ZEPPELIN ROCK: BILL FAY - Countless Branches (2020): Crítica review

jueves, 23 de enero de 2020

BILL FAY - Countless Branches (2020): Crítica review


por Alberto Iniesta (@Radiorock70)
del blog Discos





Bill Fay tiene nuevo discazo en la calle, Countless Branches, y las sensaciones una vez que el disco ha tenido tiempo de aletear largo y tendido por nuestras cabezas no pueden ser más positivas. Habrá quien piense que cinco años sin material nuevo son muchos años, incluso seguramente no falte quien no le encuentre el sentido a esto de seguir sacando discos en pleno año 2020, si ya nadie escucha discos enteros y el rock está muerto y los que saben de música son los genios precoces de operación t(ri)u(n)fo, blablablá. Para los que seguimos apostando por jugarnos emoción y canción a una sola carta, este es un disco perfecto, de los que te vuelan la cabeza desde el primer instante, diseñado para conquistar almas y vencer la resistencia del mayor de los escépticos.




No es un tipo común Bill Fay. No existen muchos artesanos de canciones que, después de sacar solamente dos discos a comienzos de los 70 y grabar otro a finales de esa década que no vería la luz hasta 2005, interpretan a la perfección el papel de ave fénix para lanzar tres discos entre 2012 y este 2020. Visto lo visto, y sobre todo escuchado lo escuchado, que sigan siendo muchos más.

Sin llegar ni siquiera a la media hora de duración, esta joya arranca con In Human Hands. Si bien no es un título excesivamente tranquilizador, en cuanto comienzan a sonar los primeros acordes es difícil no caer rendido a ese minimalismo que huye de falsas pretensiones, que lo que realmente hace es otorgarles mucha mayor importancia a las canciones. Ojalá ese sonido para el Western Stars de Springsteen. El eco de las voces se hace presente en How Long, How Long, una de esas canciones capaces de lograr algo tan complicado como lo es emocionar en la era de la inmediatez digital. Todavía digiriendo esas sensaciones, llega Your Little Face con unos arreglos de cuerda que parecen medidos para que las guitarras suenen como la leña crepitando en el fuego de la chimenea. Salt Of The Earth – nada que ver con el tema de los Stones – presume de unas teclas que brillan en un papel más protagonista. Pero si hablamos de maravillas, es imposible pasar por alto esa guitarra suave y pulida con manos expertas que toma las riendas de Filled With Wonder Once Again, apostando nuevamente por la sencillez frente a esos discos recargados en exceso, casi sin dejar respirar a las canciones.

También hay momento para el tempus fugit en Time’s Going Nowhere, donde Bill da comienzo a un diálogo con el tiempo que va desde lo estremecedor a lo puramente emotivo a medida que avanzan los segundos. Todo ello, por supuesto, sustentado una vez más de manera brillante por ese chelo que desafía a la gravedad para hacer volar tu cabeza. Love Will Remain, trompeta incluida, le añade a la paleta de colores unos tonos más cálidos pese a su aparente tristeza, dando lugar a un arcoíris musical en toda regla que es un gustazo para los sentidos. Por si todavía quedaba alguien sin emocionar, que en este mundo tiene que haber de todo, ahí llegaba One Life. Una de esas canciones concebidas para aliarse con el tiempo y ganarse, por derecho propio, un billete de ida hacia lo imperecedero. La eternidad musical será un precioso lugar para quedarse a vivir si ese piano resuena por cada uno de sus rincones. Un discazo capaz de hacerte reír y llorar a lo largo de sus surcos en pleno 2020. Larga vida a la fórmula mágica del Nebraska, Car Wheels On Gravel Road o el American Hearts. Larga vida a la música que consigue emocionarnos.

Human Hands

Time’s Going Somewhere

One Life

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