ZEPPELIN ROCK: Mike Oldfield - Return To Ommadawn (2017): Crítica review

sábado, 21 de enero de 2017

Mike Oldfield - Return To Ommadawn (2017): Crítica review


Erick Delgand




Mike Oldfield regresa 42 años después al disco más aclamado por sus seguidores, Ommadawn. Ahora, en Return To Ommadawn, vuelve a reflejar los momentos amargos, la muerte repentina de su hijo Dougall, de 33 años de edad, el divorcio de su mujer y el fallecimiento de su propio padre.


Sigue resultando curioso, además, que una de las obras cumbre de su discografía, Ommadawn, pronunciado en realidad como “Amadán”, signifique “Idiota” en gaélico, Mike quería añadir partes vocales que no fuesen fácilmente entendibles, por lo que solicitó a Clodagh Simmonds, cantante y compositora irlandesa, que escribiera lo primero que le pasase por la cabeza y lo tradujera al gaélico. Una de las frases era “Soy un idiota”, así es como se produjo dicho título.




Vigesimosexto álbum en estudio y todos los instrumentos interpretados por Mike Oldfield, un total de 22 instrumentos de cuerda: guitarra acústica de acero, guitarra flamenca, bajo, bajo acústico, guitarras eléctricas Gibson SG Standard P90, Fender Telecaster, Fender Stratocaster, Firma PRS, mandolinas, banjo, ukulele, arpa celta; teclados: vox órgano continental, órgano de Hammond, órgano de Farfisa, mellotron, solina, clavioline, piano; percusión: bodhran, tambores de mesa africanos, glockenspiel; otros: penny silba en B ♭, C, D, E ♭, F y G, efectos vocales derivados del Ommadawn original.

Grabado todo por él mismo durante casi un año, Return to Ommadawn se aleja bastante de su secuela Ommadawn, sobre todo para los que esperen una continuación de dicha obra. Lo que sí ha conseguido es regresar a 1975, su etapa acústica y psicodélica progresiva y volvernos a embarcar en un viaje de musical cuya experiencia es única en cada oyente. De manera magistral Mike vuelve a combinar todo su arte con toda la experiencia de sus largos 40 años en el oficio. Nos aventura a un viaje lleno de sentimientos y toda una lección del pedazo de músico que es, ofreciéndonos magistralmente fragmentos musicales difíciles de olvidar, y entrelazados entre sí como una obra maestra de su larga y excelente carrera .




Un largo pasaje a esa belleza musical que intenta darnos Olfield a lo largo de todo el álbum. Distribuido en dos partes el álbum, la primera puede resultar una manera impecable en producción y limpieza en el sonido de los instrumentos. Su introducción en un aura completamente celta, rico en toda clase de partes acústicas cobrando especial protagonismo sus instrumentos de cuerda, desde Fender Stratocaster a mandolinas, pasando por PRS, Gibson y guitarra clásica. Ya llegando al minuto 12 es cuando entran en juego los tambores y la percusión en una marcha pausada entrelazando con partes acústicas y solos de guitarra eléctrica con la firma inconfundible de Mike, junto con los mismos coros del primer Ommadawn recuperados para la ocasión y transmitirlos en el tema.




La segunda parte sigue con ese aire celta, complejo y con más protagonismo de teclados aunque en la misma línea acústica con infinitos cambios de melodía y no de ritmo. Melodías fascinantes donde Mike Oldfield nos demuestra lo mucho que puede hacer regalando al oyente diferentes estados de ánimo e instantes de la primera época de su éxito en aquellos años 70.

Un buen disco para los seguidores de Oldfield que seguro que disfrutarán, un disco que ha realizado en una parte de su vida trágica ,al igual que el primer Ommadawn, que con 21 años realizó y asombró al mundo entero y siempre bajo circunstancias tristes y trágicas de su vida.

Un disco, en fin, que requiere varias escuchas para seguir descubriendo nuevas melodías y auras del maestro Mike Oldfield.

ZR

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