ZEPPELIN ROCK: The Rolling Stones - Aftermath (1966): Crítica del disco. Review

martes, 18 de marzo de 2014

The Rolling Stones - Aftermath (1966): Crítica del disco. Review



por Blue Monday (@BlueMonday1971)


Cuando en 1966 los Rolling Stones publicaban Aftermath la banda ya había colocado algunos temas que probaban en cierto modo la maestría y el genio compositivo de Mick Jagger y Keith Richards. Piezas como "Heart Of Stone" y "I'm Free" del Out Of Our Heads de 1965, "(I Can't Get No) Satisfaction" de su edición norteamericana y "Get Off Of My Cloud" del December's Children (And Everybody's) del mismo año, mostraban que la pareja aunaba el suficiente talento como para convertirse en una de las más prolíficas y exitosas parejas compositivas de la historia del rock.



Se habían probado a si mismos y comprobaron que funcionaban, así que Aftermath se convertía en el primer álbum de los Rolling Stones en el que no se incluía ni un sólo cover al ser todos los temas composiciones propias de Mick Jagger y Keith Richards, o al menos acreditados a ambos, dos tipos a los que siempre les costó demasiado incluir a otros miembros del grupo en los créditos de una canción aunque hubiesen participado en su composición.

Aftermath muestra también la cima interpretativa e imaginativa de Brian Jones, enseñando su versatilidad como músico al tocar una alucinante variedad de los más diversos instrumentos. Jones todavía tenía peso en la banda, y consigue colocar sus inusitados y mágicos arreglos en la mayoría de los temas del álbum, otorgándole un sabor muy especial.

Realmente, y con estos precedentes Jagger/Richards/Jones, se puede considerar Aftermath como el puente por el que los Rolling Stones cruzan desde el joven grupo británico que versiona blues y rhythm and blues hasta una de las bandas más importantes e influyentes de la música popular. La atmósfera y las vibraciones del disco son completamente diferentes a lo hecho por la banda con anterioridad, recorriendo una gran variedad de estilos y mostrando casi por primera vez el lado más oscuro y sombrío del grupo.



Como era habitual en la época Aftermath fue publicado por Decca para el Reino Unido en abril del 66 y por London para Estados Unidos en Junio de ese mismo año. La versión americana sustituyó temas, eliminó otros y recortó la duración de la edición inglesa, que es la que realmente tenían en mente los miembros de la banda y Andrew Loog Oldham, productor del artefacto.

Hablando de Loog Oldham, su producción impresiona realmente al tratarse de un disco hecho a mediados de la década de los 60. Un trabajo fresco, limpio y pulido en el que cada instrumento ocupa el lugar que realmente debe ocupar, sonando de ese modo a la perfección en el inimitable sonido estéreo de los 60, utilizado por primera vez por los Rolling Stones en este álbum.

Las influencias blues y rhythm and blues de los Rolling Stones continúan presentes en Aftermath, pero la banda comienza a adentrarse en nuevos territorios a lo largo de sus excesivos, para la época, 53 minutos de duración en los que además de aquellas influencias tempranas tienen hueco el rock, el country, la psicodelia, el folk y el soul.




En Aftermath aparecen también arreglos e instrumentaciones experimentales que añaden texturas y atmósferas que todavía no habían aparecido en el catálogo de la banda, al tiempo que las letras se tornan más oscuras, sarcásticas e impertinentes, botón de muestra de la ascendente confianza de Mick Jagger y Keith Richards en sus posibilidades. Todavía algo inmaduros y faltos de experiencia, pero con interesantísimos resultados a lo largo de todo el disco.

En Aftermath se escucha el sarcasmo en la voz de Mick Jagger, se advierte la monstruosa versatilidad instrumental de Brian Jones, se aprecia el sucio rugido del bajo de Bill Wyman, los apestosos y distorsionados riffs de Keith Richards y la sutil pero potente batería de Charlie Watts.




Aftermath abre en su edición británica con "Mother's Little Helper", un pedazo de tema que comienza a moverse por los alentadores caminos que llevarían a lo más alto a sus protagonistas. Complejos arreglos instrumentales para un tema anti drogas hecho por unos tipos que son sinónimo de drogas.

Después el aroma a los bajos fondos y las sucias vibraciones de "Stupid Girl". Un muy tentador Jagger critica de un modo absolutamente cínico a la mujer, en el que sería el inicio de una prolífica y mal entendida misoginia. A medio camino entre el icónico sonido mod y el rock de nuevo cuño y con excelente órgano.

El folk inglés se mezcla con el barroco y da como resultado la hipnótica "Lady Jane", mostrando el lado más disciplinado de la banda en divino formato acústico de reminiscencias psicodélicas. El trabajo de Wyman aumenta el efecto de un corte que inspiraría al mismísimo Neil Young en su "Tonight's The Night".

Llega "Under My Thumb", uno de los momentos culminantes del álbum. Un ritmo adelantado a su tiempo, un inmenso Jagger pleno de confianza y un tremendo Jones con los arreglos de sitar y marimbas para uno de los grandes cortes machistas de la época, dudosa distinción para un tema colosal. Arrogante y ambivalente desde sus ritmos africanos y su bajo distorsionado.

El tremendo "Doncha Bother Me" y su maravillosa slide guitar desembocarían en uno de los mejores blues del catálogo de los Rolling Stones, con sensacional armónica, inmenso bajo y buenísimas letras de Jagger.

El incomprendido "Goin' Home" muestra el inicio de las diatribas sexuales de Jagger a través de once agotadores minutos de repetitivo blues de Chicago en modo jam mientras que "Flight 505" es una auténtica joya en la que brillan Watts y Wyman. Fantástica intro de piano, excepcional línea de bajo y fabuloso saxo de Jones para un alocado country folk tras el que "High And Dry" inicia el romance de los Rolling Stones con el country. Guitarras acústicas y armónica para un corte con un extraño sentido de la melodía, sobre todo en la interpretación vocal de Jagger.

El "Out Of My Time" completo de la edición británica se torna brillante compositivamente en una segunda parte de aroma Motown y sentimiento misantrópico a la que sigue la espléndida conducción rítmica de "It's Not Easy" y su concepción bluesy de rock made in Chuck Berry.

El extraño e hipnótico ritmo de psicodelia country folk de "I Am Waiting" deja inmensas armonías y un superior Brian Jones con el dulcimer, tras el que llega "Take It Or Leave It", posiblemente el tema más flojo del álbum, en una línea similar a "Think" y su poderoso bajo cortesía de Bill Wyman y a "What To Do", el tema que cierra Aftermath en su edición inglesa. La visión de Aftermath se completa con "Paint It Black" el tema que abre la edición norteamericana sonando como nada que los Rolling Stones hubiesen hecho previamente. El ritmo hindú proporcionado por el sitar de Brian Jones, su apocalíptico sonido y sus demoledoras letras no ocultan un puro, oscuro y profundo aroma a blues psicodelico. Un temazo que en Estados Unidos sustituyo a "Mother's Little Helper".

Aftermath es por tanto un álbum imprescindible en la larga carrera de los Rolling Stones, básico para comprender el paso desde la Invasión Británica hasta el rock más sucio y desagradable que les encumbró. Probablemente el mejor trabajo de la era Brian Jones.

©Blue Monday

1 comentario:

  1. Genial. Justo me lo regaló mi mujer la semana pasada por mi cumpleaños. En vinilo, claro.

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