Bestseller
ABANDONÓ la lectura de ese ladrillo de 852 páginas que le había mantenido aburrido durante todo el verano (lo que contribuyó saludablemente, o no, a hacerlo más largo) cuando apenas le quedaban 20 para llegar al final y descubrir ¡por fin! quién era el asesino.
Como no era tonto ni mucho menos, decidió él mismo escribir una novela voluminosa que contuviese todos los ingredientes necesarios para vender más de cien mil ejemplares y sin gastos de promoción. Fíjense lo que hizo. Una vez terminada (muy a vuelapluma, ya saben), la quiso titular Los Pilares de la Sierra. Y como era listo el amigo, espabilado, vamos, al final le colocó el título de Las Pilares de la Tierra.
Sólo por error de lectura en el título impreso en la cubierta, al menos una cifra similar a la prevista lo había comprado (y, curiosamente, leído con agrado). Y él tan pancho, pensando en otros títulos que le proporcionaran el sustentamiento: La compra del viento, El pródigo da Vinci, Entre posturas…
©Ángel Carrasco Sotos
Tomo nota, tomo nota :D
ResponderEliminarJajaja, le presto cualquiera de esos títulos, con el permiso del protagonista, claro ;)
EliminarJajajaja, no era tonto.
ResponderEliminarGenial el micro, Ángel.
Un beso muy grande.
Cuántos listos-tontos de estos hay actualmente por el mundo, Tow, jaja. Otro besazo, zanahórica amiga.
Eliminar