Piltrafillas, la verdad es que mis temores eran infundados y he disfrutado de la visión de La deuda, una cinta que discurre en varios planos –la pura historia de espías maquinando un secuestro y la de las relaciones interpersonales entre las diferentes sensibilidades de Stephan, Rachel y David en su misión por los atractivos escenarios del Berlín de los 60- y dos épocas, en la que descubriremos la razón de la tristeza que empaña la vida de una mujer que debería sentirse feliz y realizada en su papel de abuela, madre y personaje respetado por la sociedad que sin embargo está consumida por el remordimiento. Dejando a un lado la gran parte de la película protagonizada por los jóvenes Jessica Chastain, Sam Worthington y Marton Csokas –muy creíbles en su papel-, el peso del resto de la cinta recae en una eficiente Helen Mirren a la que sin embargo –en mi opinión- supera en emotividad el gran Ciarán Hinds en las pocas escenas en las que aparece. En definitiva, buena fotografía, buen guion, suspense, una acción contenida -a escala humana, nada de efectos especiales o persecuciones inverosímiles- y buenas interpretaciones caracterizan esta puesta al día del cine clásico de espías que os recomiendo.
Nota. Amiguitos, aunque me gustan todo tipo de historias en las que aparezcan servicios secretos como la CIA o el MI5, y aunque en lo político no sienta demasiada simpatía por el Estado de Israel, la verdad es que siento fascinación por su servicio de inteligencia. En ese aspecto, no puedo dejar de recomendaros la lectura de Mossad: La historia secreta, por Gordon Thomas, un documento de lo más completo e interesante sobre la historia de esta organización implacable.
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