En aquellos tiempos, yo era una heavy practicante que acudía con los colegas al templo de reunión, o sea, al Canci, uno de esos sitios que falta nos haría hoy. pero eso es una reflexión para otro día. El caso es que entre Voll Damm y Voll Damm, y entre vídeo y vídeo, y entre grito y grito por Bret Michaels o Jon Bon Jovi, se nos cuela un vídeo que no nos suena de nada, al que pensábamos obviar yendo al baño, porque un paseíto de un par de pavas todo petadas, cerveza en mano y con los pelos más cardados que Vince Neil en "Too Fast For Love", pasando por delante de los melenudos del futbolín tenía su aquel.
Bueno, no nos desviemos. El caso es que por peta o por birra nos quedamos, y bendita la hora. Unas rejas, una guitarra blanca, un pavo, mono, y diosssss, un pivonazo, un temazo... Nos miramos mi amiga y yo, le miramos a él, nos volvemos a mirar ¿quién es este tío? Señores, señoras, Sebastian Bierk, más conocido como Sebastian Bach.
En ese preciso momento empieza la labor de investigación. Entonces internet era como la vida en Marte, ciencia ficción. Así que al hablar rápidamente con el pincha (D.J. eran las iniciales de un malote de Marcial Lafuente Estefanía), nos dio un nombre que ya había salido en el vídeo, pero lo de los petas más birra no funciona bien con los reflejos sensoriales, así que no lo habíamos visto.
Es viernes, ¿no?, así que el domingo, al Rastro. Necesito ese cassette de los tal Skid Row, y ahora mismo a buscar el Metal Hammer a ver si vienen. Puede que fuera febrero de 1989, y tras leer varias revistas e interrogar a algún que otro hermano mayor, descubrimos que el tío del pendiente en la nariz, un tal Dave "Snake" Sabo, era colega de Jon Bon Jovi y tenía una banda con un bajista, un tal Rachel Bolan, y andaba tocando por ahí en New Jersey cuando Jon decidió ayudarles y surgió Skid Row tras fichar a Sebastian, quien sustituía a un tal Matt Fallon, primer vocalista de la banda.
Esto fue lo que aprendimos a nivel informativo, pero realmente nos importaba una mierda. Vamos al lío. Queríamos más, y escuchamos el disco. Vimos otro vídeo "I Remember You", muy en línea de "18 and Life". Los chicos nos decían, bah, mariconadas, y entonces llegó "Youth Gone Wild" o "Sweet Little Sister". No solo eran unos tipos de melena perfecta, eran puro hard metal, rozando con el mástil el heavy metal.
Ya, ya, nosotras veíamos un tío de metro noventa con melenaza cantando baladas de escándalo, pero también estaban las guitarras cruzadas de Sabo y Scotti Hill, coros perfectos o una voz espectacular, y desgranabamos ese disco que había caído en nuestras manos y sonaba la genial canción "Piece Of Me", y se te iban las piernas y el pelo de lado a lado.
¿Quién no ha cantado "Good God bless my soul, I need a fix of rock and roll, come on baby, you gotta wait and see, you better hurry to get a piece of me"?. Y ese vídeo, ese icono de rockero que todas queríamos poseer, el hombre. Terminaré llorando, porque el disco de Skid Row, homónimo de la banda, es un disco con el que he vivido intensamente, y que aún hoy me levanta la moral hasta el cielo cada vez que lo escucho. Es claro ejemplo de como se vivía el rock a finales de los 80, y de lo importante que era la rebeldía de esta banda para nuestra generación.
Ese fabuloso "Here I Am", el no menos grande "Midnight/Tornado" o "Makin' A Mess" en directo en aquel maravilloso y legendario concierto por la paz en Moscú, con un cartelazo de infarto: Skid Row, Bon Jovi, Cinderella, Mötley Crue, Gorky Park, Ozzy y Scorpions.
Este hombre petado en cuero negro, brincando por el escenario....¡¡¡cómo me gusta Skid Row!!!. No entendería la evolución del rock ochentero sin esta banda. Como en otras ocasiones me repito: imprescindible Skid Row.
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