ZEPPELIN ROCK: Crítica de la película "Excalibur" (John Boorman, 1981)

jueves, 25 de junio de 2015

Crítica de la película "Excalibur" (John Boorman, 1981)



Möbius el Crononauta



Helen Mirren ganó en 2007 su primer Globo de Oro por su papel en The Queen, película con la que logró también ganar su tercer Oscar. Sin duda se lo merece, puesto que siempre ha sido una gran actriz. Ha abordado decenas de papeles de manera magistral. Sin embargo, cuando pienso en ella sólo una imagen viene a mi cabeza: Morgana, la hechicera, seduciendo a su hermanastro, el Rey Arturo. Sí, lo confieso: también me vienen a la mente las transparencias de su vestido en la citada escena.




Excalibur es sin duda la mejor película que haya dirigido John Boorman (otras películas dignas de ver del director son Deliverance y El General, ésta última un entretenido biopic sobre un famoso ladrón irlandés. De La selva esmeralda no guardo un gran recuerdo, aunque la vi hace muchos, muchos años). Su particular visión del mito artúrico (la película se basa principalmente en una revisión de "La muerte de Arturo", una epopeya del s. XV) es excelente. Boorman decidió dejar a un lado cualquier apunte histórico (destaca la ausencia de cualquier referencia cristiana) para centrarse en la historia mítica, el bien contar el mal, el ciclo de la vida, el hombre como un ser a caballo entre la esperanza y la desesperación.



El reparto de la película es excelente, donde destacan un sobrio Nigel Terry como Arturo, la citada Helen Mirren como Morgana, y el excelente actor teatral (y uno de los notables asesinos de la serie Colombo) Nicol Willliamson como el mago Merlín, sin duda el personaje central de la película, más que el propio Arturo. La historia avanza con y a través del viejo y retorcido mago.

Es curioso, pero al parecer la United Artists dijo a Boorman que podía escoger a cualquier actor para el papel de Merlín, salvo a Williamson. No sé hasta qué punto es cierta esta historia, pero al parecer finalmente Boorman se salió con la suya. A Dios gracias.

Tal vez en un primer vistazo pueda pasar desapercibido, pero es Merlín quién maquina tras el telón los acontecimientos que se van sucediendo. Como buen hijo del Diablo que es, Merlín maneja a los hombres a su antojo para conseguir su propósito. La historia es sencilla: Uther Pendragon, con la ayuda de Merlín, logra una díficil paz tras varios años de guerra. En el festejo de celebración en el castillo de su otrora enemigo, el Duque de Cornualles, Uther Pendragon se encapricha de la mujer del duque, Igrayne. Como es normal, el Duque no es muy feliz con esa idea, y la tregua se rompe. Mientras el Duque fallece atacando el campamento de Uther, éste yace con Igrayne gracias a Merlín, quién le ha concedido la apariencia del Duque. Nueve meses más tarde, Igrayne y Uther tienen un niño fruto de aquella noche. Pero el trato era que ese descendiente sería puesto a cargo de Merlín. Éste se lleva al niñ, y Uther, arrepentido, corre tras él. Sin embargo, cae en un emboscada. Malherido, hunde su espada mágica, Excalibur, en una piedra. Nadie salvo él podría tenerla.



El comienzo de la película nos da una idea de cómo Merlín utiliza las bajas pasiones humanas y sus debilidades para sacar provecho y llevar adelante sus planes. Aunque en principio sus intenciones son buenas, nótese que no son los humanos dueños de su propio destino. ¿Es lícito el control sobre seres inferiores, aunque sea para su propio bien? ¿Debe el hombre renunciar a su libre albedrío en pos de un mundo mejor? Merlín así lo cree, aunque en realidad el bienestar que busca es el suyo propio.

La historia que continúa es bien conocida: el hijo de Uther, Arturo, logra sacar la espada de la piedra y se convierte en Rey. Tras varios años de guerras contra sus opositores logra unificar Inglaterra bajo su mando con ayuda de los famosos caballeros de la Mesa Redonda, y un periodo de bienestar y paz se extiende a lo largo de los años. Mientras Morgana comienza a conspirar, surge la crisis: Arturo descubre la infidelidad de su esposa Ginebra con su mejor caballero, Lanzarote (esta escena fue rodada por Boorman con una imagen de gran fuerza, donde los amantes despiertan y ven la espada del rey clavada entre ellos). La tierra ha sido hendida por la espada; mientras, Merlín pierde su fuerza y es engañado por Morgana: el orden se ha perdido definitivamente. Poco después, Morgana seduce a Arturo y queda embarazada de éste.


Sobrevienen años de crisis, hambrunas, incertidumbre. Un débil Arturo languidece en su castillo, mientras Morgana y su hijo Mordred conspiran para hacerse con las tierras y el trono de Arturo. La última esperanza es el Santo Grial, la copa sagrada que devolverá las fuerzas y la fe al rey y resucitará la tierra.

En último término, el Grial será encontrado, Mordred y Morgana derrotados, y un nuevo mundo surgirá de las cenizas de Camelot. Arturo sucumbirá a causa de sus heridas y será llevado a la deriva en su barco funerario. La espada mágica, Excalibur, regresará a manos de la Dama del Lago. Cuando sobrevengan tiempos aciagos, y todo parezca perdido, Arturo volverá, empuñando a Excalibur, y salvará a Inglaterra.

El mito artúrico tiene muchas interpretaciones. En su génesis es una historia que habla sobre esperanza, sobre un futuro feliz, una confianza en un salvador en momentos de debilidad. Con la muerte de Arturo termina el tiempo de Merlín y otros magos. Los hombres, libres, son dejados a la deriva, pero libres para forjar su futuro.



Esa libertad tenía su precio: en muchos momentos aquellos hombres de las Islas Británicas verían tiempos aciagos: la retirada romana y las invasiones bárbaras (donde se enmarca al Arturo histórico), las guerras civiles, incursiones vikingas, la invasión normanda, las guerras mundiales... Pero en cualquier mal no cunde la desesperanza: los hombres sufren, temen, pero finalmente confían en su futuro, pues saben que Arturo volverá: ¿es este Arturo un hombre? Evidentemente, no. Un hombre tal vez transmita su mensaje, pero el Arturo salvador tal vez sea la fuerza del carácter, el saber que luchando y no bajando los brazos llegará la salvación.

Volviendo a la película, Excalibur es un film de gran fuerza visual, con una gran fotografía, un excelente guión, y uno de sus aspectos más destacados, un excelente uso de la música. La banda sonora carece de composiciones originales; grandes maestros de la música clásica como son Carl Off y Richard Wagner firman las melodías del film. Es probablemente la película (junto con 2001: Odisea en el espacio) que mejor uso hace de partituras ya existentes, hasta tal punto que parecen compuestas para que algún día aparecieran en la película.

La historia de Arturo es inmortal, y esta película es un buen ejemplo. J.R.R. Tolkien fue, al fin y al cabo, un simple aprendiz. Muy aplicado y con gran talento, pero aprendiz al fin y al cabo.

©Möbius el Crononauta


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