ZEPPELIN ROCK: Izzy Stradlin - Izzy Stradlin And The Ju Ju Hounds (1992): Crítica del disco. Review

martes, 15 de octubre de 2013

Izzy Stradlin - Izzy Stradlin And The Ju Ju Hounds (1992): Crítica del disco. Review



por Blue Monday (@BlueMonday1971)


El 7 de Noviembre de 1991 se anunciaba oficialmente que Izzy Stradlin dejaba de pertenecer a Guns N’ Roses. Cansado de la vida diaria en una banda de tamaña magnitud, hastiado de ser el pegamento que unía las cada vez más habituales rupturas entre Axl Rose y Slash, y saturado por los excesos, el guitarrista y compositor se retiraba de la exposición pública para, de un modo más tranquilo y hogareño dedicarse a su música.

Desde Lafayette, la localidad de Indiana donde nació, como cuartel general, Stradlin formó una nueva banda que le ayudase a desarrollar el proyecto musical en el que estaba trabajando. El fabuloso guitarrista Rick Richards, miembro fundador de los Georgia Satellites, Jimmy Ashhurts, el bajista de Broken Home, hoy en Buckcherry, Charlie Quintana, batería de la vieja escuela punk, e Ian McLagan, el estratosférico teclista de los Small Faces y de los Faces, acompañaron a Stradlin en su nueva aventura.

En Octubre de 1992 veía la luz Izzy Stradlin And The Ju Ju Hounds, el primer trabajo del guitarrista al margen de su banda madre, un pedazo crudo y obsceno del más enérgico rock and roll en el más puro estilo de los Faces y de los Rolling Stones con la personalidad propia del guitarrista y ese toque tan adictivo de hard rock en ocasiones incluso punk, reflejo de sus años en Guns N’ Roses.




Un trabajo lleno de sencillos y emocionantes trallazos de rock de ascendencia bluesy, un álbum que supone realmente uno de los tesoros más infravalorados de la década de los 90. Rock de la vieja escuela lleno de una enérgica y adictiva calidad que otorga al disco un sonido muy uniforme a lo largo de sus 11 temas. Un trabajo de rock puro que sin embargo presenta una agradable sensación de relax, algo lógico teniendo en cuenta el infierno del que se había escapado Stradlin.

La voz ronca y nasal de Izzy Stradlin, a medio camino entre la de Bob Dylan y la de Keith Richards, se adapta perfectamente al tipo de música que propone. Su guitarra sigue siendo tan brillante como lo era, excepcional en formato acústico, compone y arregla, y además produce el álbum junto a Eddie Ashworth, el tipo que produjo el “Once Bitten” de Great White. Un polifacético Stradlin que fabrica un artefacto hecho absolutamente a su medida.

Rock clásico de guitarras con una excelente interpretación del duo de guitarristas formado por el propio Stradlin y por Rick Richards, un brillantísimo interprete que destaca en los solos y el slide y sobre todo al dar soporte a los vericuetos compositivos de su jefe. El trabajo de Ashhurts y Quintana se revela excelente, convirtiéndose en un combo rítmico muy interesante que desgraciadamente ya no volvería a colaborar con Stradlin. La aparición de Ian McLagan es por supuesto una gratificante sorpresa. El teclista consigue dotar al sonido general del álbum de ese aroma a rock clásico merced a su piano y a su órgano Hammond B3.



“Somebody Knockin’” abre el álbum como un robusto medio tiempo de aroma a Rolling Stones. Una magnífica presentación de lo que va a ofrecer Stradlin en el álbum con la incorporación de Craig Ross, el guitarrista de Lenny Kravitz, y una adictiva fusión de lo eléctrico y acústico. Ojito al slide. Después “Pressure Drop” o cómo convertir el reggae clásico de Toots Hibbert en un adictivo tema de reminiscencias punk. Fabuloso es el final instrumental en plan reggae con el propio Stradlin tarareando el tema. Destacable la labor de Quintana, y es que la batería de reggae no es tan fácil, que se lo pregunten a Charlie Watts.

“Time Gone By” es una melodía folk suave y tranquila a medio camino entre la balada y el medio tiempo, con mandolinas y palmas incluidas. El trabajo de guitarras acústicas es soberbio, algo que Izzy Stradlin maneja como pocos. De nuevo fabuloso slide, una vez más de Rick Richards. Da paso a “Shuffle It All”, el clasicazo del álbum. Su riff de bajo en clave blues, las guitarras, la batería y el Hammond B3 construyen un temazo del que Keith Richards y Mick Jagger se hubiesen sentido muy orgullosos. Enérgico, adictivo y vibrante, con la mejor voz de Stradlin en todo el álbum y un estribillo en condiciones en un tema que debería haberse convertido en clásico instantáneo.

“Bucket O’ Trouble” es un pequeño trallazo punk de algo más de 2 minutos con ciertas reminiscencias a la banda madre en su vena Duff McKagan. Guitarras veloces y afiladas, órgano que da un extraño toque y sensacional combo rítmico una vez más. Le sigue “Train Tracks”, un pelotazo cojonudo, el mejor del álbum probablemente, con un fabuloso duelo de guitarras entre Stradlin y Richards, bordando éste último el slide de un modo realmente difícil de escuchar. Esto es rock de guitarras para otro temazo sin apenas difusión.

“How Will It Go” es un tierno tema de amor principalmente acústico pero con Rick Richards tocando una fabulosa guitarra eléctrica bajo el ritmo intricado de Stradlin y la mandolina de Jimmy Ashhurst. Ojo a Izzy, en ocasiones parece que fuese el mismísimo Keith Richards el que canta en el tema. Después “Cuttin’ The Rug” es un muy pegadizo trallazo con las de nuevo brillantes guitarras gemelas de Stradlin y Richards y con un gran órgano de McLagan, algo habitual en todo el álbum. Rock and roll lleno de ritmo, actitud y convicción.

“Take A Look At The Guy”, cover del tema de Ron Wood en el que el propio Wood comparte protagonismo vocal con Stradlin y presta su guitarra. Caña de tugurio con piano honky tonk incluido. El brillante rock clásico de los Faces, de los Rolling Stones, de los Quireboys, de los Black Crowes, de los Dogs D’Amour y por supuesto de Izzy Stradlin deja que “Come On Now Inside” cierre el álbum con siete minutos de lento y melancólico blues con genial slide de Rick Richards y fantástico piano de un invitado de lujo, el gran Nicky Hopkins, y con el escondido tema “Morning Tea”, un desparrame en modo percusión.

Izzy Stradlin fue el miembro más subestimado de Guns N’ Roses. No tenía el carisma de sus compañeros, no era el más extrovertido, pero sin su guitarra rítmica y sin su talento para la composición la banda no hubiese sido la misma. Ahora, libre de ataduras, da rienda suelta a todo su genio y se marca un álbum inmenso, Izzy Stradlin And The Ju Ju Hounds, un artefacto al que se debe considerar como un clásico sin temor a equivocarse. Y después una brillante y en su mayor parte desconocida carrera en solitario, siempre junto a su inseparable Rick Richards.

©Blue Monday

2 comentarios:

  1. No podía ser otro más que tú quien recordara este álbum. Le dediqué una entrada en el blog de #FFvinilo. Me encanta. De su carrera posterior, muchas luces y algunas sombras. Un tipo algo irregular, como su vida misma, imagino. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Fantástica reseña. Una pequeña obra maestra del alma de Guns N’ Roses. Casi nada.

    ResponderEliminar