
La verdad es que en Capitán América: El soldado de invierno, los malos son malos, los buenos son buenos, los engaños se pillan en seguida, los buenos que son malos se ven venir, los desenlaces se intuyen... y el final está cantado desde el principio. Pero, como ya he dicho en otras ocasiones, no estamos delante de una obra de arte y ensayo –los más jóvenes no sabrán de qué les hablo- de cine polaco sino de un espectáculo palomitero que tiene el objetivo de hacernos pasar un buen rato disfrutando de explosiones, puñetazos, disparos y grandilocuentes efectos especiales, haciéndonos partícipes de un universo paralelo en el que personas con poderes, seres humanos con dominio de la tecnología o habitantes de otros mundos se mezclan sin problema –eso sí, con resultados catastróficos- entre la población normal. Estamos hablando de cómics, no lo olvidemos. Por otra parte –si nos ceñimos a este tipo de cine-, os diré que me ha sorprendido la película. Digamos que esperaba menos de ella incluso. Así que, bueno, quizás era el componente emocional de estar pasando la tarde con mi hija o la presencia de Robert Redford en el reparto –le aporta cierto toque de credibilidad y realismo- pero si crecisteis con MARVEL os encantará esta nueva entrega de su universo. Y no hagáis como algunos que se levantaron en los títulos de crédito finales –no eran true fans-, todos sabemos que cuando estos acaban siempre hay una escena extra. Recomendada.
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