ZEPPELIN ROCK: MANIC STREET PREACHERS - Resistence is Futile (2018): CRÍTICA Review

viernes, 3 de octubre de 2025

MANIC STREET PREACHERS - Resistence is Futile (2018): CRÍTICA Review

 

por Dani Matute (@dmatuteb)



El que os presento hoy es uno de esos discos de "sí, pero...". De esos discos, digo, de una innegable calidad. De esos en que las canciones enganchan y que podrían convertirse en himnos en directo. Incluso con letras reivindicativas, nada de ñoñerías. Una cuidada producción con unos excelentes músicos. Incluso con una portada maravillosa. En definitiva, un trabajo que casi cualquier banda mataría por firmar. Sí, pero... (decía yo). El pero es que no es un Everything Must go on, ni un The Holy Bible ni un This is my truth tell me yours. Y eso que está más en esa línea que ningún otro de sus múltiples lanzamientos en esos años. El pero es que a estos tipos de los Manic Street Preachers se les exige más porque la calidad, como el valor en los legionarios, se les presupone. Y creo que caemos en un craso error. Este trabajo hay que escucharlo y disfrutarlo individualmente, descontextualizando lo que ya conocemos de estos galeses. Porque, aunque he escrito por ahí arriba que está en la línea de sus grandes trabajos de los 90, tampoco es exactamente lo mismo. Es cierto que tampoco es que hayan dado un cambio radical. Es otro de los problemas de estos discos de “sí, pero…”, que queremos que esos grupos hagan super discos, pero que no sean iguales que los pasados. Y, sin embargo, cuando hacen algo así, volvemos a decir que es que no se parece a lo que hacían antes. En definitiva, queremos que todos sean como AC/DC, que hacen discos casi clavados. Pero no es posible porque eso solo se lo permitimos a ellos, no entiendo muy bien la razón.



En fin, si lo escuchas de esa manera individual, con los oídos abiertos y sin prejuicios, podrás disfrutarlo mucho más allá de lo que lo harías si lo comparas con el pasado.

Todos sabemos la historia de estos galeses: eran un cuarteto, pero resulta que su guitarrista y principal compositor, Richey James Edwards, desapareció sin dejar rastro allá por el año 95, tras los tres primeros discos del grupo. Tras ello los otros tres integrantes, James Dean Bradfield, Nicky Wire y Sean Moore tuvieron que reinventarse y superar aquello. Lo consiguieron y de qué manera: Everything must go con su himno “A design for a life” los llevó al estrellato en el 96. Y con This is my truth tell me yours del 98, fabricaron un LP al alcance de muy pocos. Para mí ese disco tiene una secuencia inicial de canciones insuperable, todas de un altísimo nivel, destacando la preciosa balada “The everlasting” y el “If you tolerate this your children Will be next” escrito sobre la Guerra Civil y el fascismo.



Este Resistance is Futile comienza con una canción bastante popera que habla del malestar social (¿posiblemente por el brexit?) en “People give in”, con un gran riff y arreglos de cuerdas adornando la grandilocuente interpretación de James Dean Bradfield. Vale, subámosle de categoría pop a categoría power pop.

El primer single fue “International blues” más rockera, fantástica como sencillo, porque te genera muy buenas sensaciones y tiene ese gancho que necesita todo single. El international blue es un color “inventado" por Yves Klein, artista francés fundador del Nuevo Realismo.

El tercer corte fue el segundo sencillo adelantado extraído de este trabajo: “Distant colours” un medio tiempo donde recuperan la sección de cuerda. Un himno que está diseñado para funcionar en los directos, un rock arena de esos que ya le gustaría a los Coldplay poder hacer de forma tan honesta como los Manics. Nos hablan de la confusión política en nuestro mundo que “no distingue ya la izquierda de la derecha, ni las esperanzas de los miedos” (“I no longer know/My left from my right/Between your hopes and fears/And my choice to decide”). Estos tipos no saben no meterse en líos ideológicos.



“Vivian” es un homenaje a la fotógrafa callejera de Chicago, Vivian Meier: ¿os suena la historia de la niñera que hacía fotografías de modo compulsivo durante la segunda mitad del siglo XX, nunca publicó y fue conocida gracias a que un historiador se hizo en una subasta en 2008 con fotografías procedentes de un guardamuebles donde Meier tuvo parte de su archivo? No, pues buscad la historia, es interesante a la par que triste. “Vivian, ¿alguna vez te diste cuenta de todo el misterio que dejabas detrás?”

Con la colaboración de la también galesa Catherine Anne Davies (The Anchoress), nos regalan “Dylan & Caitlin” sobre el amor entre el poeta Dylan Thomas y su esposa, Caitlin Thomas, en plan opereta country o algo así con toques beatlemaniacos. Fantástico dúo que, no os digo más, me ha obligado a buscar más de The Anchoress.

Y cerramos la cara A con un homenaje dedicado a los 97 aficionados del Liverpool fallecidos por una avalancha en el estadio de Hillsborough  en 1989, durante las semifinales de la copa de Inglaterra entre el Liverpool y el Nottingham Forest (recordemos que cuatro años antes se había producido la tragedia de Heysel en Bruselas:  “Liverpool revisited”.




Este primer lado del plástico sinceramente me parece de muy alta calidad, disfrutable y ninguna canción desmerece. La cara B es mucho más floja. “Sequels of forgotten wars” abre el fuego con una ácida crítica al histerismo digital. Un sonido más de rock clásico, con vestigios de The Who. Podría ser mucho más dura. Seguimos con “Hold me like a heaven” es una de las más flojitas del disco, tanto en calidad como en sustancia. Vamos, blandengue sin más. “In Eternety” recupera un poco del típico nivel Manics, más enérgica, un buen riff y coro pegadizo. Con “Broken algorithms” derivamos a guitarrazos más duros y con una gran intro de batería de Sean Moore que nos lleva al riff de Bradfield. Llegamos a la mejor canción de este lado, “A song for the sadness”, una carta de amor a todas las canciones que con el paso de los años se han vuelto más importante de lo esperado, canciones que curan, que te ayudan a superar momentos difíciles y te transportan a un pasado dorado. De hecho se nombran unas cuantas en el estribillo: "Islands in the Stream" de Barry Gibb y Barbra Streisand, "One More Time" de The Clash, "I Walk the Line" de Johnny Cash y "Luck is the Residue of Design" de Strawberry Whiplas. Para terminar el disco, “The left behind” cierra el disco con un oscuro manto de melancolía que fluye en una exquisita progresión de acordes liderada por el piano, al más puro pinkfloydiano.



Ah, que se me olvidaba, la música está acreditada a los tres integrantes y las letras son casi íntegras de Wire, como siempre. La edición que yo tengo creo que era especial para el Record Store Day, en vinilo blanco y doble portada. La impactante fotografía  del álbum es de Franz von Stillfried-Ratenicz, "Samurai Warrior 1881": es una instantánea de uno de los últimos guerreros de su especie. En algunos sitios he leído que el título del disco y la fotografía quieren ahondar en la llamada a las armas frente a la marea cambiante...¿o quizás es una aceptación de la derrota?

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