Por Esteban Martínez (@EMartineC)
¿Y con qué nos encontramos esta vez? Con una apuesta por atmósferas profundas que se buscan conseguir mediante largos momentos de calma en donde los teclados y guitarras aportan en función de la generación de paisajes reflexivos. Hermitage entrega por tanto un sonido más limpio que el habitual y donde las narraciones se desarrollan generalmente sobre la calma. En este sentido, 'The greater good' abre el álbum siendo un ejemplo perfecto de lo mencionado, con Fernando Ribeiro relatando a su tiempo para en la recta final (a partir del 3:05) darle fuerza y peso a la canción. Funciona, porque la banda encuentra su punto y el vocalista transmite exactamente lo que el tema pide. Tal como 'Common prayers', que sostiene la línea del relato tranquilo y reflexivo como eje principal. Ni hablar de 'All or nothing', donde la banda se toma todo el tiempo del mundo para entre estrofa y estrofa desarrollar oleadas acústicas en una canción que apuesta por ser el momento más melodramático del trabajo y donde definitivamente escapan de su metro cuadrado para conectar con algo similar a lo realizado por Opeth durante esta última década. Tras una pasada tan personal y profunda tiene sentido que el disco te traiga de regreso con 'Hermitage' (la canción), que se abalanza sobre guitarras y una dinámica (por primera vez en lo que va de disco) más directa, constante y activa. Ahí aciertan, aunque lamentablemente a la vuelta de la esquina tropezarán.
Sin ir muy lejos, las señales de alerta se encenderán en la cara b con los diez minutos conformados 'Entitlement' + 'Solitarian', la primera avanza (demasiado) lento sobre experimentaciones pero fuera del solo final no pareciese entregar demasiado mientras que la segunda es un instrumental bonito que tampoco logra justificarse. Algo se vuelve a enganchar gracias a la dinámica de 'The hermit saints' pero rápidamente 'Apophthegmata' + 'Without rule' volverán a insistir sobre arreglos pesados y aletargados que definitivamente acaban por sacarte del disco.
Nos quedamos así frente a un trabajo irregular, que durante su primera mitad desarrolla pasajes atrevidos y bien logrados, los cuales lamentablemente no se confirman durante la segunda. Se valora la osadía de Moonspell por intentar re inventarse a estas alturas de su carrera pero nobleza obliga a admitir que esta vez la inspiración no ha alcanzado para concretar un disco del todo sólido. Tampoco pasa nada, que la trayectoria no se las quita nadie.
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