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GRIM REAPER y JAGUAR: dos caminos, un mismo rugido en el NWOBHM
Introducción
Dentro de la New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM) dos nombres brillan por lo antagónico de sus propuestas y la simetría de sus trayectorias: Grim Reaper, surgidos en Droitwich Spa, y Jaguar, formados en Bristol. Ambos nacieron en 1979, compartieron la ética DIY de la escena y terminaron conquistando mercados tan dispares como Estados Unidos y Japón. Mientras Grim Reaper apostó por un heavy épico y melódico, Jaguar aceleró los riffs hasta dibujar la antesala del speed/thrash, demostrando que la ola británica podía expandirse sin sacrificar identidad.
Contexto histórico y social
A finales de los setenta el Reino Unido vivía crisis energética, desempleo juvenil y la resaca del punk. En ese caldo nació la NWOBHM: bandas que se autoeditaban en sellos como Ebony o Neat Records, distribuían sus vinilos por correo y encontraban eco en fanzines antes de que MTV amplificara el fenómeno. Esa infraestructura “hágalo-usted-mismo” permitió que prensajes de apenas 5 000 copias viajasen en maletas hasta Los Ángeles o Tokio, convirtiendo primeras ediciones de See You in Hell y Power Games en objetos de culto.
Grim Reaper: ascenso, legado y vigencia de una leyenda del Heavy Metal
En el vasto panteón de la New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM), Grim Reaper ocupa un lugar tan singular como merecido. Nacidos en 1979 en la localidad inglesa de Droitwich Spa, estos forjadores de riffs épicos y estribillos memorables protagonizaron un periplo plagado de triunfos, litigios, silencios prolongados y resurrecciones artísticas que, aún hoy, siguen alimentando la conversación metalera. A lo largo de este texto —aproximadamente 1.500 palabras— examinaremos su discografía, la talla vocal de Steve Grimmett, las vicisitudes internas y su influencia creciente sobre nuevas generaciones de músicos.
El contexto del NWOBHM y los primeros pasos (1979-1983)
A finales de los setenta, la escena británica hervía con nombres como Iron Maiden, Saxon o Diamond Head. En ese caldo de cultivo surgió Grim Reaper, fundado por el guitarrista Nick Bowcott. Tras varias maquetas y cambios de formación, la banda fue depurando un estilo donde convivían la crudeza heredada de Judas Priest con un sentido melódico muy reconocible. El fichaje del vocalista Steve Grimmett en 1982 resultó decisivo: su timbre agudo y dramático dotó al grupo de identidad propia, sirviendo de lanzadera para su futura proyección internacional.
See You in Hell (1983): un debut incendiario
El primer contrato con Ebony Records cristalizó en See You in Hell (1983), álbum que de inmediato se convirtió en pieza imprescindible del NWOBHM. Canciones como la homónima “See You in Hell” o “Dead on Arrival” combinaban riffs incisivos con coros coreables y una producción austera que acentuaba la agresividad. Pese a presupuestos modestos, el disco vendió más de un cuarto de millón de copias en EE. UU. gracias al apoyo de la MTV nocturna y los programas de radio universitarios, demostrando que el heavy británico aún podía morder al otro lado del Atlántico.
De Fear No Evil (1985) a Rock You to Hell (1987): la consagración ochentera
Dos años después llegó Fear No Evil (1985), donde el grupo afinó la fórmula con estribillos más pulidos y una mayor presencia de solos melódicos. La producción ganó claridad sin sacrificar pegada, y temas como “Final Scream” o “Lust for Freedom” se convirtieron en fijos de sus directos. Sin embargo, fue Rock You to Hell (1987) el disco que consolidó definitivamente su reputación: el sello RCA apostó por un sonido más reluciente y por videoclips rotatorios en Headbangers Ball, extendiendo su popularidad hasta América Latina y Japón. El trío Grimmett-Bowcott-Wanklin se mostraba en plena forma y la crítica especializada les aplaudía por lograr equilibrio entre agresividad y gancho comercial.
Litigios, mutismo y un silencio discográfico prolongado (finales de los 80-90)
Paradójicamente, el momento de mayor proyección coincidió con el inicio de una disputa contractual con Ebony Records que bloqueó los planes de un cuarto álbum y supuso la primera gran fractura interna. Bowcott se trasladó a Estados Unidos como guitarrista de sesión —e incluso enseñó en la revista Guitar World—, mientras Grimmett pasó por proyectos como Onslaught o Lionsheart. La sequía discográfica y los cambios de tendencia (thrash y grunge) relegaron al grupo a un prolongado letargo, aunque su culto subterráneo siguió intacto gracias a reediciones piratas y fanzines que mantenían vivo su legado.
El renacer: Walking in the Shadows (2016) y la era Steve Grimmett’s Grim Reaper
Con el nuevo milenio llegó el revival del heavy clásico y, con él, la reunión parcial del conjunto bajo la denominación Steve Grimmett’s Grim Reaper. La formación —con el guitarrista Ian Nash— publicó en 2016 Walking in the Shadows, un regreso convincente que reavivó la llama sin caer en la autoparodia. Lejos de limitarse a la nostalgia, Grimmett demostró que su registro seguía intacto pese a los años y a las complicaciones de salud que habían desembocado en la amputación de parte de su pierna derecha en 2017, tras una sepsis contraída en un tour por Sudamérica.
At the Gates (2019): diálogo entre pasado y presente
Tres años más tarde apareció At the Gates (2019). El trabajo fue saludado como uno de los mejores discos de heavy tradicional de la década: riffs diamantinos, producción moderna pero orgánica y letras que oscilaban entre la épica y la introspección. Canciones como “Venom” o “Shadow in the Dark” evidenciaban una banda rejuvenecida, capaz de dialogar con su propio legado y con el público contemporáneo. La crítica lo describió como “un puente entre la NWOBHM y el metal del siglo XXI”, destacando la mezcla de nostalgia y frescura.
La voz de Steve Grimmett: carisma, tragedia y legado póstumo
El 15 de agosto de 2022, Steve Grimmett falleció a los 62 años, provocando un aluvión de tributos de colegas como Bruce Dickinson y Biff Byford, que subrayaron la “autenticidad inquebrantable” de su interpretación. Su amplitud vocal —desde agudos hirientes hasta medios cálidos— definió la personalidad de Grim Reaper y sirvió de modelo a cantantes posteriores del power metal europeo. Al repasar su carrera, sorprende la resiliencia con la que encaró problemas de salud, giras extenuantes y las cambiantes modas, sin renunciar nunca a su registro característico ni a su presencia carismática sobre el escenario.
Reunión de 2024: “Wings of Angels” y la hermandad del metal
En noviembre de 2024, los miembros originales Nick Bowcott, Dave Wanklin y Mark Simon anunciaron su reunión para un festival-homenaje denominado Wings of Angels en Swindon, ciudad natal de Grimmett. Fue la primera vez en tres décadas que compartían escenario, acompañados por invitados como Harry Conklin (Jag Panzer) y Chris Holmes (ex-W.A.S.P.). Más que un “revival”, el acto se concibió como celebración colectiva: músicos de todo el mundo interpretaron clásicos de Grim Reaper, confirmando la vitalidad de un repertorio que, cuarenta años después, sigue generando comunión entre diversas generaciones metaleras.
Estilo musical y señas de identidad
Grim Reaper combina la contundencia de riffs pentatónicos con solos de inspiración neoclásica y estructuras de estrofa-puente-estribillo diseñadas para el directo. El uso de coros a dos y tres voces —poco habitual en la NWOBHM primigenia— les otorgó un aire himnódico que favorecía la interacción con el público. Temáticamente, sus letras transitan la imaginería infernal (“See You in Hell”), la lucha existencial (“Fear No Evil”) y la resistencia frente a la opresión (“Rock You to Hell”), campos semánticos que hoy siguen resultando pertinentes en el metal contemporáneo.
Influencia y presencia en la cultura popular
Aunque su éxito comercial nunca alcanzó el de Iron Maiden o Def Leppard, la huella de Grim Reaper es palpable en bandas de power y speed metal como Primal Fear, HammerFall o Enforcer. Versiones de “See You in Hell” han aparecido en videojuegos de temática ochentera, y la canción “Final Scream” fue citada por artistas de death metal (Dying Fetus) como piedra angular para su propia estética agresiva. Su resiliencia también inspira a músicos que enfrentan problemas de salud: la determinación de Grimmett tras su amputación se convirtió en símbolo de tenacidad dentro y fuera de la comunidad heavy.
Conclusión: la pertinencia de Grim Reaper en 2025
A fecha de 2025, Grim Reaper trasciende la etiqueta de “banda de culto” para erigirse en recordatorio de que el heavy metal, lejos de ser un estilo monolítico, se renueva a través de sus propias raíces. Su historia ilustra cómo la pasión puede sortear déficits presupuestarios, pleitos discográficos y tragedias personales, y seguir resonando en nuevos oyentes. Para quienes hoy descubren el género, sus cinco álbumes de estudio ofrecen una puerta de entrada accesible y emocional; para los veteranos, constituyen un testimonio de perseverancia artística. Con la celebración de Wings of Angels y la constante reedición de su catálogo, Grim Reaper demuestra que, en el heavy metal, las llamas del infierno pueden arder eternamente… y, con ellas, la memoria de Steve Grimmett y su característico grito que aún resuena: “See you in hell!”.
Los 8 temas imprescindibles de Grim Reaper
Jaguar: los veloces felinos del NWOBHM que encendieron la mecha del speed metal
Cuando se recorre la historia del heavy metal británico, los focos suelen apuntar hacia Iron Maiden, Saxon o Motörhead. Sin embargo, en el subsuelo del movimiento conocido como New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM) rugió otra bestia: Jaguar. Formados en Bristol a finales de 1979, estos felinos supieron combinar la agresividad punk con la técnica emergente del metal y, casi sin pretenderlo, colocaron los cimientos del speed metal y abrieron la senda que grupos como Metallica o Slayer recorrerían con avidez. Más de cuatro décadas después, su obra sigue reeditándose y su nombre aparece en toda genealogía del metal extremo.
Orígenes y contexto
Garry Pepperd (guitarra) y Jeff Cox (bajo y voz) lideraban la escena local de Bristol cuando el hard rock setentero pedía a gritos una aceleración. Reclutaron al batería Chris Lovell y al vocalista Rob Reiss; juntos debutaron en 1980 con Stormchild, incluida en el recopilatorio Heavy Metal Heroes. Aquella maqueta ya destacaba por un tempo inusualmente rápido, heredero del “Overkill” de Motörhead pero con un filo propio. A la vuelta de cada concierto, la prensa underground inglesa acuñaba adjetivos como “demenciales” o “torrentosos” para describir lo que, en realidad, era la antesala de un nuevo subgénero.
Primeros sencillos: “Back Street Woman” y “Axe Crazy”
El espaldarazo definitivo llegó cuando Dave Wood, jefe de Neat Records (casa de Raven y Venom), les ofreció lanzar su primer single. Así apareció “Back Street Woman” (1981) con un lado B, “Chasing the Dragon”, que corría a 180 bpm—una velocidad inaudita para la época. Un año más tarde publicarían “Axe Crazy” (1982), pieza clave en la evolución del género: riffs en semicorcheas, bajos galopantes y una voz aguda, casi histérica, que rompía con el canon bluesy del heavy tradicional. Ambos sencillos vendieron miles de copias en Europa y fueron especialmente celebrados en los Países Bajos, donde la revista Aardschok describió a Jaguar como “la banda más rápida del planeta”.
Power Games (1983): la consagración
Grabado en los Impulse Studios de Wallsend y producido por Keith Nichol, Power Games condensó en 35 minutos la urgencia de la nueva década. Temas como “Dutch Connection”, “Master Game” o la corrosiva “Stormchild” superaban la barrera de los 200 bpm; la guitarra de Pepperd alternaba palm-mutes atronadores con solos vertiginosos, mientras Paul Merrell—sustituto de Reiss—aportaba un registro más melódico. La prensa especializada coincidió: Jaguar había firmado “el eslabón perdido” entre la NWOBHM y la incipiente escena thrash de la Costa Oeste estadounidense. La crítica de Classic Rock lo definió como “un álbum que, reproducido junto a No Life ’til Leather de Metallica, apenas deja espacio entre ambas propuestas sonoras”.
Influencia en el speed metal y el thrash
La velocidad de Jaguar inspiró a incontables músicos jóvenes. Lars Ulrich incluyó “Stormchild” en la célebre recopilación NWOBHM ’79 Revisited, y músicos de Slayer o Exodus citaron a Power Games como manual de estilo temprano. Record Collector subrayó que “su furia fue un aviso de lo que vendría: riffs cortantes que harían palidecer al hard rock norteamericano”. De hecho, la afinación estándar y las estructuras directas (verso-estribillo) de Jaguar resultaron más fáciles de asimilar para las bandas noveles que el tecnicismo de Iron Maiden, lo cual aceleró la propagación del speed y, por extensión, del thrash.
Una máquina de directo: Holanda ’82 y giras europeas
Si el vinilo asombraba, el escenario era una explosión. Su célebre concierto del 17 de diciembre de 1982 en el Siesta Club de Hengelo quedó inmortalizado en el álbum Holland ’82, reeditado varias veces por su valor histórico. Allí, “Axe Crazy” provocó pogos nunca vistos en un contexto todavía dominado por el head-banging clásico. Participaron en giras con Raven y compartieron cartel con Picture, consolidando un puente Anglia–Benelux que impulsó el metal continental.
This Time (1984): cambio de rumbo y disolución
Firmar con Roadrunner parecía el paso lógico, pero el sello presionó para suavizar la propuesta. This Time abrazó arreglos AOR y teclados sutiles que desconcertaron a su núcleo de seguidores. Aunque el álbum contenía joyas como “Just a Game”, no logró el impacto de su predecesor. Las tensiones internas y el incumplimiento contractual de Roadrunner llevaron al grupo a separarse en 1985. Muchos fans vieron en aquella metamorfosis un paralelismo con la de Def Leppard, pero Jaguar no tuvo el respaldo mediático suficiente para consolidar su giro estilístico.
Culto subterráneo y resurrección (1999-2003)
Durante los noventa, la ola grunge eclipsó al metal clásico, pero la reedición japonesa de Power Games (1997) reavivó el interés. Pepperd resucitó la banda en 1999; el retorno incluyó una actuación en Wacken Open Air y el álbum Wake Me (2000), seguido de Run Ragged (2003). Aunque los medios los etiquetaron de “leyenda de culto”, Jaguar aprovechó la nostalgia NWOBHM para girar por Europa, demostrando que sus temas veloces seguían intactos.
Metal X (2014) y la revalorización del catálogo
Con Metal X, Jaguar actualizó su sonido sin renunciar a la pegada primigenia; la mezcla corrió a cargo de Mike Exeter (famoso por su trabajo con Judas Priest). El disco coincidió con el boom del vinyl-revival, y la banda firmó reediciones limitadas de sus títulos clásicos. En 2024, Power Games volvió a las estanterías en edición ampliada con libreto de 24 páginas y pistas extra, certificando que la demanda por material histórico sigue viva.
Anatomía de un sonido
Musicalmente, Jaguar se caracteriza por:
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Riffs en staccato: Pepperd acentuaba la primera semicorchea de cada compás, generando una sensación de carrera constante.
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Batería “a redoble sostenido”: Lovell usaba el charles semicerrado y golpes dobles en caja, anticipando el doble bombo que Pete Gill popularizaría con Motörhead.
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Bajo con púa: Jeff Cox, al estilo de Harris, pero con distorsión ligera que añadía rugosidad.
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Vocales limítrofes: Merrell oscilaba entre falsete melódico y gritos rasgados, ofreciendo dramatismo sin perder claridad.
La lírica abordaba desde temas urbanos—violencia callejera, velocidad, insomnio—hasta guiños a la ciencia ficción (“Run for Your Life”), logrando empatía con una juventud que buscaba catarsis en la música.
Los 8 temas esenciales de Jaguar
“Axe Crazy” (single, 1982)“Dutch Connection” (Power Games, 1983)
“The Fox” (Power Games, 1983)
“Back Street Woman” (single de debut, 1981)
“War Machine” (cara B de “Axe Crazy”, 1982; bonus en Power Games)
“Master Game” (Power Games, 1983)
“Run for Your Life” (Power Games, 1983)
“Raw Deal” (Power Games, 1983)
En conjunto, estos ocho temas condensan la evolución de Jaguar: de pioneros del speed (“Axe Crazy”, “Back Street Woman”) a compositores capaces de equilibrar fiereza y melodía (“Master Game”) y de dejar un legado que se siente en la escena thrash posterior. Escucharlos en orden cronológico permite seguir, riff a riff, cómo un trío de pub-rock acelerado de Bristol acabó firmando una de las discografías más influyentes de la NWOBHM.
Legado y conclusión
Sin alcanzar el estrellato de Iron Maiden ni la longevidad de Saxon, Jaguar legó algo quizá más valioso: la chispa que inflamó el speed metal y, por extensión, el thrash. Su combinación de energía punk y técnica metalera demostró que la rapidez podía ser un fin estético y no solo un recurso ocasional. Cada reedición, cada tributo y cada cita de periodistas o músicos constatan que aquellos felinos de Bristol siguen corriendo—quizá no en la primera línea de la selva metálica, pero sí en el corazón de quienes veneran la velocidad y la rebeldía sonora. Para entender el vértigo que, a inicios de los ochenta, revolucionó el heavy metal, basta con colocar la aguja sobre Power Games y dejar que Jaguar vuelva a rugir.
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