ZEPPELIN ROCK: El crepúsculo de los dioses (Billy Wilder) - Crítica de la película

lunes, 9 de septiembre de 2013

El crepúsculo de los dioses (Billy Wilder) - Crítica de la película




Pasado y presente del cine a través de El Crepúsculo de los dioses

por Tatiana Ramone
@TR3317






Para esta semana, para mí, la segunda como colaboradora en esta santa casa, he decidido sacar del cajón una reflexión que escribí hace algún tiempo tras ver por primera vez El Crepúsculo de los dioses o Sunset Boulevard de ese genio del cine llamado Billy WilderNo esperen crítica alguna, es imposible hacérsela, simplemente son un puñado de ideas que cómo aficionada al cine clásico me asaltaron en aquel momento.



Previamente os dedo advertir de que se abstengan de leerla aquellas personas que, desperdiciando su tiempo en asuntos mundanos, no hayan visto el film en cuestión. Os prevengo ya que básicamente os cuento la película. Pero tratándose del cine de Wilder es muy complicado hacer comentarios sin decir más de lo que se debiera puesto que cada película está plagada de referencias silenciosas que sustituyen magistralmente a cualquier sesudo dialogo. Sin más que añadir os dejo con mi comentario sobre la cinta.



El Crepúsculo de los dioses o Sunset Boulevard, en inglés, que así es como la concibieron Billy Wilder, el director, y Charles Brackett, el guionista. En la versión mexicana, uruguaya y argentina se llamó El ocaso de una vida, para mi gusto, título algo soso y demasiado revelador; incapaz de recoger toda la profundidad de la historia.

Los amantes del buen cine y más aún del gran Wilder podemos decir que para nosotros solo existe un “Crepúsculo” y no sabemos ni queremos saber nada de otros insustanciales y deplorables aunque paradójicamente exitosos crepúsculos…

El film se estrenó en 1950. La productora fue la estadounidense Paramount Pictures y según la todopoderosa Wikipedia su presupuesto fue de 1´75 millones de dólares. Tras siete semanas proyectándose en el cine Radio City Musisc Hall de N.Y , la revista Variety informó de que la película había recaudado casi 1.020.000 dólares, lo que hacía de ella el sexto mayor éxito en la historia del cine.

Los actores principales son Willian Holden como Joe Gillis y Gloria Swanson como la emblemática Norma DesmondAmbos fueron nominados a los Oscars bajo el título de “mejor actor y actriz protagonista”. De las once nominaciones a estos galardones, el film solo obtuvo tres estatuillas por: Mejor dirección artística y ambientación (blanco y negro) para Hans Dreier, John Meehan, Sam Comer y Ray Moyer; mejor banda sonora, para una película no musical, para Franz Waxman; mejor guión original para Charles Bracket, Billy Wilder y D.M Marshman Jr.



La trama es sencilla y sin ser pretenciosa logra que los personajes conduzcan al mortal espectador hasta el fondo de la historia. Esto es algo que, evidentemente, admiro del cine clásico y obviamente de Wilder.
Aquellas películas eran de historias más o menos sencillas, en las que el mayor “efecto especial” era la propia palabra, sin edulcorantes.

A lo que iba…Norma es una vieja celebridad del cine mudo y está obsesionada con su, para ella, esperada reaparición delante da los focos y cámaras de un estudio de grabación. Algo muy interesante es la dura crítica que se hace a la neurótica preocupación por la apariencia física de, en aquellos y estos tiempos, actrices y, actualmente, actores. Joe Gillis es un desesperado y arruinado guionista que, tratando de esconder su coche para que no se lo quiten por impago, llega hasta la imponente, misteriosa y en un inicio tétrica mansión de la decadente estrella. Digo que la casa es tétrica, en un principio, puesto que se muestra la progresiva mejora estética de la vivienda a medida que la estrella recupera la vitalidad provocada por la contratación de Gillis para que revise el guión de la película, que está llamada a ser la que la devuelva al panorama de la industria del cine, y claramente por el amor hacía aquel apuesto joven.

La muchimillonária le ofrece un suculento sueldo al que Gillis no puede decir “no”, tal y como se hallaba su economía. Sin ningún interés revisa aquel guión demente en el que solo se luciría un rostro y una expresión, la suya. La que aparece en cada foto que adorna cada mesilla de aquella fastuosa jaula. Solamente continúa en el proyecto por el dinero y debido a lo pésimo del guión quiere dejarlo en varias ocasiones. Pero poco a poco, la locura de Norma lo va atando a aquella casa y, a ella.

La atormentada de Norma pasa a ser una víctima cuando, en uno de los habituales giros de Wilder se descubre que el que mantiene viva la llama del mítico personaje es el mayordomo que, ¡Oh, divino Wilder! resulta ser su ex-marido. Como si se tratase de una broma de mal gusto, cada día escribe cartas de falsos admiradores de su esposa. Me atrevería a equiparar este personaje con el polifacético dueño del bar en Irma la dulce pero, queridos,… “¡eso es otra historia!”




Ella vive ilusionada dentro de una fantasía en la que el público se queja de lo decadente del cine sonoro y pide con fervor el retorno de las grandes figuras de antaño. Cuando con una mirada se decía todo, prescindiendo de las palabras. Ahora podemos decir que sucede lo mismo, la charlatanería y los caros efectos especiales sustituyen los diálogos brillantes y las sutiles expresiones de los personajes.

Norma intenta hacerle un hueco a su obra desesperadamente. Para ello contacta con viejos amigos, cosa que ilustraría el complicado acceso a la industria cinematográfica. Por fin llega el día en el que acude a los estudios, recordando viejos tiempos. Sin duda, allí hasta el portero o el encargado de luces sabe quién es Norma Desmond y que sin ella no se habría podido levantar ese imperio.

Desafortunadamente, en los estudios no están interesados por ella y su película, sino por su lujoso coche. O sea, que la presencia de la actriz queda desvalorizada por algo material. Se pierde el sentido, y el dinero, el decorado, pasan a valer más que el personaje (en este punto sería cansino hacer una extrapolación temporal así que os la ahorro).



Para finalizar os diré que todo acaba como promete al comienzo de la película: con un escándalo en la casa de una gran estrella y la muerte de un guionista al que sacan de la piscina unos cuantos policías. En este hecho vemos cómo ella, la enajenada y conocidísima Norma, mata de un disparo a un simple guionista, durante una pelea en la que se mezclan tintes de tragedia amorosa. Ella, la eterna estrella, acaba con el que le iba a devolver la vida en el neblinoso mundo de la pantalla. Con esto Wilder aprovecha para reclamar la pérdida de importancia de las piezas principales de cada película; estos son, el guionista y el director.

La película acaba con una Norma que baja las escaleras sumergida en un delirante trance ante la atónita mirada de los periodistas y ante el siempre fiel objetivo de una cámara.



Para cerrar este comentario me gustaría reflexionar el magistral inicio y a la vez final del film. Esta es la escena en la que se ve el cuerpo sin vida de Joe Gillis flotando en la piscina y en la que vemos el rostro desde una interesante perspectiva, orientada desde el fondo de la propia piscina. Dicha escena da pie una de las mayores novedades del cine, que la historia sea narrada por un cadáver.

Como datos adicionales tengo que citar que en la primera versión del film aparece el mismo cadáver en la morgue de la ciudad, conversando con los demás a cerca de los desencadenantes de sus muertes. En este escenario es donde, imaginemos,… Gilis comenzaría a narrar su historia. Esta primera versión fue visionada por un grupo reducido de afortunados espectadores y provocó risas y abandono de butacas al no comprenderse la pretensión de la historia, ¿comedia o drama? El propio Wilder presenció esta reacción y, al igual que el público, se levantó y bajó las escaleras que conducían a los baños. Allí, una mujer con sombrero le espetó: “¿Ha visto una mierda semejante en su vida?” A lo que el maestro respondió: ” Francamente, no”.

¿Pues sabéis lo que os digo? Que yo daría lo que fuera por ver esa sublime bazofia y charlar con Dios. Como le sucedió a cierto actor español la mañana siguiente de recoger un Goya.

¡¡ Ring ring !!
- Hola, soy Billy Wilder y, soy Dios.


Últimos minutos de El Crepúsculo de los dioses


©Tatiana Ramone

5 comentarios:

  1. Esta mujer lo que quiere es enamorarme!!!!! Muy buen texto. Yo también amo a Wilder y a esta película.

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  2. Me has descubierto !! todo esto no es más que una estratagema para hacerte caer en mis redes jajajja Gracias por el comentario compañero. Ya somos tres amantes de Wilder , al capitán del barco también le encanta. Me planteo algún otro comentario como por ejemplo de Irma la dulce o de Uno dos tres ... títulos igualmente espectaculares.

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  3. ¿Quiere enamorarse o NO quiere envejecer?, es un retrato de la estrella que al llegar a su ocaso y su luz es menor pretende vampirizar la luz de alguien mas joven...todo rodeado en un ambiente de un tétrico barroco casi opresor... obra maestra total.
    Gran entrada Tatiana.

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  4. Wilder era muy bueno por una razón muy simple: sabía contar una historia. Recordar que esta empieza (atención spoiler) con Holden muerto en la piscina. O sea, sabemos el final, pero aun así Wilder nos mantiene en tensión toda la película.
    Yo amo mucho a este señor y no sabría decir cual es mi favorita, pero tengo mucho cariño por "La vida privada de Sherlock Holmes" y "Testigo de cargo" con el grandísimo Charles Laughton.

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  5. Mi película favorita de todos los tiempos, más incluso que "Yo Hice A Roque III"

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