ZEPPELIN ROCK: Mis microrrelatos favoritos - Juan Pedro Aparicio: El juego del diábolo

lunes, 19 de noviembre de 2012

Mis microrrelatos favoritos - Juan Pedro Aparicio: El juego del diábolo


El novelista y relatista Juan Pedro Aparicio (premio Nadal en 1989) se estrenó con el microrrelato con su libro La mitad del diablo, una primera parte de las dos de que iba a constar el conjunto, como esas dos piezas de que consta un diábolo (ese juguete con dos conos unidos por su extremo más estrecho). La segunda parte se tituló de este modo El juego del diábolo. Obtuvo buenas críticas y fui a por él.

No hay libro, por malo que sea, que no contenga alguna cosa buena (se dice en el Lazarillo). Este aserto suele ser válido para casi todos los libros de microrrelatos. Quiero decir que no todos suelen ser sublimes sin interrupción. Lo habitual es que esto no ocurra. Y no ocurre en este (recomendable) libro de Aparicio. Pero todo es cuestión de que el lector pueda sentirse identificado con su estilo, con el contenido de sus micros y la forma que tiene el escritor de acercarse a esta literatura cuántica (como diría Aparicio), de afrontarla y de exponerla. Espigando aquí y allá, os dejaré algunos de los que a mí más me han interesado de los más de cien pequeños cuentos que integran este libro. Si ellos os animan a adquirir esta publicación, me doy por satisfecho.

Secciones de paraíso

Le bastó una ojeada para saber que en la vida eterna seguirían los conflictos; ni un solo cristiano dejaba de contemplar con envidia la zona llena de huríes de los musulmanes.


El marido enamorado

Al estudiar minuciosamente la posición del cadáver, y tras hacerle la autopsia, la policía científica llegó a una extraña conclusión. "Su marido propiamente no se suicidó, señora -le dijeron-, sino que mató a quien se había propuesto acabar con usted y que no era otro que él mismo; así salvó su vida. Debía de quererla mucho".


Bussiness and pleasure

Era una actriz de cine porno. De rodaje en rodaje se pasaba casi ocho horas al día con un miembro viril dentro de su vagina o de su boca. Y tan hastiada quedaba de su ocho horas de "oficina" que quienes la trataban, pero desconocían su profesión -que ella ocultaba con celo-, decían que era una estrecha pues no había forma de ligar con ella.


Bueno, habrá algunos más. Hasta entonces.

ÁCS

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