por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC
Estupenda película de Clint Eastwood que recupera la fuerza y el tono que perdió en “Jersey Boys” (2014) y el “Francotirador” (2014), dos cintas más flojas, contando una historia con muchas de las obsesiones del director de forma sencilla y conmovedora, sin estridencias y con una fluidez narrativa de pasmosa naturalidad.
“Sully” nos cuenta la hazaña real de Chesley Sullenberger, que consiguió un imposible amerizaje en el río Hudson cuando su avión perdió los dos motores al impactar contra ellos una bandada de aves con 155 pasajeros dentro y a poca altura. Un hecho que lo convirtió en héroe, pero que no evitó que se le cuestionase desde la “Junta Nacional de Seguridad del Transporte” (NTSB, siglas en inglés).
No será raro que este último trabajo de Clint Eastwood, uno de los grandes maestros del cine moderno a sus 86 años, consiga más de una nominación al Oscar, por ejemplo para Tom Hanks, que dejar caer en su estoica y sobria actitud el peso de la película.
Con un sereno fluir, la narración se nos escapa ante los ojos sin casi darnos cuenta, en perfecto consenso con el proceder de esos heroicos pilotos, que se ven superados por las circunstancias.
Como en muchas cintas de Eastwood, el protagonista vive un íntimo conflicto, la divergencia entre lo que ven los demás en él y lo que ve él mismo. El tormento por lo que bulle en su interior, sus dudas, la sensación de ser un fraude, de no estar a la altura, como un sutil sentimiento de culpa al enfrentar la subjetividad con la aparente objetividad externa.
Y es ahí, en el juego con el punto de vista, donde “Sully”, de nuevo con una naturalidad y sencillez pasmosas, alcanza su máxima altura de vuelo. Si en un principio parece que nos introducimos en la perturbada y atormentada psique de “Sully”, con esas pesadillas recurrentes que parecen querer expiar un pecado, donde el avión que salvó se estrella o la opinión pública se pone en contra, luego pasaremos a varios flashbacks donde se transgrede ese punto de vista, objetivándolo en cierta medida, introduciendo varias historias de pasajeros como componente humano e incluyendo distintos puntos de vista.
Será al final, con la grabación de lo ocurrido, cuando tengamos el retrato completo y fidedigno de lo que allí ocurrió, un bellísimo momento de concordancia y paz al volver del flashback a los ojos cerrados de Jeff Skiles (Aaron Eckhart), el copiloto de Sully, eliminando toda duda subjetiva.
Porque a Eastwood, como a John Ford, le gusta indagar detrás de las leyendas, pero muchas veces para confirmarlas una vez deconstruidas, como es este caso, en el que se la cuestiona. Hay algo de “Más allá de la vida” (2010) o “Banderas de nuestros padres” (2006) en algunas de estas reflexiones, por poner algún ejemplo.
El peso del pasado, para bien o para mal, siempre es importante en el cine de Eastwood. Un pasado glorioso que aquí es puesto en duda por unos segundos. Un pasado que tiñe de grises a menudo a los personajes de Eastwood, aunque en este caso tenemos la otra vertiente del cineasta: un hombre íntegro que se enfrenta a esos grises.
El “Sully” interpretado magistralmente por Hanks, es fiel ejemplo de esos característicos personajes de Eastwood, personajes fuertes sobre los que se vertebra la historia, aquí de una pieza, como antaño. Grandes solitarios que viven su conflicto en estoico silencio, aunque son capaces de amistades profundas y auténticas.
De hecho, la amistad es uno de los temas recurrentes del cineasta, que nos ha dejado notables ejemplos. Aquí, la relación entre Hanks y Eckhart es profundamente entrañable. Uno de los grandes exponentes.
Valores como la responsabilidad ineludible (“El jinete pálido”, “Sin perdón”, “J. Edgar”…), el sacrificio (“Space cowboys”, “Gran Torino”…), el valor… son fáciles de encontrar en todo su cine.
Y, por supuesto, la profesionalidad, que en otros es tomada como heroísmo. La profesionalidad, el trabajo bien hecho, unido a la citada responsabilidad, muy en la línea de Howard Hawks.
Eastwood dirige con precisión, en su estilo clásico y ágil, con planos y contraplanos para las conversaciones, aunque con un montaje dinámico que cambia mucho las distancias y ángulos (vicios que ha ido adquiriendo y que no siempre tienen sentido, aunque aquí tienen siempre rigor), con travellings de seguimiento, que también son muy del gusto del director, y una frescura serena y tranquila, que logra que todo fluya sin darte cuenta, como destaqué al inicio.
Además, es un viejo zorro, por eso se guarda el accidente hasta la mitad de la película y el clímax, manteniendo el suspense y el interés del espectador, mientras juega con el citado punto de vista y desgrana cómo afecta el suceso a su protagonista.
Es brillante también la forma de escenificar su relación con la mujer, con la que nunca comparte espacio físico (si omitimos los títulos de crédito, como comprobarán), tan sólo habla por teléfono con ella. Una mujer interpretada por Laura Linney, que ya trabajó con Eastwood en “Mystic River” (2004).
Muchas reflexiones subyacen en su aparente sencillez. De cuando toda una vida es injustamente juzgada por unos segundos, como verbaliza el personaje encarnado por Hanks. De cómo los teóricos dan clases a los que se mojan el trasero, mientras mantienen el suyo en una silla de escritorio. El mal del tuitero, podríamos llamarlo… De lo humano contra lo tecnológico.
Hanks está sublime y merecería artículo aparte, sobre todo para reflexionar sobre sus héroes solitarios y cotiadianos, en la encrucijada. Hay mucho de aquel “Náufrago” (Robert Zemeckis, 2000) o del “Captain Phillips” (Paul Greengrass, 2013) en este personaje.
Por alguna extraña razón, la película me conmovió, a pesar de no acentuar ninguna emoción, de su tranquilo transitar… Quizá fue por ese anónimo piloto que “sólo hacía su trabajo” y se ve convertido en héroe y celebridad; quizá por esa amistad con su copiloto; quizá por esa defensa del individuo y la profesionalidad; o por la reivindicación del orgullo patrio… El hecho es que lo hizo.
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para mi esta es la peor de Clint Eastwood que ha dirigido,me aburrió,falta total de interés hacia ella,y me resultó un peñazo y una americanada mas de estos gringos que para ellos todo dios es un heroe de estados unidos de america.Mr sambo amigo,por una vez discrepo totalmente contigo
ResponderEliminarAunque discrepe siempre es un gusto recibir sus mensajes, Metaleros. Un saludo!
Eliminara mí me encantó, de las veces que más contento he salido del cine sabiendo que había pagado por ver una película que en mi opinión merece la pena. Muy acertado lo del mal del tuitero, abrazo!
ResponderEliminarUn abrazo, Alberto. Me alegra que te gustara y compartas opinión sobre esta estupenda película.
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