ZEPPELIN ROCK: Microrrelatos - Cosas en los bolsillos (54): Otoñales

domingo, 16 de noviembre de 2014

Microrrelatos - Cosas en los bolsillos (54): Otoñales



Otoñales

Que llegue ya el otoño me da un poco de risa.

Con lo bien que lo hemos pasado en el verano y el otoño amanece con su singular tono de espera. Las nubes transitando depaciosas, paradas, sobre un pálido azul que quisiera borrarse. El silencio en las calles y algunos pocos pájaros entonado unos trinos como ecos de otro tiempo. También se ve a las gentes desplazarse con calma y andan abrigadas y calladas, soñolientas soñando, sumergidas en algunos pensamientos turbios o escribiendo su muerte en el regazo de los días. Otros preparan leña para calmar su angustia. Los bosques quedan solos amparando su sombra. Pocas moscas resisten y se las ve sin rumbo, desnortadas, maldiciendo quizá haber nacido ahora. Los niños piden pan a las abuelas y estas los miran con ojos de tristeza porque el colegio ya ha empezado y ellas solo se acuerdan de los muertos de antaño. Sopla un poco de viento que se lleva las hojas caídas en el parque. Los perros se arrastran sin consuelo, cansinos, pegados a las paredes como temiendo a la Parca. La tarde, apresurada, corrige las sonrisas. La seriedad se instala en los amaneceres. Dan ganas de llorar o de abrazarte o de escribir así, con palabras que carcomen nuestro sueño. La ternura es otoñal y la sonrisa de un hijo, que ahora se me acerca a encenderme la luz "para que no pierdas la vista, papá", significa que algo del verano aún perdura. El otoño es una foto movida, un camino vacío que avanza entre rosales desvaídos y árboles cansados. La ropa más oscura cuelga ya de las perchas del armario. Y hace frío. 

Miguel salió de casa para comprar el pan, y en el camino cambió su rumbo hacia la tiendecilla de Francisco, el de la Matea.

-Dame una botella de vino, Paco.
-¿Pero si tú nunca has bebido, Miguelillo?
-Me crujen ya los huesos de la pena que tengo. Dame ya esa botella.
-Tienes mala cara, Miguelillo. No sé si debería…
-Que me des la botella, hostias, Paco, y te la pago.

A mí, que llegue así el otoño, me da miedo.

ÁCS

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