ZEPPELIN ROCK: Crítica de la película Focus (Glenn Ficarra, John Requa, 2015)

domingo, 26 de julio de 2015

Crítica de la película Focus (Glenn Ficarra, John Requa, 2015)


por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC



Película enormemente tramposa para mayor gloria de la estrella Will Smith, que hace de ladrón sobradísimo y galán romántico, todo en uno.

Focus” se insertaría entre esas películas pretendidamente ingeniosas con continuos giros de guión supuestamente sorpresivos y robos de por medio. Todo con un estilo visual muy esteticista, lleno de juegos y variantes cromáticas, reflejos y filtros que, curiosamente, resultan coherentes con el retrato de esos mundos de engaños, falsedades y relaciones y personajes superficiales.


Una película en la línea de “Ocean’s eleven” (Steven Soderbergh, 2001) y sus secuelas, “Trance” (Danny Boyle, 2013) o incluso la mediocre “Ahora me ves” (Louis Leterrier, 2013).



Nicky (Will Smith) es el mejor ladrón del mundo, no hay quien se le resista, no hay persona a la que no pueda convencer o engañar ni objetivo que no pueda conseguir. Cuando conoce a Jess (Margot Robbie) hará de mentor y maestro suyo, a la vez que inician un romance. Extrañamente, Nicky romperá su relación repentinamente y sin explicaciones, pero se reencontrarán 3 años después, cuando Nicky tenga entre manos otra estafa.

La película cumple su objetivo, hacer pasar un rato lúdico, pero como suele ocurrir en demasiadas ocasiones con este tipo de cintas, acaba creyéndose más inteligente de lo que en realidad es. “Focus” es puro fuego de artificio que hace pasar un buen rato pero que frustra por sus mezquinos y tramposos recursos para el engaño.


No es que sea una mala película, es un juego de ingenios, de feriantes, simples fuegos artificiales, tan vacuos como entretenidos. Eficaz. Lo que molesta de la película es que para lograr sus objetivos recurra a artimañas poco honestas, incoherentes con la lógica interna del relato, buscando el engaño del espectador sin tener nada más en cuenta.

Hay momentos y aspectos satisfactorios, la pareja tiene química y su relación funciona, hay detalles simpáticos e ingeniosos, pero los guionistas y el director se ven siempre obligados a rematar todo con trampas desafortunadas.

¿A qué me refiero cuando digo que una película es tramposa? La mayoría tiende a hablar sin explicar razones ni entrar al meollo de los asuntos, pero como sabéis no es mi caso.




Particularmente lo gozo sobremanera cuando una película me sorprende, me engaña, pega un giro que no me espero y me deja con la boca abierta, pero lo gozo si lo hace lícitamente, claro. Cuando no es así provoca justo lo contrario. ¿Cómo lo diferenciamos? Fácil.

La trampa o el engaño lícito es aquel que se realiza respetando la coherencia interna del relato, es decir, nos engaña a nosotros, el público, pero porque se engaña a la vez a algún personaje, fin principal de la trama. En una historia como esta los personajes buscan engañarse unos a otros y, de paso, sorprendernos a nosotros, pero nunca debe ser al revés.

Cuando una película plantea escenas o momentos, desde el guión y la puesta en escena, con la intención, exclusiva, de engañarnos a nosotros, el público, nada más, estamos ante una película tramposa con malas artes. Por ejemplo, enseñándonos un gesto preocupado del actor cuando nadie más que nosotros le vemos, ningún otro personaje, para luego descubrir que fingía… ¿Por qué se muestra eso? Para engañarnos a nosotros, el público, pasándose por el forro la coherencia interna del relato.

En “Focus” tenemos varios ejemplos, pero nos centraremos en dos momentos concretos, básicos, en la trama, para que el engaño al espectador, en exclusiva, funcione.



El primero lo tenemos en la escena del partido de fútbol americano. En esta escena tenemos detalles de cierto ingenio aunque pueda resulta previsible, pero los numerosos primeros planos del rostro de Will Smith dedicados exclusivamente a nosotros están destinados a que pensemos que está muy preocupado por lo que está pasando. Por supuesto tiene que fingir, pero es que resulta que se muestra más seguro cuando da la cara al millonario con el que apuesta que cuando le da la espalda para engañarnos a nosotros…

El segundo es el más sangrante, es la visita del guardaespaldas del millonario dueño de la escudería de Fórmula 1 a la habitación del hotel de Will Smith cuando está en la cama con la chica. Esa escena sólo tiene lógica desde la intención de engañarnos a nosotros, como descubriremos al final. Un falso suspense que no viene a cuento para que la escena final nos impacte, es decir, planteada única y exclusivamente para engañarnos a nosotros, el público, porque entre ellos no se pueden engañar. No daré más datos, ya lo entenderéis cuando la veáis.

En definitiva, si intentas aplicar la lógica y la coherencia le verás muchas fisuras, aunque te sorprenderás con algunos buenos detalles. Sirve para pasar el rato, pero se cree mucho más ingeniosa e inteligente de lo que es y sus artimañas resultan frustrantes y chuscas.

Me gustan estas películas, pero es difícil hacerlas bien.

©Jorge García

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