ZEPPELIN ROCK: Chuck Berry - Chuck (2017): Crítica review

miércoles, 28 de junio de 2017

Chuck Berry - Chuck (2017): Crítica review



por Alberto Iniesta (@A_Maqueda_8)
del blog Discos





Conocí a Chuck gracias a Marty McFly, cuando vi Regreso al Futuro por primera vez. Yo tendría once años, y ese riff se me metió de lleno en la cabeza. Me gustó tanto que pasó tiempo hasta que me gustaron otras canciones suyas. Pero eso sí, cuando lo hicieron… adoro esa manera de entender el rock and roll a base de riffs básicos, técnica base de todos los discos de mis queridos AC/DC, que son unos de los grandes deudores de la música de este SEÑOR con mayúsculas. Uno de los padres de esto. Nunca imaginé que mis oídos escucharan música nueva de esta leyenda, así que el lanzamiento de este disco me hacía mucha ilusión.





Está claro que la muerte, en el rock and roll y en la vida, transforma los hechos dando una visión desproporcionada de quien sea que pasa a mejor (o peor) vida, y que al parecer está de moda eso de declararse fan absoluto de un músico cuando se muere. Que morirse vende, vaya. Que se lo pregunten a Kurt Cobain. Por eso, aunque no creo en la objetividad de una crítica. He intentado ponerle honestidad (brutal o no, eso es asunto de Calamaro) a mis líneas sobre el disco póstumo de Chuck Berry. Hail, hail rock ‘n’ roll!




El comienzo es ilusionante. Wonderful woman es una de las canciones del disco que, sin ser el estilo típico de Chuck no transmite esa lentitud que sí caracterizará a otros temas del disco. Esta es, en sus más de cinco minutos, uno de los argumentos más sólidos para elogiar el álbum. El riff de Big Boys, que cuenta además con la guitarra de Tom Morello, es una vuelta al Chuck Berry de toda la vida, en una canción que huele excesivamente a años 50 pero sin conseguir del todo su objetivo de enganchar con un estribillo que, no obstante, crece con las escuchas. De las dos versiones, 3 / 4 Time es la que mejor aguanta el tipo, convirtiéndose en un suculento blues muy disfrutable. Lady B. Goode es básicamente un lavado de cara de Johnny B. Goode, aunque con menor protagonismo de teclas. Jamaica Moon no es otra que Havanna Moon, que apareció en el disco del mismo nombre de Carlos Santana en el 83. Ya dijo Chuck hace tiempo que quería grabarla de nuevo, y es en este disco donde lo hace al fin, con un resultado que cumple, pero se queda lejos de lo espectacular. Las dos últimas canciones también mantienen esa constante, dando forma poco a poco a la reflexión final del disco.




En su poco más de media hora de duración, lo mejor del LP es la portada, preciosa. Blanco y negro, con un Chuck Berry haciendo lo que mejor sabe: coger la guitarra y regalarnos rock and roll. No obstante, aunque hay algunos momentos buenos y de calidad, ciertamente no es un gran disco. Si eres fan de Chuck como yo, la escucha es obligada y por momentos placentera, pero no es uno de esos discos que vayan a cambiar tu vida. En cualquier caso, si sirve para acercar a nuevas personas a la música de Chuck, entonces habrá valido la pena. Buen viaje, Chuck. Yo me quedo con el St. Louis To Liverpool...

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