por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC
Una auténtica debilidad, con el que he pasado muchos años y al que he seguido siempre en todo lo que ha hecho. Un músico extraordinario y un talento excepcional que aunque ha virado su estilo hacia temas más tranquilos y relajados en los últimos tiempos, fue un rockero virtuoso en los 80, los 90 e inicios del nuevo milenio. Además verle en directo sigue siendo una delicia, su actitud, honestidad y saber hacer siempre dejan un gratísimo sabor de boca en quien va a verlo.
Bryan Adams ha hecho innumerables discos de talento, Reckless quizá sea el más famoso, conocido y exitoso, uno de los mejores ejemplos de su enorme e ilimitado talento para hacer Rock melódico.
Muchos años compartí con Bryan Adams, siempre una pasión por debajo de los Bon Jovi por ejemplo, pero que sirvió para introducirme en este mundo de alguna manera, y que jamás ha dejado de gustarme. El talento inmenso de este canadiense es adictivo y crea fidelidades eternas.
Bryan Adams ha navegado con talento por el Hard Rock y el Rock melódico, el Pop- Rock… sonando siempre fresco, directo y con un estilo reconocible y accesible, un sonido universal.
En sus primeros trabajos, donde colaboraba codo con codo junto a Jim Vallance, ya se observaba el gusto por estos estilos, si bien el Rock más poderoso iría llegando paulatinamente. Su “Bryan Adams” (1980), primer álbum del canadiense, juega con el Rock y el Pop-Rock con ritmos alegres, teclados y un sonido aún inmaduro pero fresco, donde la energía de Adams ya sobresalía. Temas Rock y Pop-Rock, comerciales y efectivos pero a los que les faltaba un poco para madurar, esto no evita que su escucha sea muy agradable. Su segundo álbum, “You want it- You got it” (1981) ya va definiendo mejor el estilo de Bryan, si bien se le debería considerar todavía dentro de la etapa de maduración. Este segundo disco está más elaborado en cuanto a las melodías aunque es menos enérgico en los ritmos (si bien temas como "Fits ya good” o el que da título al disco coquetean con el Hard Rock y el Rock más vivo), además de contener toques a Bruce Springsteen (por ejemplo en los teclados y el tema “Jealousy”), una comparación que no siempre ha sido justa más allá de algún tema y especialmente centrada en estos inicios. Ya se veía un gusto por las atmósferas que se sublimaría en algún disco posterior, especialmente el “Into the fire”.
Si ya en el disco anterior entraron en la formación gente como Tommy Mendel y Mickey Curry, en el primero Adams y Vallance se ocuparon de casi todo, será con “Cuts like a knife” (1983) su primer gran éxito, donde veremos a la formación, digamos, más oficial y estable, con el bueno de Keith Scott a las guitarras. En “Cuts like a knife” el estilo de Bryan Adams se muestra ya en todo su esplendor, hasta alcanzar su máximo virtuosismo con su siguiente obra, el disco que nos ocupa, y otros que vendrían a continuación. Melodías con garra, maduras, estribillos conseguidos y larguísimos, coros acertados, armonías elegantes, ritmos frescos y alegres... puro Rock melódico con mucha clase. La importancia de Scott en la definición del sonido ochentero y noventero de Bryan Adams es crucial, sus armonías en los finales de los temas y con la melodía principal acabaron siendo un rasgo distintivo que aumentaba el feeling de los temas y el estilo.Además su trabajo en los riffs dotó de la energía y potencia rockera definitiva al sonido de Adams.
Si los discos anteriores eran buenos, “Cuts like a knife” ya es su primer gran disco, sin ningún lugar a dudas.
Y si “Cuts like a knife” fue su primer gran disco y su primer gran éxito, el que vino a continuación, “Reckless”, el que nos ocupa, es su primera obra maestra y su primer mega éxito. Seguramente “Reckless” es el disco más valorado por los fans y casi la totalidad del mismo se puede oír en sus conciertos, un disco compuesto por un hit detrás de otro. Aquí la energía, la garra y el espíritu rockero del canadiense se subliman y desmelenan. Puro sentimiento, vitalidad y autenticidad. Una auténtica gozada para los oídos desde que empieza hasta que acaba, una inyección de adrenalina de la más elevada calidad. “Reckless” es uno de los discos más ideales para recobrar el ánimo, motivarse o hacer renacer sonrisas. Este disco representa la idea más sana, lúdica, divertida y vital del Rock y del estilo de Bryan Adams.
No será la última obra maestra de Bryan Adams, a partir de aquí encadenaría genialidad tras genialidad, como el magistral, aunque tremendamente infravalorado, “Into the fire” (1987) o mi debilidad “Waking up the neighbours” (1991).
Si algo distingue el sonido del Bryan Adams de esta época es su alegre contundencia, su energía, ritmos vivos y vitalidad, pero sobre todo su voz arenosa y absolutamente genuina y característica.
“Reckless” es el disco más exitoso y vendido de Bryan Adams, de donde se extrajeron hasta 6 singles, “Summer of ‘69”, “Run to you”, “Heaven”, “Somebody”, “It’s only love” y “One night love affair”, que alcanzaron el Top15 en Billboard, hito sólo logrado por el “Thriller” de Michael Jackson, lo que da buena cuenta del alcance que tuvo.
El álbum está producido por Adams y Bob Clearmountain, que también demostraría su talento tanto como productor como, sobre todo, mezclador en trabajos de Bon Jovi, Bruce Springsteen, The Rollings Stones o Toto entre otros muchos.
Bryan Adams a las voces, Keith Scott a las guitarras, Dave Taylor al bajo, Pat Steward a la batería, además Jim Vallance aparece como compositor en todos los temas, así como en la percusión del primero. Steve Smith, ex batería de los Journey, aparece tocando en “Heaven”, Tommy Mendel se ocupa de los teclados, Lou Gramm, el gran cantante de Foreigner, hace coros y Tina Turner nos deleita en “It’s only love” acompañando a Bryan.
One Night Love Affair: Damos comienzo al placer con un temazo que tiene un inicio clásico, riff y batería atacándonos y entrada de otra melodía de guitarra posterior, base del tema. Bryan y su voz arenosa hacen acto de presencia llevándonos por un tema rockero y muy melódico. El estribillo es una auténtica viguería, pura melodía aorera, una canción que vaga del Rock melódico al AOR con completa fluidez. Transición con el riff y la melodía base para entrar de nuevo en las estrofas, algunas aumentando en intensidad y enriqueciéndose en el puente con la guitarra. De nuevo en el estribillo para deleitarnos y dejarnos el perfecto sabor de boca antes del solo que comenzará tras una nueva transición con el riff y la base rítmica. Un solo de guitarra sencillo y muy bonito. Nos despeñamos de nuevo por el estribillo con más intensidad y armonías de guitarra, un clásico de Bryan Adams que entusiasma a sus acérrimos, un final sensacional repleto de improvisaciones, sentimiento e intensidad. Brillante Adams en la voz y Scott con la guitarra. Grandísimo inicio.
She’s Only Happy When She’s Dancin’: Puro Rock melódico para continuar, y es que “Reckless” es un disco sin descanso, puro Rock e intensidad sin pausas, salvando las baladas que también son sentimiento desbordado. Nuevo riff de sabor blusero y melodía guitarrera marcando el paso. Ritmos vivos y alegres. Estrofas rockeras y un Bryan Adams en su salsa. Coros en el puente y estribillo fiestero y jovial, es Rock en su lado más lúdico. Esencia blusera y Rock clásico de toda la vida en el ADN del tema, buen estribillo con un coro enérgico para rematarlo. Solo de guitarra y maracas para que la cosa no pierda intensidad. Estrofa de melodía intensa y algo distinta donde los coros vuelven a tener presencia. Parón clásico mientras el estribillo nos invita a saltar, palmear y disfrutar. Toques de guitarra como armonía en la parte final mientras la variedad predomina en el estribillo, una de las señas de identidad de Bryan Adams. Otro gran tema para poner las pilas.
Run To You: Uno de los grandes clásicos del canadiense, una atmósfera nocturna y peligrosa, puro deseo simbolizado en la guitarra que rasga la melodía al inicio y la latente batería. Bryan nos descubre las primeras estrofas bajo este ambiente, con una melodía tensa de guitarra que se desmelena en el puente y, por su puesto, en el estribillo, que tiene un gran trabajo de sintetizador dando la intensidad y tensión que posee el tema. Estribillo lago con una guitarra que lo acompaña en todo momento. La guitarra deja apuntes en la transición hacia las nuevas estrofas, sugerente, seductora. Arrancamos de nuevo, como lazándonos hacia una presa en forma de estribillo. Adams nos deja todo su repertorio rockero. Transición instrumental con apuntes oníricos de coros, embriagados de nocturnidad y seducción para despertar en el riff de guitarra y un grito desgarrador de Bryan. El estribillo nos dirige a la meta con variaciones sobre el mismo por parte de la voz de Bryan y arranques rockeros. Uno de sus temas imprescindibles.
Heaven: Una de las grandes baladas de Bryan, del género y de la historia del Rock. Realmente preciosa. Estrofas de una delicadeza, una intensidad, un desgarro y una pasión arrebatada y soterrada, que desnuda todo sentimiento. Su brusca ruptura tras el puente con la entrada de la batería en el estribillo pone los pelos de punta. Un estribillo que es una completa genialidad, un canto de amor, de súplica, de desgarro, el amor hacia el otro como el cielo en el que pasar nuestros días. Pasión y nostalgia emocionada, un alivio en forma de balada al sacar los sentimientos de dentro. Nuevas estrofas con la batería y el sintetizador acompañando y breves apuntes de guitarra mientras la intensidad sube por el puente y el estribillo, el deseo como religión, nuestra pareja como fe, el amor como el cielo. Estrofa que varía tras el segundo estribillo, un sintetizador intenso y baño instrumental en el solo de guitarra, una intensidad creciente. El estribillo vuelve a aparecer para despedir el tema mientras la guitarra de Scott hace armonías por detrás, como de costumbre. Un clímax perfecto con Bryan improvisando. Deliciosa, delicada y profunda. Aquí aparece Steve Smith, ex batería de Journey.
Somebody: Otro éxito del disco, una guitarra solista marcando la melodía y una batería rockera y tranquila. Más Rock melódico en vena. Estrofas sucediéndose en una buena atmósfera, con un riff de guitarra muy desnuda que se transforma en el estribillo, con unos coros dialogando en perfecta armonía y una gran melodía de la voz principal. La guitarra de Scott haciendo transiciones hacia las nuevas estrofas. Un tema con mucho sabor, en especial con ese acompañamiento de guitarra y la voz de Bryan, que es puro sentimiento en su arenoso desgarro. Apuntes de teclado en el puente y nuevo estribillo para cantar a coro a pleno pulmón, de esos que nunca fallan. Bajo predominante en la transición hacia el solo de guitarra, sencillo y muy melódico. Estrofa distinta y más intensa con un acertado trabajo de los platos, un buen detalle de percusión, sutil. Todo esto se mantiene en el nuevo estribillo donde Bryan comenzará a improvisar más y la guitarra solista hará sus magníficas armonías para dejar el tema por todo lo alto. Un auténtico himno.
Summer Of ’69: Y llegamos a uno de los temas más conocidos y reconocidos del canadiense, un himno absoluto e imprescindible, la juventud, su alegría, energía y libertad hecha canción. Un tema que es la definición perfecta del Rock melódico, trepidante, alegre, visceral, jovial, intenso y profundo. Un riff de guitarra solitario junto a la voz de Bryan define las intenciones, la batería irrumpirá sin avisar y todo comienza a disparase, el puente se deshace en melodía así como el estribillo, puro placer para los oídos. Las transiciones son exquisitas en su melodía. Todo el arsenal nos va acompañando por las siguientes estrofas, coros que se añaden ocasionalmente a la voz principal para sublimar el tema... y su imponente estribillo. Las improvisaciones de Bryan siempre son un acierto antológico. La estrofa de transición es una auténtica virguería, de lo mejor del tema, que ya es difícil. Transición instrumental, muy melódica, y reiniciamos la carrera rockera sin pausa repitiendo la sublime estructura clásica. Diversión, talento y vitalidad por todos lados, además del siempre presente sentimiento y poso que deja Bryan en todas sus canciones, un toque nostálgico inconfundible. Una mezcla que es una de sus señas de identidad. Tras el nuevo estribillo Bryan se desmelenará improvisando y dándonos un clímax deslumbrante, junto a la siempre presente guitarra de Scott, una gozada que logra esa alegría de muchos temas de Bruce Springsteen, pero con un poso profundo y personal. Tema de antología.
Kids Wanna Rock: Sin pausa, puro Hard Rock melódico con esencia blusera. Un riff potente y con sabor inician el tema más corto del disco. Toda la fuerza del grupo se dispara, ritmos acelerados y una guitarra contundente que deja apuntes solistas y marca la melodía que es seguida por el Bryan más rockero. Transiciones contundentes de guitarra, ritmo trepidante, vitalidad y energía desbordándose. Puente melódico, platos adornando los ritmos, estribillo y caída en un solo de guitarra rockero y enérgico. Transición con preponderancia de la base de ritmos y una latente guitarra, ruptura rockera a todo poder. Estribillo con aparición varonil de coros en una sacudida de decibelios sin concesiones.
It’s Only Love: Más Rock y en esta ocasión con la gran Tina Turner. Otro riff da comienzo al placer y una guitarra solista se añade con sabrosos punteos que definen la melodía, abriendo el camino para que la voz principal se guie. Rock de primer nivel, estrofas de gran melodía y ritmo, mezcla perfecta, puro Rock melódico. Transiciones de guitarra, muy presentes, y aparición de Tina Turner, con su portentosa voz deleitándonos más si cabe. La guitarra es como una tercera voz, participando en todo momento. Estrofa a coros entre los dos cantantes que es uno de los sublimes momentos del tema. Riff solitario en un parón y arrancada rockera con gritos de Bryan, la esencia blusera y el sabor rockero recorren cada momento del tema. Scott se luce extraordinariamente con armonías perfectas junto a las voces principales que van cantando el estribillo. Nuevo solo en la parte final y apuntes improvisados de las voces principales. Goce absoluto, desde que empieza hasta que acaba.
Long Gone: Otro solitario riff inicia el tema, aspecto que es un clásico en el disco y que se repite en la mayoría de las ocasiones. Pronto aparece la guitarra solista, también un clásico, para definir la melodía, con mucho sabor rockero de esencia blusera de toda la vida. Ritmos constantes y sonido de bar auténtico, rock de carretera y cervezas. Es Rhythm and Blues con un estribillo que supura autenticidad. Estrofas a ritmo de locomotora que no cesa y se encamina constante hacia el puente y el estribillo. Matices extraordinarios en la voz de Bryan, nuevo estribillo y solo de guitarra de puro Rhythm and Blues al que se añade otro de armónica, por si había dudas. Perfecto tema para una Jam Session. Estrofa de transición y parón instrumental para el riff. Arranque de la trepidante locomotora y la fiesta rockera llevándonos hacia el final con improvisaciones y armonías de todo tipo, con la guitarra y la voz principal disfrutando y haciéndonos disfrutar. Imposible que un rockero no se entusiasme.
Ain’t Gonna Cry: Nos despedimos con otro de los temas más duros del disco y de Bryan Adams. Un temazo de ritmos y riffs trepidantes, una guitarra solista que va derrumbándolo todo a su paso, mostrando el tono del final de la fiesta. Bryan se suma al jolgorio más salvaje que nunca. Imposible no brincar. Estribillo donde la melodía se hace más presente y un bajo potente que se erige en protagonista, junto a la solista guitarra de Scott en la fase instrumental. El riff no para de hacer tambalear los oídos y los altavoces y la batería se acelera por momentos. Estrofas y ritmos para una canción salvaje de garaje. Nuevo estribillo y detalles guitarreros, energía a raudales y pausa melódica, fase instrumental, donde bajo y guitarra vuelven a exhibirse. Sonido de potencia desmedida. Un coche sin frenos. Cuesta abajo y a toda velocidad agarrados a las nuevas estrofas, la batería de Curry y la guitarra de Scott, cada vez más rápidos y psicodélicos. Parón repentino, por poco tiempo. Locura guitarrera de distorsión de Scott en la parte final, teclados arrítmicos y orgía instrumental sin frenos, un estallido sublime sin concesiones para despedirnos y dejarnos patas arriba.
Si estás triste, has tenido un mal día o no estás de humor, ponte este disco, no es sólo una de las mayores joyas del género y de lo mejor que nos ha dejado el genial canadiense Bryan Adams, sino un sentimiento positivo en sí mismo. Alegre, divertido, intenso, con sentimiento, autenticidad y energía, no verás las cosas igual después, imposible con esta adrenalina y vitalidad insuflada a base de riffs de guitarra. Un disco para saltar, brincar, vivir la vida y verla desde el lado bueno y positivo, un disco que es una sonrisa rockera. Joya imprescindible, ideal para ir en coche, a pasear, a correr o escucharlo tumbado en la cama. Una debilidad este canadiense.
©Jorge García
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