por José Manuel Albelda (@jmalbelda)
con el blog La vuelta al cine en diez películas
No soy un espectador de lágrima fácil. Lo cual tampoco quiere decir que sea un trozo de alcornoque. Solo que me gusta que los sentimientos, de la clase que sean, tristeza, miedo, alegría o inquietud, afloren ante situaciones argumentales no previsibles. Me explico: una película de terror cuyos guionista se proponga deliberadamente y desde el comienzo hacerme sentir espanto, con toda seguridad acabará por dejarme indiferente.
Yo creo que en cualquier contexto cinematográfico la apelación a las emociones del espectador debe dosificarse bajo aquella vieja máxima de "menos es más". Hablo de contención. Es difícil, por tanto, que una película romántica cuya intención y estética sean exclusivamente esas, las de exacerbar los atributos del romanticismo, pueda inmutarme. En cambio, determinadas películas donde el hecho amoroso no brota desde el sentimentalismo evidente, sino desde la sinceridad y la autenticidad, consiguen el milagro. Ahora hablo de previsibilidad. Por eso, yo me emociono con determinados giros del Solaris de Tarkovski con la misma facilidad que las Memorias de África" de Pollack me dejan frío; qué le vamos a hacer!
Diez películas no románticas en las que yo pude llorar:
“Solaris”, de Andrei Tarkovski.
“Amanecer”, de Murnau.
“Gertrud”, de C.T.Dreyer.
“¡Qué verde era mi valle!”, de John Ford.
“Shame”, de Steve McQueen.
“Ordet”, de C.T.Dreyer.
“Juegos prohibidos”, de René Clément.
“Las verdes praderas”, de José Luis Garci.
“Mi vida sin mi”, de Isabel Coixet.
“La delgada línea roja”, de Terrence Malick.
©José Manuel Albelda
A mí una que me enternece mucho es 'La vida es bella'. Me parece de una tristeza realmente abrumadora.
ResponderEliminar"El hombre que mató a Liberty Valance", me parece una gran película también del estilo de estas. Así como también "El hombre tranquilo".
ResponderEliminarEn general creo que las películas de John Ford tienen un sabor agridulce, de carácter rudo y melancólico a la vez.