro eterno, lo tiene, aunque sea chafada por el vuelo 175 de UA. Además, el relato es suyo y yo, después de ver que me compara el movimiento de la hormiga al "coqueto y desdeñoso caminar de una colegiala", no tengo más que añadir. :))
ResponderEliminarYo a usted le comparo lo que haga falta; faltaría más.
ResponderEliminarHola, Ángel.
ResponderEliminarUna hormiga que no desfallece, madre mía, qué constancia.
Mira, un valor que sería aplaudible si no fuera porque en este caso está condenada al fracaso.
Genial, Ángel.
Un besabrazo.