Profecías impensadas
NINGÚN profeta lo hubiese sospechado. Aquel gran hombre tomó nuestro Universo entre el pulgar y el índice, lo peló y se lo comió. Así acabó el mundo. Luego, ese hombre siguió caminando, ufano, ajeno a algo que ocurriría un poco después (quizá unos siglos después): otro gran hombre tomaba su Universo entre el pulgar y el índice, le daba unas algo pegajosas vueltecitas, presionándolo levemente, y lo dejaba caer (al tercer intento) por la ventanilla de su coche.
ÁCS
El Universo y su inmensidad inabarcable. Somos apenas la milésima parte de un grano de arena del desierto de Atacama.
ResponderEliminarNo en vano la arena es como el desangre del tiempo de los siglos. Una mierdecilla, King, eso es lo que somos cada uno de nosotros, pequeños ombligos andantes con la barbilla apuntando al cielo. Pobres idiotas llenos de ruido y furia.
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