ZEPPELIN ROCK: Poesía erótica española - Yo soy Martigüelo

domingo, 8 de diciembre de 2013

Poesía erótica española - Yo soy Martigüelo


Seguimos con romances (lo digo por la entrada anterior a esta). Romances anónimos de nuestros Siglos de Oro que a veces nos deparan sorpresas eróticas como la que hoy nos ocupa. Martigüelo es el protagonista de este romance que difícilmente encontraréis en la Red, una composición que publicose por primera vez en 1595 en la Séptima parte de flor de varios romances, y que posteriormente, corregida, se añadió al Romancero general de 1600 y, luego, a otras obras que cuyo título creo innecesario nombrar. En fin, estábamos con Martigüelo o Martihuelo, nombre apócrifo que viene a designar en este poema a alguien (¿o algo?; me diréis) que gusta mucho a las tiernas muchachas en flor (o no, pues de hecho no hace falta serlo para gustar de los sabrosos alimentos y embates que de él se derivan). Quizá algún avispado o avisado lector induzca su verdadera naturaleza. Os dejo en su compañía, mozas. Nos habla con deleitosa ironía, con dilogías, con antítesis, con... mucho cachondeo, vamos.

Yo soy Martigüelo

Yo soy Martigüelo,
echado en el valle,
que de mis costumbres
quiero hacer alarde.

Diré mis facciones
y mi lindo talle,
por quien las muchachas
se mueren y arden.

Soy blanco en extremo,
que dudo se halle
cuervo como yo,
aunque se buscase.

Tengo lindo cuerpo,
y puedo alabarme
que en tierra de enanos
puedo ser gigante;

y mi carantoña
que podría pintarse,
para espantar niños
cuando no callasen.

La frente pequeña
que no hay divisarse;
las cejas tan juntas,
que no hay apartarse;

la boca pequeña,
que hay hartos pajares
que sus boquerones
aun no son tan grandes;

la barba de bobo
que ahora no nace:
según es de espesa,
parece ataharre;

la cintura justa,
que es gusto mirarme:
parezco el Dios Baco,
cuando fue a casarse;

los pies tan pulidos,
que para calzarme
pruebo mil zapatos,
ninguno me cabe.

Y acabo con esto
de decir mi talle,
con que a todas pienso
de rondar la calle;

si al cabo de esto
alguna gustare
de mis hinchazones,
venga a desmembrarme,

porque bien parezca;
soy en gusto y talle
tan dulce, que dudo
que otro tal se hallare.



Por si no hubiere quedado claro quién se esconde tras ese Mortigüelo, os dejo un villancico donde el mismo aparece como personaje principal y en el que, a mi entender, pocas dudas caben sobre quién se esconde tras su nombre. Quítemosle el disfraz. Curioso es que la Academia defina martihuelo como 'tentetieso'.


Onremos a Matihuelo,
nuestro bien, nuestro consuelo.

Primero doña María
cantó con gran alegría:
"Tan adentro te querría
cuan lexos estó del cielo,
Matihuelo".

Trasella, doña Leonor
respondió con buen tenor:
"Si no gusto tu dulçor,
de mi muerte he gran recelo,
Matihuelo".

Diana, con gran cuidado,
cantó con rostro turbado:
"¡Quién se tornase pescado
por caer en tal anzuelo,
Matihuelo".

Y también cantó Maruxa:
"¡Gran plazer cuando este empuxa!;
mas si no es como la cuxa,
no le tengo yo en un pelo,
Matihuelo".

Doña Juana, a boz en grito:
"¡Gran pesar cuando es chiquito,
que es como un cubo moxquito
que se entra y sale de buelo,
Matihuelo!"

Doña Isabel Castriote
cantó con gran alborote:
"Yo te haría andar al trote
y aun llorar por mi consuelo,
Matihuelo".

Doña Porfida porfía
de cantar, que le querría
tan largo, si ser podría,
que la clavasse en el suelo,
Matihuelo.

Muñoza quiso cantar:
"Si te han de aposentar,
ruego te quieras tomar lo mío
por entresuelo,
Matihuelo".

Doña Inés: "Aunque soy niña,
siempre terné con ti riña
hasta que podes mi viña
y me riegues mi majuelo,
Matihuelo".


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ÁCS

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