Puentes melódicos de la NWOBHM: Praying Mantis y Demon
Cómo dos bandas británicas abrieron nuevas sendas hacia el rock melódico y el AOR
Introducción: cuando el hierro se volvió seda, o casi
La New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM) surgió a finales de los setenta con dimensiones tan volcánicas como diversas. Iron Maiden, Saxon, Angel Witch o Diamond Head representan el núcleo duro, el que terminó definiendo muchos de los códigos del heavy metal ochentero: riffs acerados, imagen guerrera y velocidad cercana al punk. Sin embargo, la etiqueta “NWOBHM” fue siempre más amplia de lo que solemos recordar. Bajo aquel paraguas convivían grupos que proclamaban afinidad con el hard rock clásico, la psicodelia tardía, el prog británico o incluso el glam setentero.
Ese abanico explica por qué, mientras algunos compañeros de generación se radicalizaban, ciertas bandas optaron por explorar el lado melódico del metal; a veces tan melódico que empezaba a tocar las orillas del AOR (Album-Oriented Rock) y el hard rock melódico que triunfaba en Estados Unidos. Dos nombres resultan paradigmáticos: Praying Mantis y Demon. En su trayectoria podemos rastrear los “puentes melódicos” que conectaron la energía NWOBHM con armonías vocales luminosas, teclados envolventes y un gusto casi adictivo por los grandes estribillos.
Hoy, cuando ambas formaciones siguen activas —Praying Mantis acaba de publicar Defiance (2024) y Demon responde con Invincible (2024)—, conviene revisar cómo construyeron esos puentes y por qué su legado resulta esencial para entender la evolución del metal europeo hacia territorios melódicos y del AOR.
Radiografía rápida de la NWOBHM y su afán por la melodía
Aunque la historia suele centrarse en la faceta más cruda de la NWOBHM, el movimiento siempre mantuvo una vena melódica marcada por influencias de Thin Lizzy, UFO, Wishbone Ash o incluso Boston. Ya en 1979, bandas como Trespass o Marseille incluían coros exuberantes y twin guitars de aroma casi pop. Esa dualidad —el riff pesado frente a la armonía cantable— sería explotada con inteligencia por la escena escandinava y, más tarde, por el power metal continental.
Dentro de ese mosaico, Praying Mantis y Demon fueron pioneros en convertir la melodía en columna vertebral sin renunciar a la etiqueta NWOBHM. El resultado fue una suerte de “metal con estribillos XXL” que, a principios de los ochenta, desafiaba los límites de un género en plena cristalización.
Praying Mantis: elegancia samurái y estribillos de seda
1. Orígenes y primer asalto (Time Tells No Lies, 1981)
2. El hiato y la resurrección noventera
Tras varios problemas de management y cambios de formación (Carroll fallecería en 1989), la banda sufrió un parón prolongado. Pero su historia no terminó allí. En 1995 lanzaron To the Power of Ten, obra que los conectó con la escena hard melódica japonesa —país donde el grupo siempre fue venerado— y allanó el camino para Forever in Time (1998), un disco que sonaba a cruce entre Kansas y los Maiden más épicos, con arreglos de teclados muy elaborados.
3. Del nuevo milenio a Defiance (2024)
En el siglo XXI Praying Mantis logró una regularidad notable: Sanctuary (2009), Legacy (2015), Gravity (2018) y Katharsis (2022) confirmaron un método infalible: riffs hard rock, estribillos AOR pluscuamperfectos y un tratamiento vocal majestuoso gracias a John Cuijpers. La fórmula explota en Defiance (2024), su decimotercer LP y celebración de su 50.º aniversario. La prensa especializada lo define como “hard rock melódico de alto octanaje, con guiños a Asia y toques de pomposidad sinfónica”.
4. Anatomía de su sonido
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Twin guitars líricas: si el metal británico canonizó el duelo de guitarras, Praying Mantis lo llevó al terreno melódico; sus armonías se inspiran tanto en Wishbone Ash como en Def Leppard.
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Voces envolventes: nada de gruñidos; sus coros recuerdan la escuela de Journey o Styx, adelantando el “euro AOR” de los noventa.
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Producción cristalina: incluso en 1981, Time Tells No Lies sonaba menos árido que la mayoría de sus contemporáneos. Esa claridad continuó con productores como Andy Burgess en Katharsis.
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Estructuras accesibles: canciones de 4-5 minutos, con puentes ascendentes que desembocan en estribillos gigantes, concebidos para el “cantar a pulmón” en directo.
Demon: del ocultismo a la épica progresiva
1. Un arranque tenebroso (Night of the Demon, 1981)
Demon nació en Staffordshire en 1979 de la mano del vocalista Dave Hill, quien imaginó un combo NWOBHM con estética satánica y letras de horror. Su debut Night of the Demon (1981) abrazaba la imaginería macabra y riffs contundentes a lo Sabbath, aunque el sencillo “Ride the Wind” ya apuntaba una querencia melódica.
2. La gran mutación: The Plague (1983) y giro progresivo
El tercer álbum, The Plague (1983), supuso una reinvención total. Demon incorporó teclados, arreglos más atmosféricos y letras políticas. La canción homónima —ocho minutos de crescendos, solos líricos y coro casi hipnótico— marcó la transición hacia un heavy melódico con tintes progresivos. En Heart of Our Time (1985) y Breakout (1987) consolidaron ese viraje con estribillos coreables y medios tiempos grandilocuentes.
3. Paréntesis y retorno con brío: Cemetery Junction (2016) y Invincible (2024)
Tras varios altibajos (incluida una disolución en 1992), Hill reactivó Demon en 2001. En Cemetery Junction (2016) el grupo sonaba sorprendentemente fresco: mezcla de hard rock clásico y arreglos melódicos casi AOR. Esa línea continúa en Invincible (2024), lanzado el 17 de mayo a través de Frontiers Music. La crítica destaca “Face the Master” —primer single— por su combinación de riffs pesados y un estribillo digno de Magnum.
4. Rasgos distintivos
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Voz rasgada pero cálida: Dave Hill nunca fue un “shouter” típico; su timbre recuerda a Paul Rodgers, aportando calidez bluesy.
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Teclados como colchón épico: desde The Plague los sintetizadores aportan color y dramatismo, acercándolos a Uriah Heep o Rainbow.
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Letras sociales: Demon sustituyó el ocultismo por críticas a la Guerra Fría, el individualismo o los medios, añadiendo profundidad temática.
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Canciones largas y modulaciones: estructuras que juegan con cambios de tono y finales corales, puenteando hacia el prog rock melódico.
Disecando los puentes melódicos: similitudes y diferencias
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Battery Studios (Londres): base de Katharsis (2022) con Andy Burgess a los mandos; sonido nítido, guitarras comprimidas sin perder aire.
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M2 Studio & Prism (Staffordshire): escenarios de Invincible; Neil Ogden y Dave Hill aprovecharon un sonido orgánico con baterías potentes y teclados analógicos.
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Máquinas analógicas vs digitales: Praying Mantis abrazó la grabación digital ya en Metalmorphosis (2011), lo que explica su brillo moderno. Demon, en cambio, prefiere una mezcla híbrida: graba en cinta para luego editar en DAW, conservando calidez pero afinando detalles.
Esa diferencia técnica impacta en la coloración melódica: Mantis apuesta por agudos cristalinos y panoramas amplios; Demon por medios-cálidos y reverbs densas, más próximas al prog rock setentero.
Recepción crítica y comercial: de la “segunda fila” al estatus de culto
En 1981 Praying Mantis entró en listas británicas de álbumes (#60 con Time Tells No Lies), pero fue en Japón donde alcanzó cifras de oro. El single “Turn the Tide” (1990) sonó en la radio oriental con insistencia. Hoy, gira por el Archipiélago en recintos de 1.500 - 2.000 personas.
Demon, por su parte, no logró chart mainstream, pero cultivó un público fiel en Reino Unido y Alemania. El festival Bang Your Head (Balingen) los programó varias veces en puestos destacados, y el relanzamiento en vinilo de The Plague (2019) se agotó en 48 horas.
Las publicaciones especializadas suelen valorarles como “gemas” NWOBHM más que como best-sellers. Kerrang! les otorgó 4/5 K a Breakout (1987), y Classic Rock incluyó Time Tells No Lies en su lista de “40 álbumes para entender el hard melódico europeo”.
Influencia: semillas plantadas en el hard/AOR europeo y japonés
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Escena japonesa: Sellos como Pony Canyon licenciarían discos de Praying Mantis en los 90, abriendo puertas a bandas europeas de AOR melódico (Ten, House of Lords).
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Power metal sinfónico: La combinación de riffs pesados y estribillos grandiosos se refleja en Stratovarius, Sonata Arctica o Helloween era Kiske (1987-88).
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Prog melódico británico: Demon inspira a grupos como Arena o Threshold, que integran letras políticas y teclados envolventes.
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AOR escandinavo: Eclipse, Work of Art o W.E.T. citan a Mantis como pioneros en “convertir coros de estadio en algo compatible con guitarras NWOBHM”.
Claves musicales de la transición hacia el AOR
1. Armonía y modos
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Uso de terceras paralelas en las guitarras (herencia Thin Lizzy) que refuerzan el carácter pegadizo.
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Modulaciones ascendentes en el último estribillo; recurso clásico del AOR adoptado por Demon desde “Don’t Break the Circle” (1982).
2. Ritmo y tempo
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Mantis suele mantenerse en medio tiempo (110-130 BPM), ideal para coros multitudinarios.
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Demon alterna medios con largos crescendos progresivos que conducen a clímax épicos.
3. Producción vocal
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Dobles y triples pistas de voces, con paneo abierto.
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Influencia de productores AOR americanos (Mike Stone, Ron Nevison) aunque adaptada al “saber hacer” británico más sobrio.
Discografías esenciales para iniciarse
Praying Mantis
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Time Tells No Lies (1981)
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Forever in Time (1998)
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Legacy (2015)
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Katharsis (2022)
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Defiance (2024)
Demon
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The Unexpected Guest (1982)
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The Plague (1983)
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Breakout (1987)
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Cemetery Junction (2016)
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Invincible (2024)
Escuchas recomendadas: 10 temas que ilustran el puente
- "Children of the Earth" (1981) |
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Qué escuchar: Aroma AOR, teclados brillantes. |
Qué escuchar: |
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Producción moderna, estribillo gigante |
- "Don't Break the Circle" (1982) |
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Qué escuchar: Progresión épica de 8 min, teclados. |
- "Fill Your Head with Rock" (2005) |
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Qué escuchar: Melodía envolvente, letra introspectiva. |
Conclusión: la vigencia de la melodía como fuerza unificadora
Cuarenta y cinco años después de la eclosión NWOBHM, el heavy metal se ha atomizado en subgéneros casi infinitos. Sin embargo, la melodía —esa habilidad para componer líneas vocales que se incrustan en la memoria— sigue siendo un hilo conductor que atraviesa modas y etiquetas. Praying Mantis y Demon demostraron muy pronto que se podía ser heavy sin renunciar al gancho pop, que la épica no estaba reñida con la calidez armónica y que la electricidad de las guitarras ganaba cuando se sustentaba sobre voces capaces de acariciar al oyente.
Sus “puentes melódicos” no solo conectaron la NWOBHM con el AOR; también tendieron pasarelas entre generaciones. Las nuevas hornadas de hard rock europeo —e incluso de metal sinfónico y power metal— beben de aquel cóctel de dureza y dulzura. Y si alguien duda de su actualidad, ahí están Defiance y Invincible, editados en 2024, para demostrar que la fórmula aún vibra con fuerza.
En la era del streaming, donde la atención dura segundos, la melodía vuelve a ser la llave del recuerdo. Y tal vez por eso estos veteranos siguen ganando público joven: porque, como escribió Praying Mantis en 1981, el tiempo no miente, pero la buena canción lo trasciende.
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