ZEPPELIN ROCK: Crítica de "Steve Jobs" (Danny Boyle, 2005): Film Review

domingo, 14 de febrero de 2016

Crítica de "Steve Jobs" (Danny Boyle, 2005): Film Review


por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC



No fue recibida con el entusiasmo esperado la nueva película sobre ese icono de la modernidad y la tecnología que es Steve Jobs, a pesar de que contaba con intérpretes de postín, la dirección de Danny Boyle y el guión de Aaron Sorkin, otro de los grandes nombres actuales. Lo cierto es que las interpretaciones y el guión sí han recibido elogios y reconocimientos, aunque muchos menos de los esperados…



Sólo dos nominaciones al Oscar, para sus dos intérpretes principales (Fassbender en el rol principal y Winslet en el secundario), dejando fuera una de sus grandes virtudes, el guión y los diálogos de Sorkin. Si bien es cierto que el texto de Sorkin es de lo más destacado del film, junto al montaje y las interpretaciones, también lo es que en su exigencia de aglutinar sus ideas en tres momentos concretos, tres presentaciones, recurre a trucos que resultan forzados, cae en ciertos artificios, donde los personajes manifiestan el conocimiento de informaciones que sacan repentinamente, sin que el espectador sepa por qué lo saben y deba dar muchas cosas por supuestas, aspectos sacados de la nada para justificar los diálogos en una amalgama dramática que parece esperar a dichas presentaciones para estallar, lo que resulta poco natural.

Todo esto se compensa en parte con la brillantez de los diálogos, el dinamismo de los mismos y el ritmo que logran los actores en su recitado. Sorkin lo plantea todo como una obra de teatro en la antesala de la actuación, literalmente, ya que divide la película en tres actos, al estilo aristotélico, en la previa a tres actuaciones, tres presentaciones de productos de Steve Jobs.




El retrato de Jobs es excelente en el transitar de estos tres actos, el camino de una redención. Si en un principio lo vemos obstinado, frío, cínico, un ser casi sin escrúpulos en lo más alto de la ola de su ego, poco a poco esto se irá matizando.

Lo que más me satisface del relato es que Jobs jamás se muestra fanático. Defiende con dureza y pasión sus argumentos e ideas, pero tras el debate, si considera que lo que le replican es justo, cederá, como comprobaremos en muchas ocasiones, especialmente en los asuntos concernientes a su hija. Del mismo modo, se impondrá en otro buen número de ocasiones… pero lo que engrandece al personaje son sus motivaciones ocultas, ligadas a su corazón y emociones, a su ambición y su hija. En este sentido el final de la cinta es una maravilla emotiva.




En esta primera presentación (no será la única ocasión ya que siempre le acompañarán), los espejos nos devolverán insistentemente la imagen de Jobs, especialmente en su aparente distancia con respecto a su hija, matizado en esos planos que incluyen constantemente a un Pc en el que la cría hará un dibujo, en uno de los grandes (y más emotivos) cebos que tendrá su eco al final del film.

En la segunda presentación, tiempo después, comprobamos que mantiene la relación con su hija, que se preocupa por ella, aunque procure disimularlo o negárselo, creando una barrera de cinismo y ego que se va derrumbando. Queda simbolizado en otro gesto de la niña, como aquel dibujo en el ordenador. Se aprecia a un Jobs más moderado, más maduro, algo resignado en cierta medida en esa presentación, más comedido y precavido que en la primera, donde era una tempestad andante… pero sin merma alguna en los grandes y más destacados activos de su personalidad.




A pesar de ese carácter tan particular, logrará conservar y reconducir grandes amistades.

Es interesante el juego que hace Boyle con las alturas en el film, vinculadas, de nuevo, a su hija.

La figura de su hija, que se va abriendo camino en sus pensamientos según avanza el film, acaba por eclipsarlo todo en la última presentación, con el Jobs más maduro y menos impetuoso, sin perder su fuerza jamás. Un hombre orgulloso pero tradicional en el fondo, que se expresa con lo que mejor sabe hacer.

La vivacidad de los diálogos se mezcla con la agilidad y dinamismo del montaje, uno de los aciertos del film. Un montaje que matiza la narración, desvela sentimientos y el interior de los personajes, sus realidades íntimas, sus irónicas contradicciones, y dota de un ritmo perfecto al film. En esos flashbacks y licencias de montaje es donde se ve al Danny Boyle más liberado, que puede salir de esas teatrales bambalinas, de entre bastidores, para airearse un poco.




Steve Jobs es consciente de su talento y serán múltiples las comparaciones grandilocuente que se hará él mismo o le harán otros, ya sea con Julio César, Leonardo Da Vinci, Napoleón o el mismo Dios… Un ego que lo convirtió en quien fue.

Sorkin, al contrario de lo que hizo en “La red social” (David Fincher, 2008), redime a Jobs y además salva su genialidad y su alma, aunque en un texto por debajo del dirigido por Fincher y el escrito para “Moneyball” (Bennett Miller, 2011).

Las interpretaciones son estupendas, no sólo las del descomunal Michael Fassbender y la de Kate Winslet, nominados al Oscar, sino la de todo el reparto.


No es “Steve Jobs” una mala película, infinitamente mejor que “Jobs” (Joshua Michael Stern, 2013), pero quizá las expectativas creadas y ciertos defectos en su desarrollo dramático, esa escisión o limitación de la vida de Jobs a tres presentaciones, ha decepcionado, al convertir una obra que muchos esperaban como el “Ciudadano Kane” de la tecnología en un impresionista retrato de autor comercial.

Jorge García

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