por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC
Dentro de esta reivindicación friki que lleva años en el mainstream parecía que faltaba algo que resultara más auténtico y que entroncara con la infancia ochentera, con el germen de todo ello. Kung Fury parece venir a cubrir ese hueco en poco más de media hora.
Locura friki y ochentera absolutamente desprejuiciada, financiada por crowdfunding, una fiesta desfasada, gamberra y entusiasta del homenaje ochentero, por lo que si no te gustan las locuras, lo friki ni los 80 abstente de sumergirte en este estrafalario y peculiar mediometraje. Una película de media hora que tiene casi de todo de la manera más surrealista posible.
“Kung Fury” es un carrusel de referencias al cine, a sus clichés, a la vida y estética de aquellos años, a los videojuegos… a todo lo audiovisual ochentero con una historia desmadrada y sin sentido alguno donde aparecen robots, máquinas Arcade asesinas, dinosaurios que disparan láser, vikingos, Thor, polis con cabeza de triceratops, Hitler, maestros de Kung fu, viajes en el tiempo, coches voladores… Y además peleas, tetudas, acción sin sentido, sangre, explosiones, cabezas reventando, puro entretenimiento, videojuegos, skates, maniqueísmo, ciencia ficción, el fantástico…
Miami, 1985, ahí se centrará la narración. 1985, un buen año para el cine ochentero, se estrenó Regreso al futuro (Robert Zemeckis, 1985) y los viajes en el tiempo serán una de las surrealistas claves de la historia.
Desde el mismo inicio se van sucediendo los homenajes cinéfilos ochenteros, por ejemplo a Blade Runner (Ridley Scott, 1982) en el plano que presenta la ciudad, una apocalíptica ciudad. La aparición del villano de la función, Hitler, es puro Terminator (James Cameron, 1984). En el viaje en el tiempo llegaremos a la época de los dinosaurios, repleta de anacronismos, como toda la película, parte que nos remite en su estética a Conan, el bárbaro (John Milius, 1982) y Mad Max (George Miller, 1979). En el clímax, nuestro héroe, Kung Fury, aparecerá en la Alemania nazi para luchar contra un ejército cubierto con máscaras de gas, semejando un nutrido grupo de Darth Vaders. A esto podemos añadir a los nazis como el enemigo habitual de Indiana Jones.
El inicio está protagonizado por macarras y bandas callejeras agresivas, lo que no lleva a rememorar películas ochenteras de esa temática, como Calles de fuego (Walter Hill, 1984) o Los amos de la noche (Walter Hill, 1979)… También cintas de artes marciales, recordemos las míticas Karate kid (John G. Avildsen, 1984) o su hermana pequeña Karate kimura (Fabrizio De Angelis, 1987).
Y es que los 80 fueron gloriosos en algunos géneros como la ciencia ficción, el fantástico, el cine de aventuras, el de acción… los productos de evasión en suma. Lo divertido es que aquí se unen todos ellos para luchar contra un enemigo muy recurrente, los nazis. Así, robots, dioses nórdicos, dinosaurios, vikingas, karatekas… lucharán contra Hitler en el espectacular clímax.
Se parodia el típico héroe infalible ochentero, su afectación de macho de una pieza, sus frases absurdas y lapidarias, su interpretación hierática y monocorde, su afectación heroica y sobrada, la figura del “elegido”, el suceso trágico del pasado, así como el hecho más absurdo posible para desencadenar la trama y facilitar superpoderes… Las deducciones sacadas de la manga para hacer avanzar la acción, las tronchantes digresiones, como la historia de Hitler o el anuncio del teléfono portátil, son otros detalles impagables.
Hay otros clichés ochenteros que no pueden faltar, como la obligada bronca del jefe de policía al héroe por sus expeditivos métodos, por ejemplo.
La película parece planteada como un videojuego, a los que guiña de forma casi sistemática. Además, visualmente remite al estilo ochentero de forma constante, con la textura de vídeo y la calidad de imagen de aquella época. Los efectos especiales son exagerados, desfasados y con un simpático y paródico uso del 2D. El look de los personajes no tiene precio, mención especial a esos bigotes pegados que tienen gran número de los personajes y que nos regalarán un hilarante diálogo especial. Bigotes como icono gay.
En el homenaje al videojuego no sólo tenemos el uso de los efectos especiales, si no escenas enteras, como la pelea de Kung Fury contras los nazis, desfasada, con efectos en 2D y planificada como si fuera una partida al “Street Fighter”. Otro videojuego que pueden venir a la cabeza es el “Streets of rage”, de héroes callejeros.
Por no faltar no faltarán ni los dibujos animados lisérgicos a mayor gloria de “Bola de dragón”. Y es que lo oriental y lo casposo se dan la mano con naturalidad en esta orgía ochentera, este popurrí insaciable.
El viaje en el tiempo nos llevará a la época de los dinosaurios y a una llamada hasta Asgard para que el mismísimo Thor exhiba bíceps y ayude a nuestro protagonista. Un momento tronchante rubricado con la escena del teléfono portátil. La aparición de Thor recuerda a aquellas películas antiguas de mitología, monstruos y gigantes.
Por supuesto la música también es ochentera, esa musiquita de sintetizador y de máquina recreativa, que tiene su cénit en el tema principal de la película, cantado por David Hasselhoff, “True Suvivor”. Un Hasselhoff que aparece convertido en Kitt, en otro “coche fantástico” diseñado para la ocasión.
No os entretengáis en buscarle defectos e ilógicas, los tiene todos, pero voluntaria, orgullosa e inteligentemente colocados, consciente de su carácter referencial.
“Kung Fury” parece un producto gestado desde el amor y el estado etílico, una película que mezcla la pasión ochentera con el desfase generado por drogas alucinógenas. Un viaje anacrónico, nostálgico, irónico y vintage. Un universo lúdico ochentero lleno de acción sinsentido e inteligente humor referencial tan absurdo como entretenido y adictivo. Una metapelícula que se ha hecho inmediatamente título de culto. Un cóctel creado con toda la esencia y el estilo de la más pura serie B o Z.
Una maravillosa, gamberra y divertida curiosidad que nada tiene que ver con el arte cinematográfico ni falta que le hace. Irreprochable obra irónica de homenaje a una época. Gran obra metacinematográfica.
Un par de frases memorables: “Te he hackeado todas las heridas de bala”. “Hackear el tiempo”.
Puedes verla AQUÍ.
©Jorge García
Estoy de acuerdo en todo lo que dices. De hecho, me acabas de ahorrar el perder el tiempo en hacer una crítica para mi blog. Después de la tuya, ya no hay nada más que decir jajajaja
ResponderEliminarEn fin, una frikada llena de guiños, hecha con alevosía y amor. Un clásico.
Jajaja me halaga, querido King!!!
ResponderEliminarHola Mister,
ResponderEliminarSi ves esta peli y no acabas con hernia de hiato de la risa, no es que no hayas sido niño en los 80, es que no has sido niño nunca. Detalles impagables como HOFF 9000 recordando a HAL9000 o la causa de los superpoderes del protagonista, causan carcajadas con solo rememorarlosrlos. Y ese final típico de Superdetective en Hollywood, renegando por el papeleo...
Creo que el papel una de las vikingas (la más rubia) estaba escrito para Brigitte Nielsen, pero no acepto...
Como control de Calidad de la cinta, solo debo decir que mis hijos me la hicieron ver 2 veces seguidas y las risas en 2º visionado fueron mayores que en el primero, donde el asombro los dejo tan boquiabiertos y aluciandos que ni desternillarse, podían.
Como siempre, un placer leerte.
Un abrazo.
Jajaja es tronchante, me hubiera gustado vivir ese momento con tus nenes, debió ser impresionante.
EliminarEl detalle de HOFF 9000 no lo menciono y es TOP!! Gracias por traerlo!.
El placer es mío siempre, Vicent.
Gran crítica.
ResponderEliminarMuchísimas gracias José!
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