ZEPPELIN ROCK: Crítica de "El aventurero de medianoche" (Clint Eastwood, 1982): Reseña

jueves, 4 de julio de 2019

Crítica de "El aventurero de medianoche" (Clint Eastwood, 1982): Reseña


por Möbius el Crononauta


Esta película, cuyo título original, Honkytonk Man, fue traducida al español como El aventurero de medianoche, supuso el noveno film de Clint Eastwood como director, y debió (aunque seguro que muchos no se dieron por aludidos) hacer notar muchos dedos en muchos hombros de la crítica especializada, como haciendo saber que allí había un director para ser tenido en cuenta más allá de sus taquillazos como actor y de un buen director de westerns. Probablemente el primer resorte que comenzó a transformar la consideración de Clint de un leño seco a uno de los últimos grandes autores norteamericanos había sido Bronco Billy, un film que tenía muchas cosas en común con El aventurero de medianoche. Ambas hablaban de héroes solitarios que luchaban, navegando a contracorriente, al tiempo que sus peripecias hablaban de la América que servía de trasfondo a las historias de esos personajes sin suerte que tanto gustan a Eastwood.




De todas formas el personaje de Eastwood en El aventurero de medianoche, Red Stovall, es mucho más oscuro que el eterno perdedor con un sueño que era el vaquero Bronco. De hecho lo que enamoró a Eastwood de la novela de Clancy Carlile fue la historia del perdedor, la música como eje central de la trama y el que seguramente varios aspectos de la historia recordaran al actor y director su propia infancia.




Honkytonk Man, la novela, hablaba de un cantautor country que viaja de un lado para a otro cantando en bares de mala muerte para ganarse unos dólares y seguir haciendo camino, soñando con hacerse un hueco en el paraíso de los artistas country, la emisión nacional del Grand Ole Opry. Basada (superficialmente) en la vida de la estrella del género Hank Williams, el personaje de Stovall es, al igual que el viejo Williams, una especie de genio autodestructivo, que ahoga sus penas y su vida sin rumbo en alcohol, y cuya vida sentimental no pasa de un polvo ocasional en alguna vieja cama de un hotel barato.




La historia de Stovall se retrasaba respecto a la de Williams en alrededor de un par de décadas, situando al cantautor ficticio en plena Depresión. En medio de esa América empobrecida Stovall hallará un inesperado amigo en su sobrino adolescente Whit, quien está deseoso de abandonar su árida Oklahoma natal, cuna de tantos Joads empobrecidos, para ayudar a su tío y aprender de él, imaginando quizá que él también, algun día, podría llegar a ser un cantante country.




Whit descubre poco a poco, de la mano de un ser asocial (en lo que cabría considerar como una suerte de paso previo a Un mundo perfecto), todo un nuevo mundo, alejado del día a día agotador y frustrante de la vida de un granjero. Pero ese mundo gira alrededor del circuito country de los artistas sin éxito, en los que el alcohol, el sexo y las drogas de los clubes negros son una constante. Sin embargo, ante el camino de un Stovall que persigue un sueño a contrarreloj, acosado por la tuberculosis e incapaz de salir de un círculo vicioso en el que sólo priman sus propias reglas y el ansia de sentirse libre (aunque implique no recibir atención médica), la fuerza vital de Whit discurre por un camino distinto, al que trata de arrastrar a un Stovall que parece haber cruzado una línea más allá de toda redención.

El aventurero de medianoche constituye una road movie bastante personal, en la que Eastwood da rienda suelta a su pasión por el country y el blues (Clint en persona canta sus canciones), mezclando en Stovall a varios músicos malditos, al tiempo que rememora sus recuerdos infantiles durante la gran depresión, y sus momentos de joven pianista de bar.




El rodaje devino también en algo bastante íntimo cuando Clint decidió que el papel del joven Whit sería ideal para su hijo Kyle Eastwood. Contaba Clint que cuando veía que su hijo había desarrollado un temprano interés por el cine clásico decidió que quizás podría darle una oportunidad. Y así lo hizo, con resultados que quizás varíen según la persona. En mi opinión creo que Kyle no lo hizo mal, seguramente (bueno, lo asevero del todo) con mejores resultados que en el caso de por ejemplo Sofia Coppola. Aun así quizás otro actor adolescente con más talento habría podido dar más matices a su actuación, pero desde luego parece patente que el vínculo emocional entre padre e hijo ayudó a hacer más creíble la relación entre Whit y Stovall. De todas formas, con los años, la carrera de Kyle Eastwood se acabaría decantando hacia la música, la otra gran pasión de su padre Clint.

Así pues El aventuro de medianoche es otro film del Clint más íntimo, que ahonda en los demonios del cantante Stovall sin caer en el melodrama barato, presentando al espectador, una vez más, una caravana de seres sin rumbo o encerrados en una rutina que desgasta, a la manera de la mencionada Bronco Billy o El fuera de la ley, y cuyo sueño en común es el personal de Stovall, del cual el Grand Ole Opry quizás sólo sea un símbolo.




Evidentemente si Clint ya había tenido pobres ganancias con Bronco Billy, la todavía más inaccesible El aventurero de medianoche fue un descalabro total, aunque obviamente Eastwood había corrido el riesgo de forma plenamente consciente. De todas formas la recaudación fue tan paupérrima que la Warner Bros, la distribuidora habitual de los films del director, se alarmó ante algunas malas críticas y los pocos dólares de caja, con lo que firmemente la gente del estudio decidió poner ante la mesa de Clint un Magnum 44, el revólver más poderoso del mundo, capaz de volarle a uno los sesos de un solo tiro.

1 comentario:

  1. Excelente comentario. En su tiempo pasé de largo esta película, me aportaste otra visión.

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