ZEPPELIN ROCK: Crítica de FUGA DE ALCATRAZ (Don Siegel, 1979): Review

martes, 3 de marzo de 2020

Crítica de FUGA DE ALCATRAZ (Don Siegel, 1979): Review


por Möbius el Crononauta



Está claro que las buenas películas carcelarias parecen ser a veces como una cultura en sí mismas, trasladando ciertas conductas, reglas y patrones de generación en generación. El hombre de Alcatraz (sin olvidar la francesa La evasión), basada en hechos reales, tenía ya algunos trazos que rescatarían posteriores films sobre prisiones estatales urbanas, incluida esta Fuga de Alcatraz. Pero fue esta última la que probablemente haya influido más en el imaginario colectivo, en la leyenda de Alcatraz y en las películas carcelarias que la siguieron.




El director Don Siegel vio en el papel del brillante y taciturno preso Frank Morris un vehículo ideal para su amigo Clint Eastwood, con lo que le ofreció trabajar juntos de nuevo, en lo que constituiría la quinta y, a la postre, última colaboración de ese estupendo binomio cinematográfico. Eastwood aceptó, y, efectivamente, el personaje de Frank Morris, que suelta cuantas menos palabras mejor, le iba como anillo al dedo.

Frank Morris existió realmente, y fue el artífice, junto a otros dos compinches, de la única fuga exitosa (al menos en dejar la prisión atrás) en la historia de la mítica penitenciaría de Alcatraz, que aceleró su cierre al desvanecerse su fama de "cárcel antifugas". El guión, basado en un libro que relataba todos los detalles de la fuga, fue muy fiel a los hechos reales, sobretodo en lo tocante a la increíble huída de la cárcel y la isla en la que todavía se levanta, relegada a atracción turística.

El estupendo guión de Richard Tuggle constituye un excelente punto de partida para un Don Siegel que había pasado por un pequeño base desde su última colaboración con Eastwood, sobretodo en el aspecto comercial, pero que tras su decadente, crepuscular y magnífica El pistolero (realmente el testamento cinematográfico del director) retomó con Fuga de Alcatraz su gancho comercial y su especial talento para la acción.




Tras las prototípicas escenas iniciales en las que el preso llega, es fichado, desnudado, vestido con el uniforme y llevado a su celda, Siegel describe a Morris, el alcaide, su principal antagonista, y la prisión, en unas pocas escenas muy efectivas. Morris es un preso duro, silencioso, y con una mente superdotada; el alcaide (un estupendo Patrick McGoohan) es un ser autoritario, egomaníaco y cruel, que en cierto modo parece esconder tras su traje y su palabrería civilizadora a una especie de sádico, sentando las bases para la gran mayoría de alcaides cinematográficos que le siguieron. Por otro lado, en su entrevista con Morris el alcaide nos presenta en una sola frase a la mítica Alcatraz: "si desobedeces las reglas de la sociedad, te envían a prisión; si desobedeces las reglas de la prisión, te envían a nosotros". Toda una declaración de principios.

El ritmo de Fuga de Alcatraz nunca decae, atrapando al espectador hasta el final, siguiendo las andanzas de Morris en dos partes diferenciadas: su día a día en la prisión y el planeamiento y desarrollo de su osada fuga. Los personajes del film, que han devenido en arquetipos cinematográficos para toda película de acción ambientada en una cárcel que se precie, resultarán familiares a cualquier espectador: el matón-violador de duchas, el preso con mascota, el preso veterano (si es de color negro, mejor) que todo lo sabe de la prisión, el novato, y hasta encontramos a un preso con inquietudes artísticas, que protagoniza una escena que me dejó realmente impactado cuando vi el film por primera vez; desde luego nunca olvidaré ese momentazo en la carpintería, y la megafrase de Morris: "tenga, ponga esto en su informe".

Fuga de Alcatraz fue probablemente el último gran film de Siegel, mientras que Eastwood encontró en Morris a uno de sus más ideales personajes. Y, por encima de todo, Fuga de Alcatraz es sin dudarlo uno de los mejores films carcelarios de la historia.

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