
En Las brujas de Zugarramurdi –con fotografía del habitual Kiko De la Rica- encontramos de nuevo como coguionista a Jorge Guerricaechevarría, algo que ha otorgado puntos a un argumento con diálogos impagables trufados de humor surrealista y excesivo. No sé si es la mejor película de De la Iglesia, ni tan solo puedo deciros si es la que más me ha gustado –soy de los que disfrutan las películas, pero luego se olvidan-, pero la verdad es que me lo pasé pipa. Lo malo es que me dio la impresión de que, tras los excesos visuales, la pirotecnia y estupendo texto, llegaba la hora de poner el Fin y el realizador no sabía cómo. Además –en mi humilde opinión-, Carmen Maura es una gran actriz, pero le sobran algunas escenas como papisa de las brujas en las que se le nota demasiado que está actuando. No sé si me explico, pero es que últimamente a Carmen la veo siempre como Carmen Maura haciendo de bruja... o del personaje que toque. En ese sentido, prefiero mucho más a Terele Pávez, de esas actrices que parece que son ellas mismas cuando representan un papel. A destacar –además de a Hugo Silva y Jaime Ordóñez, estupendos- un Mario Casas al que siempre he criticado en negativo y que aquí borda su personaje, tic incluido. Me gustaría mencionar –ignoro si alguna crítica ya lo ha expresado- que el tono misógino general es más que evidente, estableciéndose un paralelismo entre las brujas y la condición femenina en general que a mí me ha parecido obvio. Atracador, rehén, taxista, policía... todos acaban poniendo a parir a las mujeres como culpables de la desgracia de los hombres. En resumen, que, si aún no la habéis visto y os gusta la comedia negra con acción y diálogos inteligentes e interpretaciones notables, Las brujas de Zugarramurdi es una cinta que no podéis dejar pasar.
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