El comienzo es arrollador. Morningstar y Shock me son dos singles perfectos, con líneas adictivas y la mezcla justa de puño y seda. En Shock me destaca el estribillo, de manual, un potente órgano y el trabajo de guitarras. Chlorine & wine, canción adelanto, resume, con acierto, lo que Purple contiene: suavidad en la entrada, progresión en la construcción del tema, buen remate, estribillo y arreglos meditados y una gozosa ejecución instrumental (ese solo a dos guitarras).
Aparece Try to dissapear lentamente en el horizonte y muestra los arreglos electrónicos que Baroness van repartiendo a lo largo de todo el álbum. Tema lleno de contención violenta que crece en torbellino hasta la parte final. Ese toque novedoso lo escuchamos también en Kerosen: aunque más seco se agarra a las armonías y los arreglos vocales y se adorna en un experimento sonoro al estilo Baroness.
Ironbell elabora sobre una melodía pop un excelente ejercicio de metal moderno, con una parte central alocada y transgresora. La pesadez que arrastra Desperation burns estalla con una pirotecnia vocal y rítmica alucinante, uno de los mejores del álbum, sin tanta complicación como los anteriores pero con igual efectividad. La final If I have to wake up (would you stop the rain) vuelve a la paranoia melódica de ritmos cortantes y juegos vocales poco habituales hoy en día, demostrando con qué aparente facilidad encajan las letras de Baizley en el entramado sónico.
En definitiva, un gran artefacto sonoro para engrandecer la impecable discografía de Baroness, uno de los grandes del presente siglo.
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