por Rockología (@RockologiaTwit)
Os cuento. Enrique Villarreal, más conocido por su apodo, El Drogas, que fuera cantante y bajista de Barricada, se lanzó en 1992 a su primera aventura en solitario, dando forma a un álbum personal lleno de buenas canciones. La música se grabó en los estudios Iz de Donosti con la producción de Enrique y Kaki Arkarazo a los controles. Además de El Drogas a la voz (mete algunas guitarras también, ningún bajo) aparecen numerosos colaboradores, entre ellos Alfredo y Boni de sus Barricada, y una banda más o menos permanente, compuesta por Txema Arteta (guitarra), Juanjo Ojeta (guitarra), Luis Chaves “Piti” (bajo) y José Landa (batería). La portada y el artwork lo realizó Ángela Moreno.
Entre las trece canciones encontramos temas como No paran de acariciar o El charco que contienen elementos diferentes a lo que El Drogas-Barricada venían haciendo, con otra construcción, producción más oscura y la voz muy trabajada en el estudio, influencias de la música que por aquellos años sonaba en el rock internacional. Pero, sobre todo, abundan los estribillos made in El Drogas, melodías que viven con éxito en el álbum. Directo a la cabeza y Déjalo muñeca hubieran cabido en cualquier disco de la banda madre, mientras El lobo feroz, Poca luz (menuda armónica guapa) o El peldaño más cercano rezuman esa especial manera de Enrique para encajar estrofas, puente y estribillo en un crescendo que engancha, muy bien arregladas. Un aire pop gustoso en Algo más que su cariño y la versión Frío de Alarma, una más de las canciones que aún perduran en sus directos. Momentos de encantadores arreglos en Nada sin ti (menudo solo de guitarra).
Y, cómo no, las genuinas letras de un tipo único en el panorama musical nacional. Frases contundentes como “es posible que nadie cuente el regreso creado con escombros de lo innecesario” o “quizá la respuesta del imbécil sea la mejor, pasar una cuerda por el cuello y dejarse caer”. Deja de lado las temáticas de carácter político o social y hace un trabajo introspectivo: el suicidio y la depresión (Piel de gato), la incomprensión (Empujo pa’kí), el amor o el sexo (Nada sin ti, Déjalo muñeca!!!).
Una obra para rescatar de vez en cuando, una rareza en la discografía de un tipo muy particular, el nunca imitable Enrique Villarreal, El Drogas.
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