ZEPPELIN ROCK: MI PRIMERA VEZ (de cómo el metal entró en mi vida... con un disco)

sábado, 11 de diciembre de 2021

MI PRIMERA VEZ (de cómo el metal entró en mi vida... con un disco)

 





Tengo 13 años, Chernenko está tan enfermo como Andropov, y acaba de estrenarse en Estados Unidos Indiana Jones y el Templo Maldito, pero yo no la veré hasta navidad, cuando se estrene en España. Sigo teniendo los clicks de famobil, impertérritos, al alcance de la mano, pero cada día me apetece menos jugar con ellos. Mis amigos siguen siendo los mismos idiotas, pero ahora no nos importa juntarnos con las nenas y alguno empieza a traer un radiocasete gigante que se come ocho pilas de las gordas en menos de dos horas. Suenan cosas que desconozco, pero me gustan. Recuerdo que la copla de Flashdance no para de tocar junto a Mecano, Michael Jackson, Frankie Goes To Hollywood y los "99 globos" de Nena. Alguien enciende un cigarro, Ducados, y tose, tose mucho y lo pasa al chico de al lado como si fuera un canuto. Yo ni lo toco, no me gusta, pero el juntarnos para oír música sí, y decido que quiero comprar un disco.



En mi casa hay un tocadiscos con tres discos: Un recopilatorio de los Beatles, uno de José Luis Perales y otro de The Platters. Definitivamente, a mis padres no les gusta la música. Yo machaco aquellos discos, pero no es lo que quiero. Ni siquiera sé lo que quiero. Tengo ahorradas, de las vueltas que siso y de mi paga, mil pesetas y estoy de vacaciones así que salgo por la mañana y voy al centro, concretamente a Galerías Preciados, donde hay una sección de discos llena de vinilos y cintas de cassete. No sé por donde empezar, no tengo ni idea de música. Me guio por las portadas, por el nombre aunque los desconozco casi todos. Reconozco a Madonna y me paro en un grupo llamado U2 con la palabra War en la portada que no lo conoce nadie. Sigo pasando discos y sigo sin entender nada. Hay uno de unos tal Pink Floyd que me suena, pero vale más de las mil pelas que tengo en el bolsillo. Así voy desanimándome, pensando que quizás no fue buena idea venir a comprar un disco y es mejor que suba a la última planta donde están los juguetes y entonces lo veo. 

El nombre me suena, pero lo que me impacta es la portada. Un monstruo atado como si fuera un loco en una habitación acolchada. El disco es de esos que se abren como un libro y dentro veo un grupo de chavales como los que veo por el barrio aunque con los pelos más largos comiéndose un cerebro. Es mi disco, lo tengo claro. Vale 900 pesetas, así que lo cojo y lo llevo al mostrador. Me lo llevo. Cuando llego a casa lo pongo en el plato y quedo fascinado: aquello era justo lo que yo quería. Es junio de 1984 y ese disco, mi único disco, daría vueltas y vueltas hasta la llegada del invierno seis meses después. Si hubiera hecho una lista de los mejores del año sólo hubiera podido poner este y eso que era del año anterior. Luego la vida dio incluso más vueltas, hasta hoy, pero una cosa no mudó, y es que ese disco sigue siendo uno de mis favoritos.




2 comentarios:

  1. También es el primer disco de Heavy Metal que compré 🤘

    ResponderEliminar
  2. Vaya debut el suyo Mr. Lo mío más que un Aston Martin fue un Mercedes. Recuerdo aquella primera vez en que mis vírgenes oídos sucumbieron ante ese bestial Restless And Wild.
    Un saludos...

    ResponderEliminar