Erick Delgand
TYGERS OF PAN TANG siempre han sido de segunda división dentro de aquella oleada del NWOBHM de los 80 de donde salieron tantos y tantos cometas ingleses en busca de fama y fortuna en el Heavy Metal. Muchos lo consiguieron y otros desaparecieron, y grupos como Tygers of pan tang sobrevivieron al apocalipsis del olvido y resurgiendo como un Ave Fénix de sus propias cenizas ya esparcidas por el viento del metal.
Han hecho un puñetero discazo, como la copa de un pino de grande. Quizás muchos como yo habréis pasado de ellos totalmente. Os sonará el nombre, pero poco su carrera musical. Pero con este álbum homónimo le han dado mil vueltas a los de primera división y les ha marcado un gol, en el que se clasifican para lo mejorcito del año en su estilo.
Sorpresón de los grandes, de estos ingleses que aunque se separaron allá a finales de los ochenta, resurgieron por el 2000 apareciendo en algún que otro festival y sacando algún que otro trabajo, pero pasando totalmente desapercibidos en la primera línea de juego.
Con una producción fantástica, muy diferente en comparación a anteriores trabajos, hacen que este trabajo suponga el empujón que les faltaban para sonar como se tiene que sonar.
Un disco que rinde homenaje a tiempos pasados, Tigres de la Pan Tang tiene todo lo que quiere cualquiera que admira la vieja escuela del metal: riffs pegadizos, himnos enérgicos, solos de guitarra bestiales, baladas y sobre todo una regresión a una época ya pasada.
El disco abre con Only the brave, una canción bestial, que te lleva a la época de Whitesnake de aquel 1987, un riff de guitarra heavy con sus característicos armónicos, de los que estaban de moda en todo guitarrista de élite en aquellas épocas. Se suma un estribillo pegadizo y un fantástico solo, digno de un sobresaliente alto.
Si todavía estamos flipando con la primera canción del álbum, no nos dejan tiempo de asimilar, ni de recoger algo de aliento para darnos en toda la cara con Dust, otro tema pegadizo con un buen ritmo y con otro pedazo de solo que nos regala "Deano" Robertson.
Glad Rags tiene gusto a Unskinny Bop de los Poison ,el estribillo pegadizo y comercial,ideal para animar a todo publico en cualquier festival de turno en el que participen.
Never give in nos hace viajar a una etapa de Saxon. The reason why, una hermosa balada a lo David Coverdale, emulando hasta los chorus en las guitarras que le dan ese aura lejano de balada clásica del metal.
Do it again me devuelve a la cabeza a los grandísimos Saxon, ritmo y armonía, un tema sin más, no sorprendente pero molón, que te hace sacarte una sonrisa de oreja a oreja haciéndote saber lo viejo que ya eres y lo rápido que pasó el tiempo en el que amabas temas como este.
I got the music in me, con latiguillos otra vez a Coverdale, Jacopo Meille lo disfruta en las voces, sorprendiendo en que realmente es bueno en el oficio, paradas y golpes puramente Whitesnake por parte de las guitarras y el resto de los compañeros.
Praying for a Miracle es una segunda balada, más encauzada a una línea más empalagosa tipo Europe, siguiéndola Blood Red Skies, con un comienzo extraño, pero estallando en un gran riff de guitarra que anima a mover el cuerpo, un temazo que lo tiene todo, de heavy y de metal, regalándonos veterinaria en todo su esplendor.
Angel in disguise es una bella acústica de apenas dos minutos que son suficientes para que Jacopo haga lo suyo y de apertura a The Devil you know con un ritmo machacón y contundente, otra canción heavy con un gran final para un álbum sorprendente en gusto y veteranía.
Recomendadísimo para esos amantes de los ochenta que tanto añoran ese heavy tan de aquella época y que les hace recordar tiempos acojonantes en el comienzo del heavy metal y del hard rock de los grandes. Un disco definitivamente para nostálgicos
ZR
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