ZEPPELIN ROCK: Las mejores películas de 1956 - Lo mejor del cine de ese año

domingo, 23 de septiembre de 2018

Las mejores películas de 1956 - Lo mejor del cine de ese año

Gigante.


por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC


Medida la década de los 50 seguimos de lleno en la época dorada del cine, por eso se hace tan complicado obviar joyas y se terminan añadiendo multitud de película ahora olvidadas que merecen ser recuperadas para sumar a los clásicos más evidentes. El western predomina en esta, la que es su década dorada, mientras el Noir sigue con fuerza, con muchos títulos de diverso estilo, así como la Ciencia Ficción, que también vivía una época de esplendor, como he explicado en anteriores entregas, regala clásicos y títulos francamente estimulantes.


Aparajito el Invencible.

1984, de Michael Anderson. La adaptación de la novela de Orwell más conocida es la del 84 (Michael Radford), precisamente, pero ya antes se estrenó esta, mucho menos famosa pero francamente interesante, con Edmond O’Brien como protagonista y dirigida por Michael Anderson, que cuando se embarcaba en la Ciencia Ficción triunfaba (La Fuga de Logan, de 1976).



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Las mejores películas de 1956
(lo mejor del cine de tal año)


A 23 PASOS DE BAKER STREET, de Henry Hathaway. 

Buena película de suspense que satisfará a todo amante hitchcockiano, con sus licencias y momentos forzados o ilógicos, pero gozosa desde que empieza hasta que acaba. Del gran Henry Hathaway, ese director que te hacía cualquier cosas en cualquier género sin aparente esfuerzo, resultando siempre notable. Uno de los directores más regulares del cine clásico, siempre a reivindicar.


APARAJITO (EL INVENCIBLE), de Satyajit Ray. 

La segunda entrega de la “Trilogía de Apu”, otra obra maestra de un director excepcional. Aquí vemos la juventud y deseos de independizarse de nuestro protagonista, seguimos disfrutando de su crecimiento y madurez. Una trilogía indispensable.


ATRACO PERFECTO, de Stanley Kubrick. 

La primera gran obra de arte de Kubrick, enmarcado en el Noir, en el subgénero de robos, que tantas alegrías ha dado a los cinéfilos. Arriesgada y novedosa en su narración fragmentada, es otra oda a los perdedores. Imprescindible.




AL CAER LA NOCHE, de Jacques Tourneur. 

Notable muestra de cine negro por parte del imprescindible maestro Jacques Tourneur. Poco conocida, estoy convencido de que ha sido una gran influencia para el cine de los hermanos Coen o, especialmente, el de Quentin Tarantino.


ALMAS PERVERSAS, de Julien Duvivier. 

Magnífica cinta que mezcla drama y thriller sutil con unos retratos femeninos sorprendentes para la época, que no dejaron indiferente a nadie.


ALTA SOCIEDAD, de Charles Walters. 

Remake musical de “Historias de Filadelfia”, agradable y simpático, que hace pasar un indudable buen rato.


ANASTASIA, de Anatole Litvak. 

La historia de la única superviviente a la masacre bolchevique de los zares, la Gran Duquesa Romanov, con Ingrid Bergman y el calviguapo Yul Brynner. Un clásico romántico inolvidable.




¡ATAQUE!, de Robert Aldrich. 

Aldrich en el bélico, lo que ya es un aliciente. Film denuncia y crítico con los oficiales estadounidenses en la 2ª Guerra Mundial, y su uso indiscriminado de las vidas ajenas, las de los soldados que deben dar la cara en el campo de batalla.


BABY DOLL, de Elia Kazan. 

Antes de la Lolita de Kubrick, Kazan ya había tocado el tema de las niñas precoces. Tennessee Williams adapta su propio texto para rematar este estupendo film.




BOB EL JUGADOR, de Jean-Pierre Melville. 

Otra pequeña joya Noir de robos. ¡Qué bueno era Melville! Y este género no tenía secretos para él. Poco conocida y muy recomendable.


BUS STOP, de Joshua Logan. 

Comedia dramática de gran éxito a mayor gloria de Marilyn Monroe, que exhibe su talento para el género… Y es que ella eleva la película, si bien todo el reparto está excelente.


CALABUCH, de Luis García Berlanga. 

Obra maestra de nuestro Berlanga. Una comedia encantadora, una oda a la ingenuidad, la vida rural, el costumbrismo y la esencia misma de la felicidad. Todo ello con el característico estilo coral del director.


CALLE MAYOR, de Juan Antonio Bardem. 

Sin duda una de las grandes películas que ha dado el cine español y la obra maestra de Bardem, junto con “Muerte de un ciclista“.




CENTAUROS DEL DESIERTO, de John Ford. 

Para muchos el mejor western de la historia y una de las mejores películas de todos los tiempos. Poco más que añadir. El talento destilado y depurado del mejor director de la historia en una obra dura, poética, divertida, áspera, reflexiva, madura, profunda, con un antihéroe antológico y planos que son el cenit del celuloide. Imprescindible para cualquier cinéfilo que se precie.


CRIMEN EN LAS CALLES, de Don Siegel. 

Don Siegel y su cine social. En este caso tenemos a un trabajador social intentado reconducir a una pandilla de adolescentes liderados por John Cassavetes. Bastante interesante.


CRUCE DE DESTINOS, de George Cukor. 

Un drama aventurero de Cukor. No es que sea para tirar cohetes, pero se ve con agrado y sus protagonistas tienen carisma a raudales: Stewart Granger y Ava Gardner.




CUERDA DE PRESOS, de Pedro Lazaga. 

La historia de dos guardias civiles que trasladan a un preso capturado por un terreno abrupto e incómodo, da para que Lazaga entregue una excelente película, algo olvidada, a nuestra cinematografía.


EL ARPA BIRMANA, de Kon Ichikawa. 

Una reflexión antibélica con el característico estilo poético y humanista oriental al final del conflicto de Japón con Birmania… Eso sí, no esperen autocrítica con respecto a lo realizado en Birmania.


ELENA Y LOS HOMBRES, de Jean Renoir. 

Renoir dirigiendo a Ingrid Bergman en una comedia romántica donde todos caen rendidos a los pies de la belleza de nuestra admirada actriz. No es para menos…




EL GLOBO ROJO, de Albert Lamorisse. 

Posiblemente el mediometraje más recordado y admirado del celuloide. Es francamente hermoso y poético. Recomendadísimo.


EL HOMBRE DEL TRAJE GRIS, de Nunnally Johnson.

Drama protagonizado por Gregory Peck. Un film que, enmarcado en su época, provocó la inmediata identificación de muchos americanos. Un buen título de gente normal lidiando con errores y circunstancias sobrevenidas.


EL HOMBRE QUE NUNCA EXISTIÓ, de Ronald Neame. 

Un título más que respetado de intriga bélica en la 2ª Guerra Mundial, que destaca por la absoluta precisión y detallismo con que se elabora y desarrolla la trama. Sencilla y entretenida.




EL HOMBRE QUE SABÍA DEMASIADO, de Alfred Hitchcock. 

Remake de la película que el propio Hitchcock rodara en 1934. James Stewart impecable y Doris Day inmensa, junto a la tonada inolvidable que sirve de leit motiv. Una de las joyas más conocidas del maestro.


EL LOCO DEL PELO ROJO, de Vincente Minnelli. 

Soberbio biopic sobre Vincent Van Gogh, al que Minnelli presta todo su colorido y Kirk Douglas y Anthony Quinn (oscarizado por este trabajo) toda su pasión interpretativa.


EL NIÑO Y EL PERRO, de William Wellman. 

Bella, entrañable y tierna película del gran Wellman sobre un joven huérfano que vive con su tío y su relación con un perro que es capaz de maravillosas habilidades. Walter Brennan está, como de costumbre, perfecto. Un cinta no muy conocida ideal para ponérsela a los más pequeños.


EL REY Y YO, de Walter Lang. 

Y nuestro calviguapo preferido vuelve a desbordar romanticismo, en esta ocasión junto a Deborah Kerr en este exitoso y conocido musical. Además Brynner ganó el Oscar con este papel. Ingrid Bergman lo logró por Anastasia, la otra película comentada en la que participó Brynner, precisamente. Deliciosa.


EL SEXTO FUGITIVO, de John Sturges. 

Un buen western de Sturges que tiene grandes dosis de intriga, convirtiéndolo en un trabajo muy entretenido que hará las delicias de los fans del género. Siempre es un placer ver a Richard Widmark, que aquí comparte plano con Donna Reed.


ESCRITO SOBRE EL VIENTO, de Douglas Sirk. 

Obra maestra absoluta del melodrama realizada por uno de sus grandes maestros, Douglas Sirk. Sencillamente excepcional en todo, desde el retrato y desarrollo de caracteres a las reflexiones subyacentes y explícitas. Soberbios Hudson, Bacall y Stack.




FEDRA, de Manuel Mur Oti. 

Mur Oti recupera la figura de Fedra en la versión de Séneca llevándola al presente, nuestro pasado ya, en un pueblo levantino. Un acierto pleno, un pequeño clásico de un excelente director español muy olvidado.


FALSO CULPABLE, de Alfred Hitchcock. 

Uno de los grandes temas estructurales del cine de Hitchcock llevado al título. En un tono casi documental, el director se aleja incluso de su estilo habitual para mostrar en toda su crudeza el sufrimiento de un hombre falsamente condenado, beneficiándose del trabajo de Henry Fonda. Mucho más psicológica, descarnada, real, pero igualmente brillante.


GERVAISE, de René Clément. 

Oscar a la Mejor Película de habla no inglesa, Gervaise es un poderoso drama de una mujer coraje, adaptación de la novela de Émile Zola, que lucha contra un marido alcohólico para mantener a su familia unida.


GIGANTE, de George Stevens. 

Última de las películas protagonizadas por James Dean, un épico drama con un frustrado y cojo triángulo amoroso y legendario trío protagonista. Rock Hudson, James Dean y Elizabeth Taylor. Un melodrama de los que hacen época, un éxito y un clásico absoluto que sigue siendo reverenciado.


GUERRA Y PAZ, de King Vidor. 

Prestigiosa adaptación de la eterna novela de León Tolstói. Maravilloso reparto y fotografía para un hazaña complicada que Vidor sacó con nota. Hollywood en todo su esplendor. Eso sí, es una película larga.




HOJAS DE OTOÑO, de Robert Aldrich. 

Aldrich con Crawford, una pareja a tener muy en cuenta. Un drama intenso donde tenemos elementos de intriga, terror psicológico, comedia romántica e, incluso, Cine Negro, que ganó el Oso de Plata en Berlín al mejor director.


JUBAL, de Delmer Daves. 

Western con reminiscencias shakespearianas, en concreto a Otelo. Y es que el western, como el Noir, acepta todo. Un tenso duelo de actores: Glenn Ford, Ernest Borgnine y Rod Steiger.


LA CALLE DE LA VERGÜENZA, de Kenji Mizoguchi. 

Magistral película de Mizoguchi que se adentra en un burdel de las calles de Tokio, alejado de épocas medievales como en otros grandes títulos suyos, un entorno que conocía a la perfección y que retrata en su día a día con talentosa naturalidad. Obra maestra.


LA CASA DE TÉ DE LA LUNA DE AGOSTO, de Daniel Mann. 

Simpática comedia protagonizada por Marlon Brando y Glenn Ford con trasfondo político y mucha ironía sobre los intentos de americanizar el Japón. Recomendable para pasar un buen rato.




LA GRAN PRUEBA, de William Wyler. 

Entre el western, el cine aventurero, el drama luminoso y la comedia suave, Wyler narra las desventuras de una familia de cuáqueros contraria a la guerra que ve como un hijo se alista al ejército para que no le tilden de cobarde. Un agradable título, aunque lejos de las obras maestras del maestro.


LA INVASIÓN DE LOS LADRONES DE CUERPOS, de Don Siegel. 

Obra maestra del cine de terror con trasfondo anticomunista que ha adquirido dimensiones universales con el pasar de los tiempos. Un referente absoluto, imitadísimo, que ha tenido multitud de versiones, siendo esta de Siegel la más sobresaliente (la del 78 de Kaufman también es brillante). Agobiante, asfixiante, claustrofóbica… Una obra maestra.




LA LEY DE LA HORCA, de Robert Wise. 

Wise, demostrando su competencia en el western, reflexiona sobre la ley y la justicia, sobre un oeste crepuscular y los cambios que irían llegando al mismo en la relación de un ranchero y un joven que lo salva de la muerte.


LA LEY DEL TALIÓN, de Delmer Daves. 

Otro western, no en balde es la época dorada del género. Notable título de Daves con un gran Richard Widmark, condenado a muerte y héroe. Profundo, denso, con mucha acción y reflexión. Había tantas joyas que algunas, como es el caso, pasaban desapercibidas.


LA MONTAÑA SINIESTRA, de Edward Dmytryk. 

Una de aventuras alpinas con Spencer Tracy. Un subgénero que no había tenido muchos títulos reseñables (sólo alguno que otro). Aventuras y buenas interpretaciones. No es ninguna genialidad, eso sí.


LA ÚLTIMA CAZA, de Richard Brooks. 

Western de toque ecologista el narrado por el magnífico Richard Brooks. La amistad, la tolerancia, la libertad y la caza indiscriminada, la necesidad de limitaciones… Primero de los tres westerns que hizo el director.


LA VUELTA AL MUNDO EN 80 DÍAS, de Michael Anderson. 

Repite Anderson, en esta ocasión con una adaptación a Verne, en la que para algunos es la mejor de las versiones, con David Niven y Cantinflas como Fogg y Passepartout.


LOS DIEZ MANDAMIENTOS, de Cecil B. DeMille. 

Un clásico absoluto. La película más cara en su día, y una de las más taquilleras de la historia. Sus efectos especiales fueron una auténtica revolución, especialmente cuando vimos abrirse el Mar Rojo. Además, y para que no falte de nada, en esta historia épica, el reparto es espectacular, liderado por Charlton Heston. Yul Brynner aparece por tercera vez este año.




MARCADO POR EL ODIO, de Robert Wise. 

Como todo cinéfilo sabe, el boxeo es el deporte más cinematográfico que existe. Aquí traigo una de sus obras maestras, protagonizada por Paul Newman, el magistral biopic de Rocky Graziano que realizó Robert Wise. Wise ya tocó el boxeo en la excepcional “Nadie puede vencerme” (1949).


MÁS ALLÁ DE LA DUDA, de Fritz Lang. 

Una brillante cinta de Lang, una intriga Noir en la que el protagonista, para denunciar las deficiencias del sistema legal y la policía, coloca pruebas falsas contra sí mismo. Una idea inteligente que despierta ciertas polémicas en su narrativa, siempre sencilla y fascinante, por su desarrollo. No deja indiferente.


MÁS DURA SERÁ LA CAÍDA, de Mark Robson. 

Y si soberbia era “Marcado por el odio”, magnífica es esta de Robson. Otra obra de arte con el boxeo como telón de fondo. Maravilloso trabajo de Bogart para un título impecable. Robson ya dejó otra maravillosa película de boxeo con “El ídolo de barro” (1949).


MÁS PODEROSO QUE LA VIDA, de Nicholas Ray. 

Quizá menos conocida en la filmografía del director, pero muy potente es este retrato de un hombre que debe tomar cortisona para tratarse una rara enfermedad, lo que le genera desequilibrios y perturbaciones, afectándole en su vida cotidiana.


MIENTRAS NUEVA YORK DUERME, de Fritz Lang. 

Estamos ante una de las películas mejor valoradas por su director, uno de los más grandes de la historia del cine, Fritz Lang, especialmente de su etapa americana, junto a “Furia” (1936) y “Los Sobornados” (1953), casi nada. Una obra maestra que lo tiene todo, y además es un referente del “cine periodístico”.


MI TÍO JACINTO, de Ladislao Vajda. 

Una preciosa película de Vajda, que cuando se adentraba en la infancia, ya fuera de forma sensible o de manera truculenta, tocaba la fibra con talento exquisito. Esta pequeña película es una joya y uno de sus mejores trabajos. Merece la pena, si es que aún no la habéis visto.




MOBY DICK, de John Huston. 

Huston adaptando a Melville con Gregory Peck como Ahab en un clásico aventurero. Se le pueden cuestionar cosas, o no, pero es indiscutiblemente un clásico con infinidad de virtudes.


NOCHE DE PESADILLA, de Maxwell Shane. 

Curioso thriller pesadillesco tan poco conocido como recomendable. Retorcida y rocambolesca, entretenida. A descubrir.


PLANETA PROHIBIDO, de Fred M. Wilcox. 

Inspirándose en “La tempestad” de Shakespeare Wilcox nos regala uno de los clásicos de la Ciencia Ficción de la época, que recordemos se encuentra en uno de sus momentos álgidos. Un clásico de culto.



PRIMAVERA PRECOZ, de Yasujiro Ozu. 

 Ozu retratando y reflexionando sobre las crisis de la mediana edad y la infidelidad como una de sus consecuencias. Siempre con su extrema depuración y exquisita sensibilidad.


SAMURÁI 3: DUELO EN LA ISLA GANRYU, de Hiroshi Inagaki. 

El cierre a la magnífica trilogía de Inagaki, conclusión a una evolución lógica. Una trilogía no muy conocida pero que merece la atención de los más cinéfilos.


SECRETO DE ESPOSA, de Mikio Naruse. 

De nuevo Naruse acude fiel a su cita estos años con otro retrato costumbrista, real y natural, sencillo y sensible, con la mujer como pieza vertebral de su universo.


TRAPECIO, de Carol Reed. 

Reed al frente de un lujoso reparto en una exitosa película. Una gran reivindicación, quizá no la mejor ni más lograda, pero sí de interés, al mundo del circo.




TRAS LA PISTA DE LOS ASESINOS, de Budd Boetticher. 

Otra de esas joyas ocultas, desapercibidas, olvidadas en el tiempo, que rescatamos aquí. Un pequeño western con la venganza como leit motiv que estoy convencido no decepcionará ni a los fans del género ni a los más exigentes cinéfilos desde su sencillez y concisión.


UNA PISTOLA AL AMANECER, de Jacques Tourneur. 

Potente y pasional western de Tourneur con triángulo amoroso en los albores de la Guerra de Secesión. Un muy interesante trabajo del imprescindible director, único creando atmósferas, y muy poco conocido.


UN CONDENADO A MUERTE SE HA ESCAPADO, de Robert Bresson. 

Obra maestra del gran Bresson enmarcado en ese imprescindible subgénero de evasiones carcelarias. 1943, un joven de la Resistencia francesa encarcelado y el plan de fuga ante su inminente ejecución. El estilo único e impecable de Bresson, el maestro del fuera de campo, hace el resto.





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