ZEPPELIN ROCK: LAS MEJORES PELÍCULAS DEL CINE NEGRO DE LOS AÑOS 40

domingo, 19 de julio de 2020

LAS MEJORES PELÍCULAS DEL CINE NEGRO DE LOS AÑOS 40

El tercer hombre.

por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC



Es la década crucial del Cine Negro Clásico, mi género favorito, así que… Y además un alivio para la imposición del Código Hays. El género más completo del cine, junto al western, y contenedor de toda la transgresión que se perdió con el dichoso código (que, en realidad, trajo cosas buenas), así como de la denuncia social y el realismo que podía faltar en otros géneros. El oasis que permitía la transgresión, personajes que se salían del estereotipo, denuncia y crítica social, tramas y temas sórdidos que parecían ajenos al mundo moralista que se imponía.


El halcón maltés.

Tres vertientes sobre salen en el género. La del detective o análogo que se ve inmerso en un caso; el personaje que se ve envuelto en una lucha para salvarse él o para sobrevivir a poderes mayores que lo superan; la pareja infiel que planea matar al marido porque estorba.

El año 1944 es el del estallido del género, que ya había dejado clásicos en los años anteriores, pero que en esa fecha refulgió como pocas veces lo ha hecho un género en un año concreto por la cantidad de obras maestras o notables que se realizaron, en una evidente explosión (El Sospechoso, Historia de un Detective, La Mujer del Cuadro, Laura, Perdición, Tener y no Tener…). A partir de ahí cada año traía una gozosa orgía de obras maestras dentro del género (y de otros), en lo que es una de las mejores décadas de la historia del cine, sino la mejor.

He incluido varias, no muchas, cintas que no son estrictamente de Cine Negro, más bien de intriga, por su interés, por sus creadores y por su prestigio, consciente de que con su inclusión abriría la puerta a otras muchas a las que se lo he negado, pero valgan como muestra representativa más que nada (las de Hitchcock, A Través del Espejo, El Ministerio del Miedo, Flamingo Road, Pacto Tenebroso…).

En cualquier caso es una lista amplia y muy completa que seguro hará vuestras delicias.


Perversidad.

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Las mejores películas 
de 
CINE NEGRO
de los 
AÑOS 40


A TRAVÉS DEL ESPEJO (1946), de Robert Siodmak. 

¡Qué años tuvo Siodmak en los 40! ¡Y vaya año 46 con estos dos títulos que os traigo! Un intriga hitchcockiana excelente que, a pesar de todo, me gusta algo menos que otras de sus más conocidas obras. Magnífico y perfecto exponente de cine de suspense con la influencia del psicoanálisis, cada vez más presente en las tramas, por todo lo alto. Un ejemplar thriller psicológico.


ACTO DE VIOLENCIA (1948), de Fred Zinnemann. 

 Un estupendo thriller de Zinnemann, poco conocido pero muy atractivo. Con un gran trío protagonista y buenos conflictos dramáticos, el cineasta seguía dando muestras desde sus inicios de su gran talento.


AL ROJO VIVO (1949), de Raoul Walsh. 

Uno de los testamentos más indiscutibles en celuloide, y del cine de gangsters por concretar. Monumental obra maestra de Raoul Walsh, una de sus cimas como autor. Es sencillamente descomunal, con un final legendario y un personaje, Cody Jarret, y una interpretación, la de James Cagney, que son eternos e historia del cine. Si te gusta el Cine Negro, el de gangsters o similares, esta es del Top más selecto de indispensables.


AL VOLVER A LA VIDA (1948), de Byron Haskin. 

Especialista en efectos especiales y director, Byron Haskin frecuentó todo tipo de géneros, un buen artesano que logró algunos hitos y varias joyas en su filmografía. Aquí llega con un buen título de Cine Negro de deslumbrante reparto, aunque algo estático, falto de vigor y agilidad, pero que cumple con creces las expectativas de los amantes del género.


ALMA EN SUPLICIO (1945), de Michael Curtiz. 

Cuando haces un repaso año a año sobre las mejores películas de la historia, te das cuenta de la categoría que tenía Michael Curtiz. Raro es el año en el que no deja una obra maestra o película sobresaliente. Este drama con tintes Noir basado en una novela de James M. Cain es sencillamente majestuoso. Mildred Pierce es un personaje que merece estar en las mejores antologías. La encarnación de Joan Crawford es maravillosa. El poder de la mujer en su máxima expresión. En épocas de feminismo mediocre, cintas como esta son las necesarias.


ALMAS DESNUDAS (1949), de Max Ophüls. 

Ya traje películas del gran Ophüls, uno de los directores más elegantes de la historia, pero en esta época comienzan a llegar obras suyas americanas, como algunas citadas en fechas anteriores y estas que señalo y señalaré, inmersas en el Cine Negro, como no podía ser de otra forma siendo los 40. Esta, concretamente, es una pequeña joya, una relación sutil de amor, deseo e intriga, que mezcla melodrama y Noir desnudando a dos personajes de manera deslumbrante, especialmente a ella, Joan Bennett, que hace una encarnación magnífica, y que a través de la aventura en la que se sumerge, se da de bruces con su soledad, falta de cariño y desamparo. Es una película excelente, pero por lo psicológico, más que por la trama negra.




¿ÁNGEL O DIABLO? (1945), de Otto Preminger. 

Magnífico Noir de Preminger, que ya había empezado a destacar en estas lides, con Dana Andrews (soy fan absoluto) de nuevo como perfecto cómplice. Siempre la incluyo en un dúo con “Cara de Ángel”, también de Preminger, realizada en el 52, que siendo mejor valorada me gusta algo menos que esta joya. Un clásico.


ATRAPADOS (1949), de Max Ophüls. 

Otra estupenda cinta negra de Ophüls, donde el drama vuelve a compartir protagonismo con el toque Noir, incluso prevalece sobre aquel. Algo por debajo de “Almas desnudas”, se trata de otro estupendo trabajo en el que destacar a James Mason de nuevo.


BERLÍN EXPRÉS (1948), de Jacques Tourneur. 

Thriller de postguerra del maestro Tourneur. De interesantes ideas y planteamientos, no es una de sus grandes obras, pero desde luego no supone ninguna decepción, por lo que si te gusta el Cine Negro la paladearás con mucho gusto.


CALLEJÓN SIN SALIDA (1947), de John Cromwell. 

Tengo especial devoción por esta magnífica película de Cine Negro en su vertiente de detective privado investigador (aunque Bogart no sea aquí un detective). Quizá fue porque era de Bogart pero no sonaba en la retahíla de las típicas que se mencionaban de él, siendo excepcional. Obra paradigmática en la mejor época del Noir.


CAYO LARGO (1948), de John Huston. 

Estratosférica obra maestra del Cine Negro. Paradigma de la atmósfera opresiva y asfixiante, con la clásica metáfora meteorológica atrapando a un variado grupo de personas en un único escenario. No es sólo que tenga uno de los directores incontestables en esto del Cine, es que tenemos un reparto inconmensurable. Bogart y Bacall de nuevo, contra Edward G. Robinson.


EL ABRAZO DE LA MUERTE (1949), de Robert Siodmak. 

Magnífica película de Cine Negro por uno de sus grandes maestros en los 40, Robert Siodmak. De nuevo aliado con Burt Lancaster, pretendiendo rememorar el éxito de una de sus cimas, “Forajidos”, también con Lancaster. Desde luego no llega a tanto, pero también es indudable que vuela a una altura magnífica, digna de las grandes obras del género.


EL ÁNGEL BORRACHO (1948), de Akira Kurosawa. 

Considerada por muchos como la primera gran película de Kurosawa o, incluso, como su primera obra maestra, “El Ángel Ebrio” es una muestra indiscutible de la maestría de su director. A caballo entre el drama y el cine negro, es una obra muy personal, más lograda en su vertiente dramática que en la negra, con un logrado clímax final.


EL BESO DE LA MUERTE (1947), de Henry Hathaway. 

Sensacional thriller y título negro de Henry Hathaway. Uno de sus trabajos más recordados, en cierta medida por la descomunal encarnación de Richard Widmark, repleta de expresividad, justo lo que decían le faltaba siempre al bueno de Victor Mature, su antagonista. Widmark es la pura encarnación de la psicopatía. Siento especial debilidad por este magnífico actor. No se la pierdan, es una auténtica joya.


EL CALLEJÓN DE LAS ALMAS PERDIDAS (1947), de Edmund Goulding. 

Peliculón poco conocido, una mezcla de Noir y drama psicológico de gran enjundia. Pequeña obra de arte, otro de esos ejemplos de la calidad sin límites y sin fondo del Cine Clásico. Apúntenla con mayúsculas.


EL CARTERO SIEMPRE LLAMA DOS VECES (1946), de Tay Garnett. 

Crecí creyendo que era la obra maestra incontestable del género. No lo es ni de lejos, pero sí un icono excelente. Perfecto ejemplo de Cine Negro Clásico en su vertiente de mujer fatal y crimen marital. Como ven, el Noir estaba en su apogeo, entregando sus grandes clásicos.




EL CUERVO (1942), de Frank Tuttle. 

Puro cine negro, estamos en la década, adaptando a Graham Greene. Una interesante película con una pareja que se convirtió en mítica: Veronica Lake y Alan Ladd. Atractiva cinta con un protagonista que es un asesino.


EL DESVÍO (DETOUR) (1945), de Edgar G. Ulmer. 

Obra maestra del Cine Negro Clásico. Quizá la película del género más perturbadora y enrarecida, casi onírica, donde su pesadillesco expresionismo termina por fundir realidad y sueño en un conjunto perfecto. De obligado visionado.


EL EXTRAÑO (1946), de Orson Welles. 

Welles deleitando en el cine de intriga. Quizá un punto por debajo de sus descomunales obras maestras, pero ¿cual no lo está? Sólo por ver el sentido con el que encuadraba, su barroquismo inteligente, su capacidad visual… merece la pena… Pero es que además es una obra incontestable.


EL EXTRAÑO AMOR DE MARTHA IVERS (1946), de Lewis Milestone. 

Soberbia película de cine negro. Una obra maestra de personajes enfermos hasta la imposibilidad de la redención, de relaciones turbulentas y dañinas, tóxicas… De obligado visionado.


EL HALCÓN MALTÉS (1941), de John Huston. 

Lo prometido es deuda. Tan solo un año después de iniciarse la década, tenemos la primera pieza magistral de puro Cine Negro clásico. Y de la mano de un genio, John Huston, que demás debutaba en la dirección. La película va como un tiro. Es inferior al libro y resulta algo esquemática respecto al Cine Negro que irá llegando, pero sigue siendo un título indispensable con todas las claves de esa vertiente con detective privado. Bogart, además, comenzó a forjar su leyenda creando su imagen de firma, que terminaría de definir en “Casablanca” (Michael Curtiz) al año siguiente.


EL ÍDOLO DE BARRO (1949), de Mark Robson. 

El boxeo como una de las bellas artes. El deporte más cinematográfico de la historia no ha dejado de entregar maravillas. Aquí tenemos una de las más destacadas, y no será la única este año. Inconmensurable Kirk Douglas. El propio Robson dejó otra obra maestra del cine pugilístico con “Más dura será la caída”, un director destacado en muchos géneros.


EL JUSTICIERO (1947), de Elia Kazan. 

Segunda tanda de películas de Kazan, iniciando su carrera. Un thriller con falso culpable protagonizado por Dana Andrews, un icono del género. Buena película de uno de los grandes directores de la historia.


EL MINISTERIO DEL MIEDO (1944), de Fritz Lang. 

Quizá es de lo peor del Maestro, con muchas lagunas de guión, pero está tan maravillosamente dirigida, es tan entretenida, muy en la onda del serial hitchcockiano y del propio Lang, que es imposible no gozarla. Irregular sí, pero adictiva aventura de otro falso culpable.


EL PERRO RABIOSO (1949), de Akira Kurosawa. 

Joya compleja y profunda de Kurosawa que se adentra de lleno en el Cine Negro. La influencia occidental en el cine de Kurosawa es incuestionable. La asimilación de dicha influencia por parte del director, de la estética y estilo, es perfecta. En "El Perro Rabioso", la influencia del Cine Negro americano, su estética de luces y sombras y su esencia se aprecia en todo momento, y todo esto sin perder, al contrario, encontrando en ese camino, el estilo personal del autor, ni su esencia oriental en sus tesis. Cabe añadir además la influencia del neorrealismo italiano, en ese descenso a los infiernos, en especial del policía más joven, que supone la investigación policial de la trama.


EL RELOJ ASESINO (1948), de John Farrow. 

Estupendo thriller, magníficamente construido y con una depurada dirección. John Farrow, un director discreto, nos deleita con una lección de dirección y planificación, una dirección que podemos decir es la mayor virtud de la cinta.


EL SOSPECHOSO (1944), de Robert Siodmak. 

Me declaro fan de Siodmak y su estética, profundamente expresionista, que me fascina. Aquí tenemos una estupenda muestra de Cine Negro, género en el que se movía como pocos, protagonizado por Charles Laughton y desgranando muchas de las claves del género. Fatalidad, mujeres fatales, intriga, crimen…


EL SUEÑO ETERNO (1946), de Howard Hawks. 

Obra maestra fuera de rango del Cine Negro Clásico. Una de sus obras paradigmáticas, quizá la perfección en la vertiente con detective investigador. Magistral adaptación a Chandler donde las licencias y variaciones respecto a la novela no hacen sino elevarla aún más como película. Hawks presumiendo de su abusivo talento, visualmente impecable, con trama retorcida en la que nadie sabe quién mató al chófer, un Bogart iconográfico, mujeres fatales y no tan fatales… Aquí está todo, señores. La época dorada del Noir, como les vengo explicando desde hace unos capítulos.




EL TERCER HOMBRE (1949), de Carol Reed. 

Una de las grandes obras maestras del cine, la cima de su director, o una de ellas, Carol Reed, con la alargada sombra de Orson Welles sobrevolándolo todo. Soy muy de Reed, al que otorgo la mayor parte del mérito, habida cuenta de sus títulos anteriores y estilo, aunque haya mucho de Welles en esa planificación barroca de encuadres y poder visual. Es una abrumadora obra maestra, Cine Negro de primera clase, con una de las mejores presentaciones a un personaje, la que se hace a Welles, y algunos diálogos míticos, como el de la noria sobre relojes de cuco, los suizos y el Renacimiento… Graham Greene adapta su propia obra, logrando un libreto superior a su propia novela.


EL ÚLTIMO REFUGIO (1941), de Raoul Walsh. 

Obra maestra de Walsh. Uno de sus grandes títulos, inmerso en el cine negro y con Humphrey Bogart e Ida Lupino en los papeles protagónicos. Un Bogart que subió hasta el estrellato. Es tremenda, una narración brutal, sin subterfugios ni atajos, directa, trepidante, intensa. Quizá sea un clásico con menos eco, pero si no la han visto no sé a qué esperan…


ENCADENADOS (1946), de Alfred Hitchcock. 

Obra maestra, otra más para este maravilloso año. Una de las mejores películas hitchcockianas olvidadas. Quizá la mejor en ese micro género. Cary Grant en un papel alejado de su estereotipo, clavándolo como era costumbre. En la antología del director, pero menos nombrada y citada que otras de sus obras. La maravilla hecha grúa en picado, el suspense minimalista sublimado. Imprescindible.


ENCRUCIJADA DE ODIOS (1947), de Edward Dmytryk. 

Una de las grandes películas de Dmytryk. Un gran Noir, que si bien no terminó nunca de entusiasmarme, es, desde luego, impecable. Gran reparto con los durísimos Mitchum y Ryan y la siempre lasciva Gloria Grahame.


ENVUELTO EN LA SOMBRA (1946), de Henry Hathaway. 

Entretenidísima película de Cine Negro dirigida por ese maestro que era Hathaway. No la escucharán en las listas de los grandes clásicos del género, pero merece la pena darle la oportunidad, como a tantas joyas escondidas.


FLAMINGO ROAD (1949), de Michael Curtiz. 

Hice un díptico con esta película y “Alma en suplicio”, que os traje en la lista del 45. Joan Crawford y Michael Curtiz (también repite Zachary Scott) compartiendo proyecto. Inferior a aquella, no es una mala película, un drama sureño con toques de intriga donde se incluyen elementos de corrupción política y crimen organizado. Solvente.


FORAJIDOS (1946), de Robert Siodmak. 

Obra maestra absoluta. Paradigma del Cine Negro de punto de vista. Ejemplar estructura y rigor narrativo. Paradigmático título que, este sí, está en la antología del género, aunque pueda parecer más desconocido o menos célebre. De nuevo las consecuencias y dificultades para reincorporarse a la sociedad tras la guerra en una trama de robos y crímenes excepcional liderada por Burt Lancaster. Incontestable.


FUERZA BRUTA (1947), de Jules Dassin. 

Una sensacional joya es la que nos entrega el gran director americano Jules Dassin, un referente de la intriga, el thriller y el drama carcelario. Un retrato de la vida en la cárcel como se han visto pocos en el cine. Atrayente, atractivo, intenso y profundo. Una de las grandes obras del director. Películas de tanto éxito como “Cadena perpetua” (Frank Darabont, 1994) le deben mucho a esta monumental “Fuerza bruta" de Dassin.


GILDA (1946), de Charles Vidor. 

Otro clásico eterno. Vidor creó un icono de este personaje femenino, con escenas (ese guante sugerente, esa bofetada), que han pasado a los anales de la historia. Muy en la línea de “Casablanca” (Michael Curtiz, 1942), la pareja Ford-Hayworth está en el Olimpo de las que más química han mostrado en pantalla. Una nueva obra maestra para este año, una nueva obra maestra Noir.




HISTORIA DE UN DETECTIVE (1944), de Edward Dmytryk. 

Otro gran título de cine negro. Sin estar, quizá, entre los grandes clásicos del género, es una muestra notable de puro Noir. Una de las primeras adaptaciones a Chandler, concretamente de su “Adiós, muñeca”. Aún faltaba cierta madurez a las adaptaciones con el detective Marlowe como protagonista, algo que llegaría con Bogart, que fijó el estilo de forma definitiva con “El sueño eterno”, aunque ya había interpretado en 1941 a Sam Spade, otro detective imprescindible.


JOHNNY APOLLO (1940), de Henry Hathaway. 

Una de gangsters de Hathaway. No es muy conocida, lo sé, pero merece la pena. Un estupendo título dirigido con la habitual solvencia de un director siempre acertado.


JOHNNY O’CLOCK (1947), de Robert Rossen. 

Otra buena muestra de Cine Negro en lo que fue el debut del notable Robert Rossen. Un Noir paradigmático que no disgustará a nadie. Un Rossen que este año tuvo dos títulos, y ambos traídos aquí.


LA ARAÑA (1947), de Michael Gordon. 

Otra muestra más de Cine Negro. ¡Estamos en su época dorada, como os he ido explicando! Aquí traigo una película poco conocida, eclipsada y olvidada entre tantas genialidades dentro del género y fuera de él estos años. De esas que gusta descubrir. Un thriller bien escrito y de mucha calidad.


LA BRIGADA SUICIDA (1947), de Anthony Mann. 

Estupendo thriller de Anthony Mann, redundando en películas negras, aunque esta no corresponda al prototipo clásico del Noir. Una buena atmósfera asfixiante y cierto tono semidocumental para esta estupenda narración de uno de los grandes clásicos en la dirección.


LA CICATRIZ (1948), de Steve Sekely. 

Una auténtica joya, casi una pieza maestra, desconocidísima. Original, divertida, sumamente irónica, bien dirigida, mejor fotografiada y muy bien interpretada. La verdad es que pocos peros se pueden poner a esta cinta, prueba del derroche de creatividad de la época dorada de Hollywood, donde cuando menos te lo esperas encuentras auténticas genialidades. Recomendadísima.


LA CIUDAD DESNUDA (1948), de Jules Dassin. 

Otra muestra de la maestría del gran Jules Dassin. Otra vez enmarcada en el Cine Negro, pero desde una óptica bien distinta. Con esta cinta Dassin encadenó cuatro títulos de Cine Negro verdaderamente excelentes y distintos entre sí: la concepción sumamente documentalista y realista de la que nos ocupa en 1948; la fatalidad alegórica y también realista de “Mercado de ladrones” (1949), una perfecta evolución; el destino fatal y expresionista de la negrísima, desoladora y pesimista “Noche en la ciudad” (1950); y la deslumbrante, rigurosa, detallada y, por supuesto, también pesimista recreación de un robo por parte de ladrones de guante blanco en la sublime “Rififí” (1955).


LA DALIA AZUL (1946), de George Marshall. 

Otra de Cine Negro bastante conocida gracias a su pareja protagonista: Alan Ladd y Veronica Lake otra vez juntos. Es una buena e interesante película, aunque languidece respecto a otras de este mismo año.


LA DAMA DE SHANGHAI (1947), de Orson Welles. 

Mítica obra maestra de Welles. Puro Cine Negro con una Rita Hayworth que Welles tiñó de rubia, míticas escenas infinitamente referenciadas (ese final en la sala de los espejos), y el aliento barroco de un director que está en el Olimpo de la cinematografía histórica.


LA DAMA DESCONOCIDA (1944), de Robert Siodmak. 

Un falso culpable y otro Noir de la mano de Siodmak, uno de los grandes impulsores del género en sus inicios. Como siempre, el manejo de la luz y los claroscuros por parte del director son un auténtico deleite. Si os gusta el género, ya saben, a estudiar al bueno de Siodmak.


LA ESCALERA DE CARACOL (1945), de Robert Siodmak. 

Puramente hitchcockiana, de hecho se dijo que Hitchcock no la habría hecho mejor. De corta duración, con una impagable fotografía, Siodmak vuelva a triunfar con un título de intriga y suspense que es un clásico. La atmósfera opresiva que logra es sensacional.


LA FUERZA DEL DESTINO (1948), de Abraham Polonsky. 

Buena muestra de Cine Negro, una de las mejores obras de su director y con John Garfield como protagonista. Mafia, intriga, crímenes… Merece mucho la pena.


LA LLAVE DE CRISTAL (1942), de Stuart Heisler. 

Correcta cinta de cine negro adaptando a Dashiell Hammett. Cine negro con bandas e intereses políticos, de nuevo con Veronica Lake y Alan Ladd. Un título atractivo, aunque no es, ni de lejos, emblemático dentro del género.


LA MÁSCARA DE DIMITRIOS (1944), de Jean Negulesco. 

Otra película negra, aunque más de intriga que perteneciente al Noir clásico. Su estética sí entronca con el cine negro americano y la influencia del expresionismo, lo que es un aliciente añadido. Interesante.


LA MUJER DEL CUADRO (1944), de Fritz Lang. 

Obra maestra descomunal, una más de Lang. El guión, las interpretaciones, la dirección de otro mundo... Todos los elementos perfectamente medidos y calculado. Esa sensación casi onírica, esa fatalidad irremediable, esa descripción de personajes… definen un clásico imperecedero, otro paradigma y referente del género. El mejor cine negro.




LA PASIÓN CIEGA (1940), de Raoul Walsh. 

Lo de Walsh es tremendo. Es capaz de contarte dos películas completas y diferenciadas en una, como es el caso. Síntesis y ritmo trepidante, quizá como ningún otro director. Hay algo de irregularidad entre las dos mitades del film, una resolución algo atropellada, pero estamos ante una película extraordinaria.


LA SENDA TENEBROSA (1947), de Delmer Daves. 

Clásico absoluto del Cine Negro. Otro más. Célebre por su puesta en escena, estamos ante un innovador film que no muestra el rostro del protagonista, Bogart, hasta pasada la hora de metraje. Y hasta ese momento nos mantendremos en un escrupuloso plano subjetivo con la mirada de dicho protagonista. De nuevo la dupla Bogart-Bacall deleitándonos en un clásico Noir. Está por debajo de las grandes obras maestras, su trama no está tan conseguida ni es tan compleja, pero su apuesta visual la elevan sin lugar a dudas.


LA SOMBRA DE UNA DUDA (1943), de Alfred Hitchcock. 

Obra maestra de Hitchcock. El retrato de lo cotidiano y el horror que esconde. Pocas veces mejor mostrado que aquí. Siempre se la recuerda como en segundo plano, aunque cuando viene a la memoria pocos dudan de su calidad. Joseph Cotten deslumbra en su papel de seductor asesino, clavándolo. Impagable atmósfera, profundidad y manejo del suspense por parte del maestro.


LARGA ES LA NOCHE (1947), de Carol Reed. 

Dos años antes de su película más afamada, "El tercer hombre", Carol Reed nos dejó esta obra maestra donde no deja lugar a la duda sobre su talento. Ver esta película debería quitar prejuicios sobre el autor de la cinta que protagonizó Orson Welles en 1949. Tiene, además, una de las nevadas más bellas que se han visto en el cine.


LAURA (1944), de Otto Preminger. 

Obra maestra del cine negro. Otro testamento fílmico y referente absoluto del género. De nuevo lo onírico fundiéndose con una trama puramente Noir. Un personaje femenino fascinante, idealizado, icónico, representado por la bellísima Gene Tierney, y unos hombres como locos e hipnotizados a su alrededor. ¡Qué año para el Cine Negro Clásico!


LLAMAD A CUALQUIER PUERTA (1949), de Nicholas Ray. 

Maravilloso thriller protagonizado por Bogart bajo la dirección de Nicholas Ray. Cine Negro y judicial con alguna debilidad pero de un nivel general notabilísimo. Más que recomendable.


LOS AMANTES DE LA NOCHE (1948), de Nicholas Ray. 

Mítico debut de Nicholas Ray. Un gran Noir que ya avanzaba muchas de las constantes del director, especialmente esa reivindicación del individuo ante los opresores, hipócritas y castradores colectivos. Una joya.


MERCADO DE LADRONES (1949), de Jules Dassin. 

Un gran título negro que no defraudará al que apueste por él. La última película de Jules Dassin antes de que la Comisión de Actividades Antiamericanas, la llamada Caza de Brujas, le hiciera abandonar el país por considerarlo un comunista peligroso. Una magnífica obra hecha a toda prisa y casi sin previo aviso, improvisada, que si bien no es la mejor de la filmografía de Dassin deja patente su talento de forma muy contundente.


MOONRISE (1948), de Frank Borzage. 

Ejemplar mezcla de cine negro y drama social y romántico narrado con la habitual solvencia del excelente Borzage. Película poco conocida y reivindicada que merece un visionado y un encendido elogio.


NADIE PUEDE VENCERME (1949), de Robert Wise. 

Los perdedores, lo sórdido, el sacrificio, el hampa… elementos que nadie toca mejor que el Cine Negro, y si además añadimos el mundo del boxeo se suelen alcanzar cotas sublimes. Esta es una película pequeña, de 72 minutos, pero deslumbrante. Las escenas en el ring son tremendas, de lo mejor visto hasta ese momento, y con un Robert Ryan poderoso y excelso.




OBSESSION (1949), de Edward Dmytryk. 

Interesante propuesta de Cine Negro e intriga esta de Dmytryk, que tiene de todo. Crímenes, celos, ideas psicológicas, suspense… Ideal para sumergirse en pequeñas joyas desconocidas.


ODIO ENTRE HERMANOS (1949), de Joseph. L. Mankiewicz. 

Mankiewicz zambulléndose en el Cine Negro pero con toque especial. Inspirada en ciertos aspectos de “El rey Lear” shakespeariano, tenemos otra gran película del director, que ya nos había regalado una obra maestra este mismo año. Notable film.


OUT OF THE FOG (1941), de Anatole Litvak. 

Peculiar cinta negra en la que el irregular Anatole Litvak ofrece una brumosa historia en un puerto donde las pasiones incontroladas, las burbujas evanescentes de la ilusión, la ambición por la adictiva y atractiva riqueza, el inconformismo, el conflicto entre deseos y aceptación de la mediocridad, el sacrificio… se desarrollan con completa naturalidad.


PACTO TENEBROSO (1948), de Douglas Sirk. 

Perteneciente a la primera época americana de Douglas Sirk, en la que nos regaló varios títulos de intriga y misterio, de cine negro e incluso propagandístico, “Pacto tenebroso” es una especie de “Luz que agoniza” (George Cukor, 1944), menor. Película que va de más a menos y que a pesar de sus irregularidades es seguro que entretendrá al que apueste por ella. Es lo que tienen los grandes directores, sus películas menos magistrales también resultan interesantes, incluso hipnóticas.


PAULA (1947), de Richard Wallace. 

Otra buena muestra de Cine Negro… Esta en su vertiente de crimen al marido molesto protagonizada por Glenn Ford, que venía de hacer Gilda. Es inferior a referentes evidentes como “El cartero siempre llama dos veces” o “Perdición”, pero merece también la pena.


PERDICIÓN (1944), de Billy Wilder. 

Obra maestra absoluta del Cine Negro Clásico, y para no pocos uno de los mejores exponentes. Paradigma de la vertiente con mujer fatal y maquiavélica trama contra un marido desconsiderado… o no. Guión espléndido, la eficacia de Wilder y las claves del género sublimadas. Sencillamente indispensable.




PERVERSIDAD (1945), de Fritz Lang. 

Obra maestra descomunal, y van… Una vez más Fritz Lang se regodea en la maestría y ejecuta una obra de arte en el género negro. Hermana casi gemela de “La mujer del cuadro”, con Edward G. Robinson de protagonista, la fatalidad y el pesimismo. Imprescindible.


PESADILLA (1945) de Robert Siodmak. 

De nuevo Siodmak repitiendo con este oscuro drama donde el amor amenaza con liberar el yugo familiar al que está sometido el protagonista. Una película francamente potente y sorprendente. Estremece, si bien su final (cosas de la censura), puede decepcionar.


RELATO CRIMINAL (1949), de Joseph H. Lewis. 

Un aceptable thriller con Glenn Ford en el papel protagonista. Es el género donde mejor se movía Joseph H. Lewis, donde ha dejado sus trabajos más destacados.


RETORNO AL PASADO (1947), de Jacques Tourneur. 

La mejor película de Cine Negro jamás filmada. Si queréis conocer el género con todas sus características, visuales, conceptuales, narrativas y temáticas, no hay película más completa. Los tiene todos, y todos ejecutados de una manera excelsa. Mujeres fatales y no fatales, trama retorcida, investigador, flashbacks, claroscuros, expresionismo, sombras rasgando luces, nocturnidad, lo urbano, la fatalidad del destino, un duro con corazón… La mentira final es uno de los más bellos momentos que ha dado el género. Obra maestra indispensable. Imprescindible. ¡Que la veáis!


SENDA PROHIBIDA (1942), de Mervyn LeRoy. 

De nuevo LeRoy, que es un fijo. Increíblemente menospreciado este director impecable. Un particular y simpático acercamiento al cine de gángsters. Una de esas películas poco conocidas que tanto placer da descubrir, de las que el cine clásico es fuente inagotable.


SIN SOMBRA DE SOSPECHA (1947), de Michael Curtiz. 

Y pasan los años y Curtiz sigue apareciendo. Aquí os traigo un thriller desconocido, una muestra más de Cine Negro con el gran Claude Rains, o Claudio Lluvias, en el papel protagonista. Muy entretenida y satisfactoria.


SOLO EN LA NOCHE (1946), de Joseph L. Mankiewicz. 

El debut de Mankiewicz. Un thriller, una película de Cine Negro vertebrada en la amnesia del protagonista. El director se vio algo limitado, lo que perjudicó seguro a la película, pero incluso así es un título más que estimulante.


TENER Y NO TENER (1944), de Howard Hawks. 

Otra joya indiscutible del Cine Negro Clásico. Y con Bogart y Bacall. Habrán oído, si es un cinéfilo medio al menos, esa frase que reza: “si me necesitas, sólo tienes que silbar”, “o, tal vez, sólo silbar”. Pues bien, es de esta película. De nuevo ambientada en la 2ª Guerra Mundial (como ven se disparan los títulos con el conflicto vigente), tenemos otra obra de referencia que anticipa una aún más sublime, como sería “El sueño eterno”, de nuevo con la misma pareja y director, el siempre indispensable Hawks. Aquí se enamoraron Bogart y Bacall… y es que todo es perfecto.


UNA VIDA MARCADA (1948), de Robert Siodmak. 

Noir más desconocido de Siodmak, que entregaba en estos años sus mejores obras. Un atractivo thriller que, sin llegar a la maestría de sus grandes éxitos, no es en absoluto desdeñable. Otro título a descubrir.


VOCES DE MUERTE (1948), de Anatole Litvak. 

Una maravilla. Otra obra maestra del Cine Negro que asombrosamente no es tan conocida como yo esperaba. Reivindicada en algunos sitios y homenajeada en otros (recuerdo un Branagh reciente que lo hacía), tenemos una imprevisible historia de suspense e intriga francamente fascinante y adictiva de la que es imposible desconectarse. Además tenemos una pareja de gigantes: Burt Lancaster y Barbara Stanwyck. No se la pierdan.




VORÁGINE (1949), de Otto Preminger. 

Interesante película de intriga de Preminger, que vuelve a trabajar con la bellísima Gene Tierney. No es de los trabajos más conocidos del director, pero resulta satisfactorio.


YO CREO EN TI (1948), de Henry Hathaway. 

Una de las grandes obras de Hathaway, lo que ya es decir mucho, y referente del cine periodístico, enmascarado en un Noir con detective clásico. James Stewart interpreta a ese periodista que más parece un detective, buscando hacer justicia con un condenado a 99 años de prisión. Una magistral narración. Impr

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