ZEPPELIN ROCK: Ilsa, la hiena del harén (Don Edmonds, 1976): Crítica review

domingo, 25 de junio de 2017

Ilsa, la hiena del harén (Don Edmonds, 1976): Crítica review



by King Piltrafilla (@KingPiltrafilla)




El título original de Ilsa, la hiena del harén es Ilsa, la guardesa del harén de los jeques del petróleo, y lo primero es deciros que al comenzar la cinta se ve un helicóptero llevando unas grandes cajas a un punto indeterminado del desierto en el que unos hombres armados esperan su carga. Cuando el camión de esos hombres llega a su destino, Ilsa aparece en escena dando muestras de su carácter malvado.





No tardamos en averiguar que en las cajas hay unas atractivas jóvenes que han sido secuestradas para formar parte del harén del jeque Akim. Mientras tanto nos enteramos de que al harén se acercan un hombre de negocios acompañado por un agente del gobierno que al parecer van tras el petróleo del jeque y pretenden pillar desprevenida a la pérfida Ilsa. Ilusos, son descubiertos desde el primer momento. A partir de ahí, lo esperado, cuerpos desnudos, diálogos que producen vergüenza ajena, escenas de sadismo y tortura... y un argumento inverosímil que os puedo resumir en que el jeque e Ilsa tienen un plan contra sus enemigos –el jeque Omar y sus hombres- que consiste en convertir a sus concubinas en máquinas sexuales mortíferas que, en cuanto alcanzan el orgasmo, explotan asesinando a aquel con quien estén fornicando.






Pero la coronel tiene en el sexo su punto débil y, tras comprobar lo buen amante que es el agente del gobierno -que en realidad tiene la misión de liberar a las jóvenes secuestradas por el jeque-, se enamora de él y traiciona a su jefe encabezando una pequeña aunque cruenta revolución en el harén que tiene como fin liberar a su amor, matar a Akim y colocar al frente del país a un crío que es el heredero legítimo de la dinastía. Sin embargo, los planes amorosos de Ilsa se irán al traste, ya que el agente sólo la está utilizando. Total, otra película casposa recomendable sólo si se quiere pasar un rato con las neuronas desconectadas. Aún así, piltrafillas míos, es mucho mejor -algo que en realidad no tiene excesivo mérito- que su predecesora.

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